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El Patía

La región se caracterizaba por una abrupta topografía, con diferentes pisos térmicos con climas extremos de frío y de calor, habitada por una población de amplia diversidad étnica.

9 de diciembre de 2018 Por: Alberto Silva

Nombre que causó terror a los patriotas durante la Independencia. Comprendía un amplio territorio que se iniciaba por el norte desde la Cuchilla del Tambo, la cual se integraba hacia el sur en la Colonia con las antiguas poblaciones de Almaguer, El Trapiche, hoy municipio de Bolívar, El Patía y Mercaderes en el actual departamento del Cauca; continuaba por La Venta, hoy La Unión, Berruecos, hoy Arboleda y Taminango, en la actualidad localidades de Nariño. Su límite por el sur era el formidable cañón del río Juanambú.

La región se caracterizaba por una abrupta topografía, con diferentes pisos térmicos con climas extremos de frío y de calor, habitada por una población de amplia diversidad étnica. Durante la Colonia sus pobladores estuvieron atados férreamente a la Iglesia Católica y al Rey de España, condición que no les permitió con facilidad la transición hacia un nuevo sistema de gobierno como el propuesto por los patriotas insurgentes. Los patianos y pastusos eran pueblos autosuficientes y en aquella época se encontraban aislados por grandes distancias. La revolución de Quito en 1809 vino a perturbar sus vidas y tras ella, la revolución neogranadina en 1810, liderada por la ciudad Santiago de Cali.

José María Cabal llegó a la montaña de Meneses, distante veinte kilómetros de Pasto cinco días después de la capitulación, sólo para conocer las noticias de lo acontecido y la captura de Cayzedo con su tropa. Ya todo estaba consumado. Cabal, luego de consultarlo con su oficialidad determinó la retirada de inmediato; esta resultó un viacrucis por la agresividad de los realistas patianos y pastusos, apoderados ya de la vía de regreso especialmente en el paso sobre el río Juanambú. Sólo en ese sitio los patriotas perdieron 37 de sus compañeros.

Conocida la noticia del desastre de Pasto, la Junta de Popayán procedió a organizar una nueva expedición. Le comunicó al Cabildo de Pasto de manera enérgica, amenazándolo con destruir la ciudad si no liberaban inmediatamente al presidente Cayzedo, a sus oficiales y soldados con las armas que les habían sido tomadas en la capitulación de mayo. Fueron meras medidas protocolarias. Porque el pensamiento de la nueva Junta de Popayán era bien distinto como se pudo comprobar después. Sobre las instrucciones reservadas que traía Macaulay, Demetrio García Vásquez en sus Revaluaciones Históricas manifiestas: Las instrucciones reservadas que traía Macaulay y que le fueron confirmadas por la Junta de Popayán -subordinada a las conexiones federalistas- revelan claramente el plan de sustituir al noble y veterano general Cabal y de aislar y desconocer al presidente Cayzedo y Cuero. Así lo confesó el improvisado jefe supremo Alejandro Macaulay.

La nueva expedición constaba de 400 hombres y salió de Popayán bajo las órdenes del coronel Alejandro Macaulay, quien sin mayores obstáculos pasó el río Juanambú y después de algunas maromas sangrientas en la población de Buesaco, se hizo presente en el Ejido de Pasto. De inmediato, sin comprometer combate y en conocimiento de la superior cantidad de tropa que poseían sus oponentes, cruzó con el Cabildo de Pasto enérgicas comunicaciones exigiendo libertad de los prisioneros y la entrega de las armas y pertrechos. Para entablar las negociaciones y establecer las bases del tratado, varios eclesiásticos de Pasto acompañados del prisionero Cayzedo y Cuero, a quien para el efecto le habían concedido la salida de la cárcel, se reunieron con Macaulay.

Quedaron planteadas así las condiciones del nuevo pacto que Alejandro Macaulay se encargaría de trasgredir alevemente casi de inmediato, a título de una viveza de las fuerzas patriotas, que terminaron dando al traste con la campaña por la cual Joaquín de Cayzedo y Cuero quiso incorporar a Pasto y sujetar a Popayán en la causa libertadora de Colombia.