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Nuevos actores

Comienza aquí a insinuarse la imagen del prócer vallecaucano José María Cabal Barona, vicepresidente de la Junta Superior de la Provincia de Popayán y en ese momento comandante de la guarnición de la ciudad.

25 de noviembre de 2018 Por: Alberto Silva

A un mes de ‘distancia’ de Pasto, se cernían sobre Popayán peligrosas fuerzas compuestas por 1500 hombres, bajo el mando de don Antonio Tenorio. Este había sido Alférez Real y Regidor del Cabildo de Popayán y junto a un grupo grande de partidarios realistas, que ahora estaban desprovistos del poder español que habían ostentado desde la Conquista, pedían la rendición de Popayán el 22 de abril de 1812. Nunca pudieron perdonar a los vallecaucanos por haberlos depuesto de la dirigencia de aquella capital de provincia.

Comienza aquí a insinuarse la imagen del prócer vallecaucano José María Cabal Barona, vicepresidente de la Junta Superior de la Provincia de Popayán y en ese momento comandante de la guarnición de la ciudad.

En la escena aparece también por primera vez Alejandro Macaulay, aventurero norteamericano del Estado de Virginia, quien iba a desempeñar un pérfido papel contra Cayzedo y Cuero meses más tarde. Había llegado de Santafé con especiales recomendaciones de Camilo Torres y otros personajes federalistas de esa capital. Cabal decidió contar con los servicios de Macaulay y organizó con él la defensa de Popayán con resultados sorprendentes. Tenorio fue vencido y perdió las esperanzas de ocupar la ciudad regresando al Tambo, para luego sumarse a las tropas realistas del Patía.

El 26 de abril, Cabal junto con Macaulay, partieron con una expedición de 600 hombres rumbo a Pasto. Joaquín de Cayzedo y Cuero hace lo mismo desde Quito hacia la misma ciudad a la cual llegó el 13 de mayo. Su gestión en Quito había fallado al no poder rescatar el tesoro de la Provincia de Popayán y salió presuroso luego de conocer noticias nada satisfactorias sobre los movimientos de los realistas del Patía sobre Pasto. Encontró la ciudad en alto grado de tensión. Para engrosar sus tropas, se vio obligado a hacer regresar a Pasto las fuerzas que cuidaban el único paso por el boquerón del río Juanambú que protegía el acceso a la ciudad por el flanco norte. Esta acción fue su perdición, pues con ella permitió el paso de los realistas del Patía.

El 20 de mayo aparecieron los patianos a la vista de la ciudad de Pasto y fueron de inmediato acompañados por los combatientes pastusos, salidos de todas partes con armas y municiones que guardaban en casas particulares y en los conventos. Atacaron a los patriotas que contaban con menos de 500 hombres al interior de la ciudad que quedaron expuestos a masacre segura por parte de la población hostil, conocedora de todas las callejuelas y vericuetos urbanos. Luego de sangrientas escaramuzas, se presentó ante Cayzedo y Cuero el cura Ramón Muñoz, encargado de pedirles la capitulación en nombre de los patianos, que consistía en deponer las armas a cambio de concederles vía libre a Popayán y Quito.

Luego de consultarlo con su oficialidad, Cayzedo capituló y entregó 436 fusiles. El presentimiento de que los realistas patianos y pastusos no cumplirían sus promesas al ver desarmados a sus adversarios se cumplió inexorablemente. Una vez vieron sin armas a sus nobles enemigos los apresaron violando las estipulaciones de la capitulación. Al día siguiente remacharon grillos y cadenas a Cayzedo y su oficialidad y los recluyeron en inmundos calabozos.

El historiador Alberto Carvajal exhibe un documento especial de la declaración de don José Vivanco, compañero de la prisión de Cayzedo: En la misma casa en que estábamos reunidos, se nos puso una guardia de cincuenta hombres, y al día siguiente se nos remacharon grillos y nos separaron en distintos calabozos con centinelas de vista, manteniéndonos así dos meses, hasta el 26 de julio de 1812, sufriendo cuanto pueda imaginarse de una gente sin principios, que dejaron morir de hambre a muchos prisioneros.