¿Estamos perdiendo a nuestros niños (as)?

Diciembre 27, 2015 - 12:00 a. m. 2015-12-27 Por: Arquidiócesis de Cali

Fiesta de la Sagrada Familia: Lucas 2, 41-52.María y José, los padres de Jesús, protagonizan una escena de angustia, cuando constatan la pérdida de su niño, ahora adolescente en sus doce años de edad, ateniéndose cada uno a la responsabilidad del otro, fundidos en las caravanas de mujeres y de hombres que regresaban de Jerusalén a Nazaret. Eran tiempos de la fiesta de Pascua, cita obligada para todo judío practicante. Largas jornadas de camino recorrido tiene que ser desandadas, yendo en la búsqueda del niño, hasta encontrarlo en el Templo de la Ciudad Santa. Entonces fue el gozo de los preocupados esposos y padres y la no fácil aceptación de una autonomía y de una revelación sobre “el Padre” de Jesús, que ahora se hacía explícita para ellos.Nos urge la pregunta: ¿estamos dejando perder a nuestros niños y niñas? ¿Qué pasa con ellos?Las impresionantes cifras de aborto, la cruda realidad de los niños sin un hogar que los adopte, recogidos en los centros de Bienestar Familiar, la violencia dentro de las familias, con reiterados dramas de crueldad y asesinato, la invasión de armas de fuego y de personas y grupos armados en los barrios, causando balaceras y ‘balas perdidas’ que recaen sobre inocentes, el abuso sexual y el crimen de la pederastia, con cifras superiores a 30 mil casos denunciados por año en el país, constituyen un cuadro social desalentador para Colombia. El propósito de proteger la vida débil, de no dejar expuesta al azar y al querer de los adultos la vida de nuestros niños y niñas, de ponerle cimientos espirituales, culturales y jurídicos a la conformación del matrimonio entre hombre y mujer, decisivos para la trasmisión de la vida humana y el fortalecimiento de la familia como célula vital de la sociedad, no está claro en las políticas públicas ni en el sistema educativo colombiano, hoy manejados desde las ligas Lgtb y los sindicatos de Fecode. Lo que se ve es el sabotaje a esta cimentación de la diferencia entre varón y mujer, del matrimonio y de la familia, de los derechos inviolables de la niñez, del derecho a elegir la educación para los hijos, sin las imposiciones caprichosas, masificadoras y contrarias a una ética sexual y a un proyecto de amor y de realización afectiva que nos impone la “educación pública”. ¿Seremos capaces, como María y José en el Evangelio de este domingo de la Sagrada Familia, de reconocer nuestro descuido e irresponsabilidad y desandar el camino equivocado que está causando una pérdida incalculable de niños y niñas en Colombia?

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