Silencio
El silencio va a salir revaluado en este trance cuarentenario al momento en que los cucaracheros, bichofués, azulejos y mirlas lo copen con sus trinos y cantos, los cuáles ahora se alcanzan a escuchar otra vez.
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21 de abr de 2020, 11:55 p. m.
Actualizado el 25 de abr de 2023, 11:06 p. m.
El silencio es uno de los bienes más preciados con que la naturaleza dota a los seres vivos. Es el espacio de tiempo con el cual los sonidos no alcanzan a ser percibidos por algún organismo animal viviente. Tan importante es, que se lo considera como uno de los homenajes utilizados para honrar a los seres humanos eméritos, con un minuto de silencio, el cual suele otorgarse con recogimiento y respeto.
Sin embargo ese espacio de tiempo que se da en muchos momentos del hombre sobre la tierra, es el más vulnerado todos los días, condición evidenciada en su plena dimensión durante la cuarentena mundial a que estamos sometidos. Quien no lo crea así, debe encontrarse enfermo.
¿Acaso no recuerdan el espantoso ruido a que estábamos sometidos antes de dicha cuarentena?
Se olvidaron de las estridencias de las sirenas autorizadas a las ambulancias de clínicas y hospitales que no respetan ni a los propios pacientes que trasportan ni a los enfermos de las residencias y edificios por donde transitan, dando aspecto de pueblo salvaje y desconsiderado con sus congéneres. Valdría la pena censar la cantidad de ancianos, bebés y enfermos graves, muertos por el insoportable ruido de las ambulancias a su paso.
El silencio va a salir revaluado en este trance cuarentenario al momento en que los cucaracheros, bichofués, azulejos y mirlas lo copen con sus trinos y cantos, los cuáles ahora se alcanzan a escuchar otra vez. Hasta las chicharras o cigarras han salido de sus pupas para recordarnos que existen en las frondas de los samanes, caracolíes, chambimbes y los grandes árboles que conforman el entorno vallecaucano.
También el Coclí ave zancuda nativa a la cual cantó el maestro Marco Rayo, se deja oír nuevamente en los atardeceres y madrugadas del diario vivir comarcano, para enseñarles a los millennials y centennials aspectos de la vida que no alcanzan a captar en las computadoras modernas.
Dicen los pensadores y los biólogos que el silencio lo utilizan los animales para atacar o defenderse. Lo mismo para pensar antes de actuar, arma sagrada para procurar el sustento diario y si no se cree así, pregúntenle a un león o a una vaca.
Y qué tal esta otra perla. El estrafalario espectáculo causado por las ‘carrozas’ funerarias trasladando restos mortales a paso lento como en Semana Santa hasta el cementerio, convertidas en vectores de enfermedades infecto-contagiosas, resumando virus y bacterias a lo largo de las vías de la ciudad sin respeto alguno por el tránsito libre y fluido a que tenemos derecho el resto de conciudadanos.
Entre las muchas cosas que nos enseña la cuarentena, es la de tomar determinaciones con énfasis. Aquellas que algunas autoridades no ejercen muchas veces (gobernadores y alcaldes) por temor a las críticas y los complejos de pobreza y en esto vale la pena resaltar el ejemplo del señor alcalde de Cali, Jorge Iván Ospina, quien ha tomado medidas saludables y radicales en varios casos, que en condiciones normales a cualquier otro mandatario le habría temblado el pulso.
Por estas últimas razones le invocamos para eliminar de una vez por todas el grotesco transporte de difuntos a paso lento por el casco urbano hacia los cementerios, con la seguridad que la población del futuro y la actual le quedará eternamente agradecida, pues ha entendido que hasta para honrar a nuestros muertos se necesita de protocolo y cultura.

Médico Veterinario y Zootecnista especialista en ganado mayor. Presidente por 10 años de la Fundación Zoológico de Cali y miembro fundador. Columnista del diario "El País de Cali" por 30 años.
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