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‘Effatᒠque quiere decir ‘Ábrete’ (Mc.7,14)

Como en el episodio de la resurrección de la hija de Jairo,...

9 de septiembre de 2012 Por: Arquidiócesis de Cali

Como en el episodio de la resurrección de la hija de Jairo, también aquí Marcos nos ha conservado el término arameo original empleado por Jesús para curar al sordo y tartamudo que le presentan para que lo cure: signo diciente de la impresión que causó este milagro entre la gente sencilla de la Decápolis. Y no solo se recuerda la palabra original de Jesús, sino también detalles significativos, como que “lo apartó de la gente”, “a solas”, “le metió sus dedos en los oídos”, “con su saliva le tocó la lengua”, “levantó los ojos al cielo”, “dio un gemido” y finalmente le dice “effatá/ábrete”: parece un milagro laborioso para Jesús, sobre todo comparado con otros en los que basta una palabra suya. En él podemos ver el proceso de liberación del hombre. Una persona sorda y muda es alguien enclaustrado, con mínimas posibilidades de comunicarse y compartir; así somos todos nosotros encerrados en nuestro egoísmo. Viene Jesús, el ‘médico celestial’ y nos saca aparte, nos confronta con su modelo humano, con su entrega generosa y nos da el mandamiento supremo: “Ámense los unos a los otros como yo los he amado” (Jn. 13,34) y así nos reintegra a la comunidad humana. Ha abierto nuestros sentidos para que podamos oír a Dios, a los hermanos y hablar con ellos. Por eso, justamente, en el ritual del bautismo se prescribía al sacerdote repetir el gesto de Jesús tocando con saliva la lengua y los oídos del catecúmeno mientras pronunciaba “effatá”. Si hoy se ha suprimido por consideraciones higiénicas, el efecto del sacramento permanece: el bautizado es alguien cuyos oídos han sido abiertos para escuchar la Palabra de Dios, que engendra la fe, y cuya lengua ha sido desatada para alabar al Padre y para comunicarse

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