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Un violín para la paz

Hace ya algunos años, a fines del siglo pasado, un sacerdote de la iglesia de Bellavista oyendo cantar a los niños en su parroquia se le ocurrió que podrían aprender a tocar el violín.

22 de noviembre de 2019 Por: Angela Cuevas de Dolmetsch

Hace ya algunos años, a fines del siglo pasado, un sacerdote de la iglesia de Bellavista oyendo cantar a los niños en su parroquia se le ocurrió que podrían aprender a tocar el violín. Filo de Hambre como habían apoderado los habitantes del Mameyal, aquel caserío a la orilla de la carretera era una comunidad de gente extremadamente pobre azotada por la violencia y el desamparo. Como pudo, el padre contactó a algunos músicos de la entonces Orquesta Sinfónica del Valle entre ellos a Liliana Arboleda y la convenció que empezara con dos violines a enseñarles a los niños a tocar un instrumento clásico de cuerdas, vedado para la gente de escasos recursos no solo por su costo sino también por la falta de acceso a un conservatorio o a un profesor.

En un principio los niños ensayaban en la iglesia, luego llevaban el violín en costales para sus casas para que no se los robaran. Por ese entonces se difundió la teoría de que niño que cogiera un violín nunca cogería un arma, filosofía que infortunadamente nunca salió de las ciudades ni tampoco hubo quien compitiera entregando violines cuando los grupos alzados en armas reclutaban niños para volverlos matones y no músicos. Ese fue el comienzo de Notas de Paz la escuela de música infantil financiada por Lili Scarpeta y que hoy tiene una orquesta de niños que viaja a varios países. Pro Artes fundó más tarde la Escuela de Música clásica Desepaz, un proyecto que ha logrado rescatar a muchos jóvenes de las pandillas y la falta de oportunidades.

¿Pero qué ocurre con aquellos niños que adquieren un nivel profesional? ¿Dónde pueden ser parte de una orquesta? La Orquesta Sinfónica del Valle pasó de ser una de las grandes orquestas del continente a una pequeña orquesta de 38 músicos de una excelente calidad, es cierto, sostenida con la uñas por Pro Artes.

Por la ignorancia y la falta de voluntad política de la Gobernación del Valle de principios de siglo se le quitó a la Orquesta Sinfónica del Valle un rubro obligatorio que tenía en el presupuesto. La Filarmónica de Bogotá tiene un presupuesto anual en la Secretaría de Cultura, de $ 55.000 millones anuales. Tiene una planta de 100 músicos. Los diferentes alcaldes de izquierda centro y derecha nunca se han atrevido a dejar a la Filarmónica sin recursos porque esa es su apuesta para la paz.

Ya es hora de que Cali y el Valle se concienticen, y porque no la Nación y que el financiamiento de la Filarmónica salga no solo del presupuesto de Cultura sino del de la paz, del de bienestar Social, del de emprendimiento y empleo, de las regalías tanto de la Alcaldía como de la Gobernación y que la empresa privada, así como lo hacen los paisas aporten donaciones, no solamente para prolongar su agonía sino para que aquellos niños que decidieron coger un violín en vez de un arma sientan que en la música hay un futuro distinto del pandillaje.

Sigue en Twitter @Atadol