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"Se vislumbra una Cuba más orientada al mercado": Arturo López – Levy

Arturo López – Levy, profesor de la Universidad de Texas, dice que en 2018 no se dará una salida brusca de Raúl Castro del escenario político de Cuba. “Será un aterrizaje suave de una nueva generación”.

4 de diciembre de 2016 Por: Redacción de El País

Arturo López – Levy, profesor de la Universidad de Texas, dice que en 2018 no se dará una salida brusca de Raúl Castro del escenario político de Cuba. “Será un aterrizaje suave de una nueva generación”.

¿Qué pasará en Cuba tras la salida en 2018 de Raúl Castro?

No creo que vaya a ocurrir una salida brusca del presidente Raúl Castro del escenario político cubano. El tiene en estos momentos la triada de poder que representa la primera secretaria del partido comunista, y las presidencias del Consejo de Estado y de Ministros. No es lógico que la pase completa de un golpe. Se trata de un aterrizaje suave en el que una nueva generación de líderes que han ascendido en la escalera de poder del sistema, paso por paso y sujetos a pruebas y comprobaciones, toman las riendas. De hecho, la transición de Fidel a Raúl Castro ganó con el papel estabilizador del primero, que en ocasiones expresó opiniones de facciones específicas y en otras ratificó el rumbo tomado por su hermano, bajando la temperatura a posibles desavenencias internas.

Una interrogante importante se refiere a si las reformas constitucionales que han sido planteadas van a modificar el artículo 74 que pone en una sola persona las presidencias de los Consejos de Estado y de Ministros. Así ha funcionado con Fidel y Raúl Castro pero esa unificación de funciones en una sola cabeza no ha probado ser el ordenamiento óptimo en una era de reformas. Es por lo menos razonable que los gobernantes cubanos se planteen una distribución diferente de funciones, con mayor autonomía para el gobierno de los asuntos cotidianos y un presidente del consejo de Estado centrado en cuestiones estratégicas de desarrollo y seguridad nacional.

¿Qué cambios se vislumbran?

Una variable a mirar con atención es la política del presidente electo en Estados Unidos Donald Trump hacia Cuba. Si lo que Trump propone es un ambiente de hostilidad, el sistema cubano se va a atrincherar y es posible que cambios que se ven como útiles y necesarios hoy se pospongan. Cuba tiene un estado de seguridad nacional, enfocado desde la madrugada hasta la noche en la resistencia nacionalista a las políticas coercitivas de Estados Unidos que la administración Obama empezó a desmontar. No creo que las reformas económicas y el proceso de liberalización política se detengan pues son funcionales a los objetivos de desarrollo y resistencia del estado cubano, pero no es ocioso recordar que la lógica fundamental que mueve los cambios no es económica, sino política, y específicamente de seguridad.

Dentro de ese entendimiento, se vislumbra una Cuba más orientada al mercado, más conectada y en interacción con el mundo exterior y en consecuencia más plural. De los últimos pronunciamientos de Raúl Castro y otros miembros de su gobierno se infiere que por lo menos en la esfera económica van a ocurrir algunos cambios notables en los próximos meses. La unificación monetaria y una real descentralización, por ejemplo, se originan en necesidades de complementariedad con los cambios ya efectuados en la estructura de propiedad y en la actitud hacia los mercados. Eso estaba planteado con independencia de la muerte de Fidel Castro.

¿Cómo será la Cuba después de Castro?

Como decía uno de los próceres de la independencia cubana, el dominicano Máximo Gómez, “el cubano si no llega se pasa”. Auguro que dentro del esquema del sistema vigente o en otro que lo suceda, vendrá un periodo de demasiado embullo con el tema del mercado como solución y repudio de la intervención del gobierno en economía. Ya hoy hay lugares en Cuba donde las demandas de justicia social, igualdad, y compensación a los perdedores de las reformas en curso suenan hueca retorica de épocas pasadas. En las redes sociales cubanas hay un grupo de intelectuales que inconscientemente y hasta sin leer con seriedad repiten el mantra neoliberal con el mismo fervor religioso que antes abrazaban las “verdades” comunistas.

Pero este no es el fin de la historia, pronto se hará sentir una cultura política nacionalista y de justicia social que impondrá limites a la adopción necesaria y útil de una economía de mercado, pues en esa área. Cuba tiene alternativas acotadas. Todos los experimentos para salvar economías de comando con sectores de mercado, segmentados del resto de la estructura productiva han sido un fracaso. Los éxitos del este de Asia, el norte de Europa, la propia India tienen importante intervención del gobierno pero en contextos que son esencialmente de economía de mercado.

En lo político, Cuba debe asumir más institucionalmente la pluralidad creciente de su sociedad en términos sociales, e ideológicos, constreñida por la camisa de fuerza que es el unipartidismo. Deben haber cambios dentro del régimen unipartidista como la adopción de límites de mandato, una mayor descentralización, afianzamiento del poder civil sobre el militar, etc. Un abandono del unipartidismo no se vislumbra sin una crisis sistémica, en la que la población se rebele contra el status quo, el gobierno no la pueda controlar y la oposición articule una respuesta viable y atractiva al pueblo y los sectores relevantes de la política cubana. No me parece probable. Las casi seis décadas de enfrentamiento entre las políticas imperiales-coercitivas de EE.UU y el nacionalismo cubano han producido una oposición muy desarticulada, con más sentido de lealtad y responsabilidad hacia Miami y Washington que hacia la Cuba profunda. No es algo de que alegrarse pero es una realidad.

¿Quiénes asumirán el poder? 

Si hoy Raul Castro muriese, la posición de presidente de los consejos de Estado y de ministros la asumiría Miguel Diaz-Canel, y el liderazgo del PCC, José Ramón Machado Ventura. Es una cuadro de conductor defensivo con un pie en el freno y otro en el acelerador. Sin estirar demasiado la analogía del sistema político cubano como una corporación, Diaz-Canel es un hombre de 56 años que ha sido entrenado en las artes de administración en los diferentes niveles. Dirigente de la juventud comunista a nivel provincial y nacional en los 80’s del pasado siglo, luego primer secretario del PCC en las provincias de Villa Clara y Holguín, ministro en la cartera de Educación Superior, una de las más complejas pues lidia con los estudiantes universitarios, y finalmente miembro del Buro Político y primer vicepresidente.

Machado Ventura no es su contrario sino su promotor desde el poderoso aparato de organización y cuadros del PCC, que controla en Cuba cualquier promoción política importante, desde los directores de periódicos locales hasta los ministros. Un excombatiente del segundo frente oriental Frank Pais en la guerrilla de Raúl Castro, es decir fidelista y raulista, con un pie en el uniforme militar y el otro en el conservadurismo ideológico comunista. Tiene ochenta y siete años y no puede ser, por ley de la vida, competencia al ascenso de las generaciones más jóvenes pero contará y mucho en la selección de quienes acompañaran a Diaz Canel en la difícil tarea de gobernar Cuba, y más importante aun quien será su vicepresidente con probabilidad de sucederlo en diez años. 

 

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