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Turismo 2022

Ya en diciembre Colombia remplazó a Vietnam, Cambodia y otros países asiáticos de turismo de bajo costo.

2 de enero de 2022 Por: Angela Cuevas de Dolmetsch

Llegamos al final del 2021 con Saturno sobre Acuario. Año de altibajos en Colombia y en el mundo. Una pandemia con muchos muertos y un estallido social que espantó a los colombianos. Los astrólogos dicen que la violencia es parte innata de nuestra carta astral también vaticinan que nunca habrá una dictadura de izquierda o de derecha no solo porque los astros nos lo predicen sino porque los colombianos estamos en otra honda y ahora se nos ha metido en la cabeza que vamos a crecer económicamente y que como ya no hay guerra le apostaremos al turismo.

Ya en diciembre Colombia remplazó a Vietnam, Cambodia y otros países asiáticos de turismo de bajo costo. En Cartagena conocí turcos, rusos y canadienses que cambiaron sus vacaciones a último momento para venir a Colombia. Sus destinos fuera de Cartagena, eran Bogotá, Medellín, Cali y el Pacífico y como cosa interesante, el parque natural de San Cipriano. “Disfrute de tranquilidad en la selva húmeda tropical, paisajes, cascadas, río cristalino y tubing”, decía la propaganda.

Con estas recomendaciones decidí llevar a mis invitados extranjeros a San Cipriano. Nos recogieron a las 5:30 a.m. y después de 3 horas de viaje disfrutando de la vía a Buenaventura con sus túneles y dobles calzada llegamos al caserío de Córdoba, allí nos recibieron con arepas deliciosas frente a la estación de ‘las brujitas’ que nos llevarían a nuestro destino final, cuyo nombre las describe perfectamente. Son estas unos vehículos hechizados que constan de una tabla de madera con bancas colocadas a lo largo. Me dice mi hijo que se sentó en el asiento de la adrenalina donde uno no sabe si sobrevive o muere, que las tablas tienen pequeñas balineras situadas estratégicamente para que rueden sobre los rieles del antiguo ferrocarril. Con creatividad nativa, se inventaron una moto al costado que las empuja a una velocidad desconocida según el estado de ánimo del conductor. El viaje toma media hora que parecen dos; pasamos por puentes sin baranda y nos encontramos otro vehículo que quitaron apenas a tiempo, aunque nos contaron que ya no hay accidentes pues como todos tienen celulares la comunicación fluye.

La caminata al río son dos kilómetros, por una carretera con piedras y charcos. Hay restaurantes, hoteles y ventas de cocada y la música de carrilera le hace honor al transporte. Es una economía próspera, la comunidad responde y dicen que durante la pandemia sembraron plátano, pescaron y sacaron oro del río. Se ven los neumáticos inflados y los chalecos que nos esperan, pero ¡oh sorpresa!, tres de nuestros equipos se habían desaparecido y su remplazo tomó una hora más.
Paisajes idílicos de río, bosque, neblina. Cuando empezamos el tubing comenzó a diluviar. Hubo nerviosismo, placer, adrenalina al flotar con la corriente, pérdida de una cámara que se fue al fondo del río, estallido de un neumático, y luego ver llegar el río crecido con un plato de sancocho de pescado antes de emprender el hechizante martirio de las brujas.

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