Navegación del río (2)
A comienzos del Siglo XX, Palmira es una floreciente ciudad del Cauca Grande con igual número de habitantes que su querida hermana mayor Cali.
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26 de may de 2020, 11:35 p. m.
Actualizado el 25 de abr de 2023, 09:29 p. m.
A comienzos del Siglo XX, Palmira es una floreciente ciudad del Cauca Grande con igual número de habitantes que su querida hermana mayor Cali. La ribera palmirana de 42 kilómetros sobre el río Cauca, también es navegada desde 1898 por embarcaciones a vapor. La economía del valle geográfico y su cuenca se mueve con las aspas de los vapores que lo surcaban.
Las maquinarias de esos vapores han sido traídas a lomo de mulas por el camino de Buenaventura y armadas en Cali en el sitio conocido hoy como el Paso del Comercio en la vía a Palmira. Mueven cantidades de azúcar y mercaderías en ambos sentidos de la corriente. El Eje cafetero que comenzaba a despuntar, apoya su progreso en los planchones y cubiertas de los vapores que surcaban el río Cauca desde Cali hasta Cartago.
En la ribera palmirana existió un importante puerto ya desaparecido: El Paso de La Torre. Allí llegaban a desembarcar y embarcar inmensas arrierías provenientes del oriente del piedemonte de la planicie vallecaucana: Santander de Quilichao, Caloto, Corinto, Miranda, Florida, Pradera, Palmira, Coronado y Rozo, cargadas con panes de azúcar, maíz, arroz, cacao, fríjol, tabaco y panela con destino al Eje cafetero en formación. De Cartago regresaban los vapores cargados con café al Paso de La Torre para tomar, en frente, en la banda occidental del río el camino de herradura cordillerano que por Mulaló los conducía a encontrar la cabecera de los rieles que venían de Buenaventura y ya asomaban a La Cumbre y para por ese medio, alcanzar al Océano Pacífico en busca de los mercados de ultramar.
Años más adelante en la medida que el ferrocarril va llegando a Cali, cobraron importancia puerto Isaacs en Yumbo, puerto Simmonds en el Paso del Comercio en Cali y puerto Mallarino en Juanchito, este último acompañado del tranvía Cali-Juanchito que llegó allí al río en 1901.
Los barcos a vapor que cubrieron la época dorada de navegación del río, cada uno portaba su nombre: el Palmira de 110 toneladas, Manizales de 80 toneladas, Danubio y Ceilán de 70 toneladas cada uno, Santander 46, Ricaurte y Sucre con 59, Cali con 75 toneladas, Armenia con 80 y San Julián 35 son algunos de ellos. La Naviera del Cauca tuvo el de mayor tonelaje: el Mercedes de 200 toneladas. Mención especial el vapor Cabal de 60 toneladas que naufragó en un remolino a la altura de Guacarí y que fue el gran desastre de las empresas navieras del gran río. La tragedia ocurrió el domingo 7 de diciembre a las diez y media de la noche en que murieron 7 pasajeros. El vapor cargaba 746 bultos de café y en su caja de caudales llevaba seiscientos pesos oro y los valores correspondientes a la quincena de la tripulación.
La navegación del río trajo consigo la formación de una cadena de puertos por donde se movían los productos agropecuarios hacia los cuatro puntos cardinales del valle geográfico del río Cauca. Aparecieron así Mediacanoa en Buga, el de Tuluá, La Victoria, Molina y el Bohío en Toro y Anacaro en Cartago. En estos puertos se estableció una legión de trabajadores, mecánicos y braseros o empleados en las bodegas de los importadores y astilleros, o como saloneros de los vapores de lujo para atender a los viajeros y a los recién casados en su luna de miel.
El 7 de agosto de 1914 se puso el último riel en el filo de la montaña de Yumbo y el primero en la planicie vallecaucana, cumpliéndose así el anhelado sueño de unir al valle geográfico del río Cauca con el Océano Pacífico, tras treinta y seis años de arduo esfuerzo. El auge del ferrocarril afectó la navegación fluvial que tuvo su época dorada en la primera mitad del siglo pasado. Antes de eso, ya había desplazado a las recuas que transportaban las mercancías entre el Valle y Buenaventura, pero al llegar los rieles a Cartago, terminó por fin desplazando también a los vapores, ofreciendo más velocidad y capacidad de carga.

Médico Veterinario y Zootecnista especialista en ganado mayor. Presidente por 10 años de la Fundación Zoológico de Cali y miembro fundador. Columnista del diario "El País de Cali" por 30 años.
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