Dios se manifiesta a todas las culturas

Por: Wiston Mosquera M., Presbítero, vicario general de Cali

Con esta fiesta de la Navidad, que hemos conocido como la fiesta de los Reyes Magos y seguida el 9 de enero de este año de la fiesta del bautismo del Señor, vamos dando por terminadas las festividades de la Navidad y por ello somos llamados a configurarnos por el bautismo recibido con aquel que nos llama a ser parte de la misión salvífica de su pueblo-Jesucristo.

Qué mejor fiesta que esta en que Dios se manifiesta con toda su bondad para atraer a todas las naciones hacia Él por medio de su hijo nacido en un pesebre al que las naciones y culturas representadas en Melchor, Gaspar y Baltazar se hacen presente con sus donativos para rendirle adoración al rey que acaba de nacer. La manifestación de Dios es la centralidad de la solemnidad que la iglesia nos invita a celebrar en este domingo 8 de enero, de allí que las lecturas bíblicas de manera ascendente afirmen la universalidad de la salvación de Dios por medio de Jesucristo para toda la humanidad.

El origen oriental de esta solemnidad se encuentra en el mismo nombre Epifanía, que significa revelación, manifestación. Se revela así con esta fiesta el gran misterio escondido de Dios que también los gentiles son coherederos, miembros del mismo cuerpo y partícipes de la promesa en Jesucristo, por el Evangelio. Es por tanto una solemnidad que sobrepasa el tema de los magos de oriente cuya venida es recordada hoy por la primera lectura y el salmo. “Tu corazón se asombrará, se ensanchará, cuando vuelquen sobre ti los tesoros del mar y te traigan las riquezas de los pueblos. Trayéndote Incienso y oro. Que los reyes de Tarsis y de las islas le paguen tributo; que los reyes de Sabá y de Arabia le ofrezcan sus dones”.

La inquietud de tantos seres humanos que a lo largo de la historia nos preguntamos por Dios o buscamos su rostro lacerado a través del seguimiento del bien, la verdad, la justicia, la liberación humana, repiten hoy la actitud honesta de aquellos astrólogos de oriente. Pues ellos buscaban al rey de un pueblo y se encontraron con un niño pobre, sin techo y desvalido en brazos de su madre. Pero su fe les permitió a ellos superar las dudas que sobrevinieron sobre cada uno y le ofrecieron sus presentes. Incienso como a Dios, mirra como al hombre y oro como a al rey según San León el grande.

Que Nuestra Señora Madre de los Remedios nos anime a todos a vivir este nuevo año integrados a la iglesia de aquel que vino para salvación de todos desde la humildad de un pesebre.