Comité para mediar y reconciliar
El obstáculo para las soluciones radica en que aún existiendo espacios y recursos públicos no se ve voluntad del gobierno local.
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13 de feb de 2022, 11:50 p. m.
Actualizado el 18 de may de 2023, 04:44 a. m.
Las secuelas dejadas por el paro del pasado abril tienen que considerarse en sus distintas dimensiones. Hubo víctimas de todos los estratos y perfiles. En su mayoría fueron anónimos ciudadanos y no sería justo limitar el conteo a quienes padecieron los excesos eventuales, aunque injustificables, de la Fuerza Pública.
La lista de afectados debe incluir la infinidad de personas afectadas por los bloqueos criminales. Aquellos que por varias semanas no lograron movilizarse y padecieron hambre, carestía y la imposibilidad de llegar al trabajo o a los centros asistenciales. En aquel caos que excedió los límites aceptables de una protesta, hubo dos protagonistas de ingrata recordación: la llamada primera línea y la minga indígena.
El desafío de trabajar sobre las causas de los hechos fue enfrentado por el sector empresarial a través de Compromiso por el Valle, un programa que en buena hora promovió y gestiona ProPacífico. Hablamos de una estrategia multidimensional que incluye la solución de necesidades básicas alimentarias, así como el impulso a emprendimientos productivos de los sectores marginados.
Al mismo tiempo pero de manera independiente surgió el Comité de Mediación por Cali. El proyecto fue gestado por un grupo de ciudadanos entre los que se cuentan miembros del sector académico, líderes sociales, representantes empresariales y autoridades de la Iglesia. En este caso las acciones están dirigidas a propiciar el diálogo, la reconciliación y la formación de conciencia ciudadana. La nómina de quienes han dado continuidad a la iniciativa es numerosa, destacándose junto a otros los nombres de Mapi Velasco, Ana María Casafranco, Isabella Vernaza, Fernando Otoya, Kees Stapel y Gustavo Muñoz.
Ahora bien, las organizaciones indígenas del Cauca se han equivocado en el método para expresar sus reclamos. Han acudido entre otras estrategias al bloqueo de caminos, la invasión de predios e incluso a la victimización de habitantes de los centros urbanos. Sin embargo es verdad indiscutible que las comunidades nativas están siendo atacadas y sus líderes perseguidos por distintos actores armados como son las guerrillas, disidencias, bandas del narcotráfico, paramilitares etc. Esto frente a la pasividad incomprensible del Estado central.
Pero si la minga quiere volver a Cali para llamar la atención y atraer simpatías hacia su causa, es preciso que antes efectúe actos de reparación así sea simbólicos, y formalice el compromiso de no repetición. De otra manera su presencia continuará produciendo sobresalto, miedo, rechazo y difícil será entregarles nuestra solidaridad. Obtener la reconciliación integral de la ciudadanía y los ancestrales debería ser empeño continuado del Comité de Mediación.
En materia de expresiones que sanen el Comité tiene otro desafío relacionado con la cura de una herida que le duele a Cali. Me refiero a la restitución de la estatua del fundador, asunto en el cual tras varios meses no hay resultados. La cuestión implica considerar expresiones similares orientadas a exaltar las otras etnias cuyo aporte fue esencial en la conformación esta ciudad variopinta.
El obstáculo para las soluciones radica en que aún existiendo espacios y recursos públicos no se ve voluntad del gobierno local. Pareciera que este desea mantener vivas las situaciones que tensionan y sobresaltan a los caleños.
Sigue en Twitter @antoderoux

Directora de El País, estudió comunicación social y periodismo en la Pontificia Universidad Javeriana. Está vinculada al diario EL País desde 1992 primero como periodista política, luego como editora internacional y durante cerca de 20 años como editora de Opinión. Desde agosto de 2023 es la directora de El País.
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