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Polarización y centro ideológico

Lo que reclaman estos colombianos inconformes es el derecho a disentir del curso que ha tomado la actual administración del Estado.

29 de enero de 2023 Por: Antonio de Roux

Un estudio presentado en el encuentro de Davos analiza la polarización creciente de algunos países entre los que se encuentra Colombia junto a Argentina, Estados Unidos, España, Suecia y Suráfrica. El documento elaborado por la consultora Edelman Global Advisory, señala que los altos índices de radicalización coinciden con la perdida del civismo y del respeto mutuo, la baja aceptación de las reglas de juego y el abandono del trámite razonado de las diferencias.

En este país desgarrado hasta quienes tuvieron espíritus libres insisten ahora en dividir a los habitantes entre buenos y malos, ricos y pobres, paracos y guerrilleros, fachos y revolucionarios. Los que ven con preocupación la conducta oficial son satanizados y descalificados. Se los acusa de constituir un conjunto indeseable que solo vela por sus intereses particulares y merece clasificarse en la derecha conspirativa enemiga de la justicia social, los derechos humanos, el medio ambiente y el mejoramiento. Sin embargo, la realidad es otra. La enorme mayoría de quienes ven con temor la deriva de este gobierno no ha pertenecido ni militado en las huestes del ‘innombrable’ Uribe, y aceptan que nuestra prioridad debe estar en la atención de las demandas sociales.

Lo que reclaman estos colombianos inconformes es el derecho a disentir del curso que ha tomado la actual administración del Estado. Coinciden en la necesidad de la reforma tributaria, pero desean que los recursos obtenidos se transformen en bienes públicos, no financien la politiquería corrompida ni la reelección indefinida; saben que la reforma pensional es inaplazable, pero se oponen al saqueo del ahorro destinado a la jubilación; tienen claro que el sistema de salud necesita ajustes importantes, pero sin despreciar los avances alcanzados; aspiran a una paz integral, pero conocen que esta tiene que ir aparejada con el fortalecimiento del poder judicial y de la capacidad coercitiva del Estado a través de una fuerza pública eficaz. Creen posible solucionar la inequidad y la falta de oportunidades en espíritu de convergencia, no como producto de la lucha de clases fratricida.

Ahora bien, no se puede desconocer que algunos de los diagnósticos de Petro sobre la situación social contienen elementos válidos, y pocos negarían que el problema de la pobreza debe afrontarse con vigor. El asunto se descarrila cuando se impulsan soluciones populistas, delirantes, contrarias al espíritu y letra de la Constitución. Pero ello no descalifica a los buenos colombianos movidos por convicciones sinceras o por patriotismo, y es el caso entre otros de los ministros Ocampo y Gaviria, quienes están participando en el gobierno con la esperanza de que las cosas puedan darse de una mejor manera. Sería error garrafal tildar a estos servidores de comunistas desaforados o despreciables ‘progres’.

Para acabar la polarización creciente y abrir el camino a las posibilidades de convergencia habría que restablecerle en el escenario político al denominado centro ideológico. Una corriente del pensamiento detestada por los radicales de izquierda y derecha, la cual se nutre de las ideas liberales y el libre examen, rechaza la esclavitud ideológica y el sectarismo, busca soluciones en las distintas fuentes conceptuales y proclama el derecho de todos a habitar con dignidad en esta casa grande que es Colombia.