Narcotráfico y conflicto
En primer lugar, el narcotráfico nos permite entender la existencia y permanencia del conflicto pero no nos da cuenta de sus características concretas
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11 de abr de 2023, 11:40 p. m.
Actualizado el 18 de may de 2023, 03:06 a. m.
La lectura durante el receso de Semana Santa de las 555 páginas del libro ‘No matarás. Relato histórico del conflicto armado’, el segundo documento del informe de la Comisión de la Verdad, nos plantea innumerables interrogantes con respecto a la situación del conflicto armado. Para comenzar, el asombro de constatar una vez más las características del país en que vivimos: una violencia que comenzó en los años 1950, incluso antes, y que, a pesar de un leve receso durante el Frente Nacional (1958 -1978), sigue vigente; un relato del horror, de la sevicia, de la crueldad, de la impiedad y de la infinita codicia de unos actores armados dedicados a amasar fortunas insensatas, al costo que sea. Un capítulo más en otra clave de lo que el escritor argentino llamara la “historia universal de la infamia”.
El libro puede no corresponder a los cánones estrictos de un estudio historiográfico, pero sí constituye un informe fidedigno de lo que ha sucedido. No es justa la crítica que señala que estos informes tienen los dados cargados en contra de los paramilitares y a favor de la guerrilla. Los excesos de los tres actores comprometidos (guerrillas paramilitares y agentes del Estado) son denunciados con igual fuerza. Quien quiera verificarlo le sugiero que consulte la descripción de la toma de Mitú por las Farc en 1998 (pp. 277-279) entre muchos otros pasajes.
Cuando formulamos la pregunta acerca de las razones por las cuales el conflicto se despliega con tanta fuerza desde los años 1980 la conclusión más fácil es afirmar que todo se debe al narcotráfico, cuyos dineros financian a todos los actores armados sin excepción. Sin embargo, el asunto es significativamente más complejo.
En primer lugar, el narcotráfico nos permite entender la existencia y permanencia del conflicto pero no nos da cuenta de sus características concretas: los descuartizamientos, torturas, degollamientos, el abuso indiscriminado de la población civil, los incendios, violaciones, utilización de niños y muchos otros horrores de sobra conocidos. Todo aquello que los ‘buenos ciudadanos’ de los barrios de clase media y alta de las ciudades nos limitábamos a observar por TV como si no fuera la crónica de lo que también somos.
En segundo lugar, el narcotráfico es una especie particular de un género más amplio: la dinámica de las economías ilegales, que existían mucho antes de que el negocio de la droga apareciera. El ejemplo de Pablo Escobar es muy diciente: sus inicios fueron como contrabandista y ladrón de lápidas. No es improbable, como dice el sociólogo C. M. Ortiz, que con “el incremento de los psicoactivos sintéticos, las anfetaminas y los opioides como el fentanilo”, la demanda internacional de cocaína se venga al suelo. De hecho, en regiones como el Catatumbo “ya no hay quien compre la coca” (El País, 30 sept. 2022).
¿Y qué ocurriría ante esta eventualidad de un país sin coca? La respuesta es sencilla: “La dinámica de la economía ilegal que alimenta nuestro conflicto seguiría intacta”. El ‘portafolio de la ilegalidad’ se desplazaría a otras actividades como “la minería, la extorsión, el contrabando, los préstamos gota a gota”. El narcotráfico es uno de los avatares de la dimensión de ilegalidad que atraviesa nuestras relaciones sociales, pero no es el único. El problema, pues, es mucho más complejo. A los turistas les vendemos la idea de que vivimos en el país del ‘realismo mágico’ pero les ocultamos que somos también el país del ‘realismo atroz’ y de la ilegalidad a cualquier precio.
Invito pues al lector a que lea este libro para que tome conciencia del país en que vive. Pero también lo invito a que se haga presente a las 5:00 de la tarde el próximo lunes 17 de abril en la casona de la Sociedad de Mejoras Públicas (frente a La Merced) en un conversatorio organizado por el grupo La Paz Querida, con el sociólogo Gildardo Vanegas, autor del libro ‘La saga del narcotráfico en Cali’, para que discutamos sobre el nexo entre el narcotráfico y el conflicto armado. Allí les explicaremos quiénes somos.

Directora de El País, estudió comunicación social y periodismo en la Pontificia Universidad Javeriana. Está vinculada al diario EL País desde 1992 primero como periodista política, luego como editora internacional y durante cerca de 20 años como editora de Opinión. Desde agosto de 2023 es la directora de El País.
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