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La ley para los de ruana

Los alcaldes de las principales ciudades de Colombia ante los picos del coronavirus han tenido que recurrir a diferentes políticas de control de la población.

16 de julio de 2020 Por: Angela Cuevas de Dolmetsch

Los alcaldes de las principales ciudades de Colombia ante los picos del coronavirus han tenido que recurrir a diferentes políticas de control de la población. Según los epidemiólogos que asesoran al presidente Duque, si no se toman las medidas de cuarentena, Cali tendría 70.000 casos en vez de 3800 y las muertes serían catastróficas. Cada ciudad es un caso distinto. Medellín empezó muy juiciosamente; una ciudad donde los hombres visitan los moteles al medio día y llegan a casa a las 6 de la tarde a rezar el rosario. Ahora después de los días sin IVA, el contagio se disparó nuevamente demostrando que los paisas son compradores compulsivos.

La Costa Atlántica ha sido difícil de controlar, el clima, la champeta y la indisciplina. Hemos visto escenas de jóvenes enfrentándose a puño con la Policía porque estos les requerían usar tapabocas.

Cali tiene un médico a la cabeza, equipos de epidemiólogos y galenos que lo asesoran entre ellos Dilian Francisca Toro. Finalmente lograron el permiso del Invima, después de la visita del Presidente el pasado fin de semana, para formular en las primeras etapas de la enfermedad un medicamento de antaño que según recuerdo sirve para los piojos y que en algún momento los que hemos tenido niños de colegio lo hemos utilizado. Después de la visita del Presidente los dos mandatarios se pusieron de acuerdo y lo que parecía una reunión álgida terminó con un abrazo virtual.

La Gobernadora con su instinto materno ha logrado aliviar las penurias de los más necesitados y ahora está tratando de convencer al Gobierno que inspire a los bancos para que alarguen los plazos de los préstamos y, ¿por qué no?, que no cobren intereses siendo que en el mundo son negativos. Difícil propuesta pues ya sabemos que aquellos que se dedican al microcrédito que es el que afecta a los más pobres no se les ha conmovido el corazón y ni siquiera han dicho esta mano es mía, o nosotros solidariamente contribuimos condonando los intereses por 5 años en esta época de pandemia.

Cali, con una población mestiza y rumbera y sin tradición de horarios le está sacando canas al Alcalde. Hemos visto imágenes espeluznantes de las fiestas en el Oriente de Cali y según dicen no pagan comparendos.

Si esto pasa en los barrios populares, en las fincas de estrato 6 la situación es peor. El fin de semana pasado en la carretera al mar armaron tamaña fiesta, con parlantes al aire libre, contaminación auditiva a 10 kilómetros a la redonda, y lo más grave, le hicieron caso omiso a una Policía dedicada y eficiente, no les abrieron la reja y soltaron hasta perros rottweiler. Esta saga empezó a las 9 de noche y solo a las 2 de la mañana pararon con la tercera visita del cuadrante y aún no se sabe si se han presentado a pagar el comparendo. ¡Qué vergüenza!

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