Desempleo y política
Antes de la actual pandemia, el mundo y Colombia atravesaban por un fenómeno estructural de desempleo que se auguraba creciente, debido a la revolución tecnológica digital y al papel de la inteligencia artificial.
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26 de may de 2020, 11:40 p. m.
Actualizado el 25 de abr de 2023, 09:29 p. m.
Antes de la actual pandemia, el mundo y Colombia atravesaban por un fenómeno estructural de desempleo que se auguraba creciente, debido a la revolución tecnológica digital y al papel de la inteligencia artificial. Una vez más en la historia moderna, detrás de esta revolución tecnológica están los intereses económicos de los más poderosos por lograr una mayor productividad y acceso a los mercados, desplazando el trabajo de las personas. Esto parece una tendencia inexorable, un signo de nuestra a época, que se manifiesta en las más diversas ocupaciones manuales y no manuales, en los diversos países y con consecuencias más desfavorables entre los pobres.
Resulta que la pandemia del coronavirus ha acentuado de manera dramática esta tendencia, ahora con el decrecimiento de la economía. Para evitar el contagio, la estrategia válida del aislamiento, del posible contagio y de los contagiados, ha disminuido el ritmo de las empresas y su capacidad para generar trabajo. El ‘trabajo en casa’, posible en ciertas ocupaciones para algunos, se introduce ahora con fuerza, pero es una modalidad que va a persistir después de la pandemia. En las fábricas se acentúa la automatización. En el manejo de la salud rutinaria, han prosperado las consultas médicas de cinco minutos para resolver problemas que Google ya describe con maestría. En el campo de la educación, las clases presenciales desaparecieron. En las universidades se puede acceder gratis a las cátedras de las mejores universidades norteamericanas y en el futuro, sin el coronavirus, va a cambiar la idea del ‘campus universitario’.
Deseamos con fuerza que la pandemia se controle. Pero el deterioro en el empleo continuará como tendencia y se manifestará de manera más cruel en países como el nuestro, altamente desiguales e informales en sus relaciones laborales. ¿Cómo confrontar este problema? Este Gobierno ha optado por una miríada dispersa de subsidios, a las familias más pobres, a los jóvenes en riesgo, a las personas de la tercera edad desprovistas de seguridad social, al pago de la nómina, con tal de que se pague. Es una estrategia desarticulada y de corto plazo, en la que no se sabe de dónde va a salir el dinero para cubrirla. Una posibilidad es acudir al FMI que sabe que Colombia es buena paga, pero los préstamos hay que pagarlos para no llegar a una situación como la de Argentina. El Gobierno va a estar obligado a presentar próximamente una nueva reforma tributaria, pero no puede mantener la misma política de subsidiar a los más ricos de los ricos. Debe aprovechar la oportunidad, en un país con una desigualdad social tan acentuada, para hacer una tributación progresiva que claramente haga pagar impuestos a quienes han acumulado enormes cantidades de dinero en los últimos lustros y subsidie entonces a la tercera parte de la población colombiana en situación de pobreza. De una política tributaria neoliberal, la opción obligada es la de transitar a una política social demócrata que le permita sobrevivir con dignidad, con un subsidio al desempleo, a los más pobres que no tienen otra opción para satisfacer sus necesidades básicas. Este subsidio puede ser la mitad del salario mínimo que, por su parte, debe mantenerse y ampliarse a quienes hoy trabajan en la informalidad.
Hablar de una población de ‘atenidos’ es indignante. Un subsidio generalizado debe dar lugar a estrategias educativas complementarias que fomenten la capacidad de cualquier ser humano para vivir con dignidad, expresar su individualidad en los más diversos ámbitos y reconocer que el subsidio es la contraprestación a una situación sistémica de desempleo de la cual no se puede salir. La ciudadanía debe salir fortalecida.

Sociólogo de la Universidad Javeriana, M.A. y Ph.D. en Sociología de la Facultad de Graduados del New School for Social Research, Nueva York. Profesor del Departamento de Ciencas Sociales de la Universidad del Valle. Escribe en el periódico desde 1998.
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