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Replanteamiento y política

Después de 10 meses de pandemia en Colombia, llega un año de incertidumbre en diversos campos de la sociedad.

8 de diciembre de 2020 Por: Álvaro Guzmán Barney

Después de 10 meses de pandemia en Colombia, llega un año de incertidumbre en diversos campos de la sociedad. Se va a requerir un replanteamiento a fondo de los enfoques con los que buscamos intervenir en la sociedad. No se pueden revivir dinámicas socioeconómicas y políticas del pasado y argumentar que se debe retornar a la misma perspectiva de crecimiento económico y social tradicional. Se requiere, por el contrario, innovar y encontrar nuevas formas de incidir en la conformación de la sociedad.

La lección más importante, a raíz de la pandemia y del cambio climático, se puede sacar de la infortunada relación que tradicionalmente hemos establecido entre la sociedad y la naturaleza. Ha sido una relación que ha terminado en la destrucción de los recursos naturales, más que en su preservación y en el detrimento del bienestar de la sociedad. Esto es cierto con el agua, la tierra, los bosques, la fauna, la flora y los recursos minerales. El Siglo XXI estará marcado por el cambio conflictivo en la relación entre sociedad y naturaleza.

Sobre la economía, se vienen días muy duros con el tema del empleo. Los principales actores de este campo buscan volver a tasas acentuadas de crecimiento, aumentar la productividad e innovar con la introducción de tecnologías digitales. Esto significa disminuir el tamaño de la fuerza laboral formal, posiblemente aumentar la informal y, de todas maneras, contar con tasas altas de desempleo. Las empresas que logran utilidades tendrán que subsidiar a los grupos sociales que no acceden al empleo. En el plano del Estado, seguramente estaremos obligados a pensar en un nuevo Estado del Bienestar que debe mejorar su gobernabilidad, sin aumentar su tamaño e ineficiencia burocrática. El Estado hoy se está endeudando, con inversiones que se tendrán que pagar más adelante, con o sin obras a la vista.

En el plano político y de la seguridad, seguimos divididos sobre los acuerdos de paz firmados en el Teatro Colón. Se le ponen todo tipo de trabas a su implementación y no se pone suficiente atención al reto y el valor moral de la construcción de paz y de convivencia entre colombianos. El tema crucial de la seguridad ciudadana, se sigue confundiendo con la seguridad del Estado. Sobre el narcotráfico, no hay una política sólida y sostenible internamente que busque aliados en el exterior y que tenga éxito.

El año 2021 se debe aprovechar para discutir los problemas nacionales, los mencionados y otros. En las discusiones es deseable que salgan al foro público las figuras que tienen talante de estadistas y que pueden ser acogidas por la ciudadanía para conducir la nación en una coyuntura global y nacional especiales. No es casual que respetados columnistas como Fernando Mires y Eduardo Pizarro (El Tiempo, 4 y 5 de diciembre) y Hernando Gómez Buendía (El Espectador, 6 de diciembre), valoren la fecundidad de las alternativas de centro político, en un país que no está para volver a un pasado marcado por conductas éticas muy dudosas, o bien para lanzarse a aventuras de caudillo posmoderno.

Afortunadamente, hay políticos interesados en promover una practica innovadora sin revanchismo, orientada a transformar esta sociedad.  Hoy Sergio Fajardo debería liderar un frente amplio de unidad que logre agrupar y poner de acuerdo a diversos matices con un programa y con una manera de conducir el Estado. Estamos a tiempo para formalizar un frente de este tipo que llegue a las elecciones parlamentarias de 2022 y logre una base que haga factible el ejercicio de gobierno.