El pais
SUSCRÍBETE

¿Entendemos la metáfora de ser sal y luz?

Jesús nos dice que sus discípulos somos sal de la tierra y que si la sal se vuelve sosa no sirve para nada, sólo para tirarla fuera y que la pise la gente.

9 de febrero de 2020 Por: Arquidiócesis de Cali

Jesús nos dice que sus discípulos somos sal de la tierra y que si la sal se vuelve sosa no sirve para nada, sólo para tirarla fuera y que la pise la gente. ¿Qué quiere decir esto? Todos apreciamos la sal en los alimentos y nos quejamos si les falta sal o si están salados. Si está en su justa medida ni pensamos en ella, pero, ¡ay de que falte! Si analizamos la sal tiene otro aspecto más allá de dar sabor a los alimentos, es fundamental para evitar la corrupción: del agua en el mar, de la carne donde no hay neveras o refrigeradores, etc.

De ahí que ser sal nos compromete a ser catalizadores de una sociedad en descomposición moral y ética en donde abunda la corrupción social y la deshonestidad en todos los campos. Ser sal es estar llamados a evitar esta corrupción y descomposición. ¿Pero cómo? A través del testimonio de una vida de fe, de alegría, de presencia amable, de rectitud y honestidad, de convicción y coherencia. Si no vivimos lo anterior nuestra presencia en la sociedad se hace imperceptible y nos pisotearán tratando de crear leyes que destruyan los principios y valores fundamentales, y fomentando un ambiente abiertamente en contra de la iglesia, como ya lo estamos viviendo.

Dice Jesús también: que somos luz del mundo y que la luz es para que alumbre; y para esto debe estar en alto y que se note dónde está. La luz permite ver las cosas; con ella todo toma forma; rompe las tinieblas y la oscuridad. Cuánta oscuridad nos envuelve con la inequidad y el microtráfico, con la ambición y la sociedad de consumo ilimitado. Cuánta gente vive sin sentido, sin amor, egoístamente, sólo en función de sus propios intereses. Seremos luz con la misericordia, las obras de caridad, el servicio, la colaboración, el amor; trabajando por la paz, la reconciliación y la justicia.

La indiferencia ante las necesidades de los demás esconde la luz y la tapa. Rabindranath Tagore decía: Las tinieblas del universo no pueden apagar la luz de una vela.

Creamos en la importancia personal y comunitaria de brillar en donde trabajamos y vivimos con un estilo de vida que sea capaz de invitar a otros a valorar la existencia como un don recibido y una oportunidad de realización y de felicidad en la coherencia y en la entrega a los demás. Que Jesús nos haga ser verdaderamente sal y luz.

AHORA EN Arquidiocesis De Cali