Tiempos de incertidumbre

Preocupa que estamos atravesando un período de nuestra democracia inmersos en una profunda polarización.

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29 de mar de 2022, 11:50 p. m.

Actualizado el 18 de may de 2023, 04:46 a. m.

En 1948 George Orwell publicó una novela futurista titulada 1984 en la que anticipaba un Estado represivo dictatorial controlado por la tecnología. Aunque existen no pocas diferencias entre la novela y la era actual, se considera una buena aproximación, incluso algunos llaman esta época la era Orwelliana.

Las nuevas tecnologías han irrumpido en todos los rincones de nuestra existencia. Se aplican con gran éxito para hacer más amable nuestra vida, sin embargo, se han convertido en un arma de doble filo, también se utilizan de manera perversa para ejercer el mal. Hoy facilitan el control de la ciudadanía por parte de los gobiernos. China las utiliza con profusión.

Hace un mes Rusia inició una invasión a Ucrania, un país autónomo que reveló su nacionalismo e independencia en la cruenta manifestación de la plaza de Maidán en Kiev, durante el invierno del 2013-2014, cuando proclamó su deseo de unirse a Europa y rechazar a Rusia. Putin, sin embargo, en su deseo expansionista, con base en una argumentación falaz, parecida a la que utilizó Hitler en su tiempo, decidió llevar a cabo una invasión que ha costado un sin número de muertes civiles y más de tres millones de desplazados. Hasta qué extremo puede llegar la desinformación, si se controlan los medios y se utilizan las nuevas tecnologías, que el primer ministro Putin acusa a sus víctimas ucranianas de nazistas y denomina la invasión como un ejercicio militar.

El desarrollo de esta guerra es aún una incógnita. Se sabe cómo comienzan las guerras, pero no cómo terminan. Constituye un peligro para toda la humanidad, ante la amenaza de Putin de utilizar las armas nucleares.

En este período preelectoral estas circunstancias nos deben llevar a reflexionar qué país queremos. Un país gobernado autocráticamente (una dictadura), o una democracia imperfecta, que aún conserva un régimen presidencial con órganos independientes como el legislativo, el judicial y una prensa libre, que limitan el poder del presidente, además de conservar la alternancia cada cuatro años.

Esta alternativa parece poco probable, algunos dirían que hasta exagerada, sin embargo la debemos considerar debido el comportamiento de una de la fórmulas presidenciales que la hace factible.

Preocupa que estamos atravesando un período de nuestra democracia inmersos en una profunda polarización. Las redes sociales se prestan para trasmitir una sarta de mentiras, de ambos lados del espectro político, con el fin de influir en las elecciones. La fórmula de Petro y Francia pregona constantemente la animadversión, con un alto grado de rencor entre las diferentes clases sociales que componen nuestra identidad colombiana.

Intranquilizan sus fórmulas de solución de nuestros problemas con una marcada tendencia socialista, de tal manera que el gobierno controle y permee todas las actividades, inclusive la productiva. Las demostraciones del Estado ineficiente es muy profusa, con contadas excepciones que confirman la regla.

Alarma además, el talante y la actitud que demuestra en sus actuaciones esta dupla. Hemos visto cómo el poder enceguece y obnubila y agiganta el ego de quienes lo ejercen, el caso de Maduro o de Putin son buenos ejemplos. Para poder controlar esta enfermedad se requieren personas ponderadas, sosegadas, serenas y ojalá, con una dosis humildad.

Directora de El País, estudió comunicación social y periodismo en la Pontificia Universidad Javeriana. Está vinculada al diario EL País desde 1992 primero como periodista política, luego como editora internacional y durante cerca de 20 años como editora de Opinión. Desde agosto de 2023 es la directora de El País.

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