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Los 'juegos del hambre' que viven los venezolanos

Escasez golpea más a clase baja y media, por la petrodependencia y nacionalización de empresas.

18 de septiembre de 2016 Por: Redacción de El País y agencia AFP

Escasez golpea más a clase baja y media, por la petrodependencia y nacionalización de empresas.

Roselyn no fue a estudiar la semana pasada. La chica, de 14 años,   madrugó todos los días, pero a hacer fila en los supermercados de Caracas: en casa no hay alimentos. 

Mientras su madre hacía fila en una tienda  del centro, Roselyn se quedó en una cercana, en su barrio popular. Con suerte, la una podría comprar arroz, leche y toallas femeninas, y la otra, harina, café y papel higiénico, entre otros artículos que hoy son un verdadero  lujo en Venezuela.

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La escasez de alimentos y medicinas en Venezuela alcanza el 80 %, según estudios privados. Lo que le da un tinte dramático a la crisis, agravada por el desplome en el precio internacional del  petróleo. En julio de 2008, el precio del crudo trepaba  a  los US$124  por barril. Lejos de esa danza de los millones, la cotización de US$38 hoy, afecta este país dependiente del crudo y de las importaciones.  Además, los venezolanos cargan con la inflación más alta del mundo: 180,9 % en 2015 y el FMI la proyecta  en 720 % para 2016.

Maduro, con una impopularidad de 75 % según encuestas privadas, atribuye la crisis al desplome de los precios del petróleo y a una “guerra económica” de empresarios y políticos de derecha que buscan darle un golpe de Estado, tras casi 18 años de socialismo heredado de Hugo Chávez.

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“Nos tienen pasando hambre, pero estamos resteados (firmes) con el legado del comandante Hugo Chávez”, dicen oficialistas como Elías Pedraza.

Ronal Rodríguez, investigador del Observatorio de Asuntos de Venezuela de la Universidad del Rosario, atribuye esa escasez “a  un modelo político y económico que limitó el acceso a los bienes y servicios, porque  el Estado se convirtió en el gran importador. En Venezuela hay  pocos importadores privados, como ocurre en una economía  de libre mercado como Colombia”. 

Además, cita el esquema de la tasa de cambio que en 2003 adoptó Venezuela, para evitar la corrupción y la fuga de capitales: que ya no les dieran  los dólares con precio preferencial a los privados importadores, sino que el Gobierno empezó a centralizar el proceso. 

El experto explica que hoy en día el salario de los venezolanos no tiene un valor real, porque  existe una economía ficticia. “La gente tiene que usar más el pago electrónico y no el efectivo porque para comprar cualquier producto, tienen que sacar grandes cantidades de dinero. El billete de más alta denominación es el de 100 bolívares y su valor real es inferior al de $2000 en Colombia”, ilustra Rodríguez.

El Gobierno venezolano alega que ese país goza del salario mínimo más alto de Latinoamérica, 8503 bolívares, que  según ellos, equivale a US$1533 mensuales, pero en términos reales es inferior a US$30. Incluso, en mercados ilegales dicen que ni siquiera llega a eso,  sino solo a US$13. “Y vivir con US$30 al mes, es muy difícil, puede tener acceso a los productos del Gobierno, porque son subsidiados, pero si ese mismo venezolano lo va a comprar en el mercado real, no puede”, afirma.

Para Óscar Eduardo Medina, del área de Asuntos Internacionales de la Universidad Eafit, la situación de Venezuela es muy grave y  el proceso  de desabastecimiento es muy alto.

“Si usted va a un supermercado de lo que aquí es estrato 6, encuentra de todo, no con mucha variedad, pero hay; el problema es para las clases medias y bajas”, afirma. Muestra de ello, dice, es lo  sucedido desde la reapertura de la frontera, donde más de 1,7 millones de venezolanos han ingresado a Colombia a la fecha,  49.000 venezolanos al día en promedio,  según  Migración Colombia. “Vienen a  comprar alimentos y medicinas,  en especial azúcar, papel higiénico y harina”, señaló Medina. 

Escasean

Aceite de girasol y  de maíz, arroz, aceitunas, avena, galletas,  chocolates, compotas,  huevos, leche condensada, lentejas, fríjoles, atún,  mayonesa, mostaza, pan de jamón, pan blanco y pan integral, pastas, arvejas, queso, sardinas, jugos. Leche infantil (maternizada): “Esto puede generar un retroceso muy grande a largo plazo, porque va a ser una generación muy mal alimentada, más allá de si se consigue arroz o harina”, dice Rodríguez.Jeringas, antibióticos, Levotiroxina,  anticonceptivos, antihistamínicos, antinflamatorio, desparasitantes, gasas, bisturíes, Paracetamol, sedantes,  quimioterapia.

Otro problema es  que los venezolanos perdieron la  confianza en su economía. La  gente quería acaparar muchos productos ante la incertidumbre de no volverlos a ver y el Gobierno no pudo sostener su importación. Para completar,  “los entrega a cuenta gota y en forma direccionada, ideologizada políticamente desde los Clap, organizaciones que entregan mercados casa a casa solo a aquellos que simpatizan con ese proyecto político”, denuncia Rodríguez.

“Trueque, 2 lit. (litros) de aceite por un plato mixto”, clama la pizarra en el Tizoncito, restaurante de comida mexicana en  Caracas. Su  dueño, José Antonio Vidal, apeló a la práctica ancestral. Chávez “nos lo dijo, que teníamos que empezar a hacer trueques para conseguir las cosas  y beneficiar la economía”, dice Vidal  con  sarcasmo.

El aceite subsidiado le costaría unos mil bolívares (US$1,5) el litro.  “No lo  puedo conseguir porque no me puedo levantar a las 4:00 de la mañana para hacer unas colas enormes, tengo que recurrir a los bachaqueros”  (revendedores), y comprarlo cinco veces más caro, cuenta este hombre de 67 años.

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Empujados por la necesidad, venezolanos han creado grupos en redes sociales y plataformas digitales para publicar sus ofertas o denunciar la carestía con los hashtag #NoHayComida y #AnaquelesVacíos.  “Todo el mundo lo hace. He cambiado harina por arroz o azúcar”, cuenta Juliana Godoy, abogada de 38 años en cuya urbanización los vecinos transan por  Whatsapp.

Para Rodríguez,  el Gobierno compra productos de primera necesidad, pero no los pone a disposición de todos los venezolanos de inmediato, sino “solo a aquellos que les demuestren lealtad. Si sumada a la gran escasez que hay, lo poco que llega se les entrega así, es una lógica coercitiva porque está jugando con el hambre del pueblo”, comenta.

El problema de fondo, continúa, es el acceso a medicamentos, ya que carecen de desde acetaminofén  para el dolor, hasta de  tratamientos para  el cáncer o el VIH, enfermedades de difícil manejo. “El Gobierno –y la OMS– se niega a entregar cifras del estado de salud de los venezolanos, pero el país va a tener un retraso importante porque enfermedades que en otros países son de fácil control, allí se han vuelto muy complicadas”, dice Rodríguez y cuenta que colegas suyos, oficialistas incluso, han  utilizado redes sociales en busca de medicamentos para sus familiares.

Para Medina, el problema grave es la política de estatización de los medios de producción. “Venezuela no se ha destacado por tener una industria muy grande, sino por tener una economía que diferente al petróleo, no posee una gran cantidad de producción y siempre ha vivido con alimentos y productos importados y ante la falta de divisas, pues no se pueden importar”.

Esto, sumado a la baja competitividad de las compañías tomadas por el Estado y la presión a las que no ha podido nacionalizar,  como alimentos Polar por ejemplo, –más de 800 fiscalizaciones en 2015, unas 3 por día–, disminuye esa competitividad. 

“Algunas cayeron en la inoperancia, están casi cerradas, la inversión extranjera salió corriendo, incluyendo la colombiana, y el dinero de los venezolanos, no solo de los extranjeros, se empezó a ir del país”, dice Rodríguez.

Agrega que Freddy Bernal, líder de la revolución bolivariana y director de los Clap, reconoce que fue un error haber estatizado tantas empresas y sobrecargado al Estado de funciones que no le son propias. “Porque, ¿qué hace un Estado repartiendo  leche en bolsa?, como  en Venezuela”, dice Rodríguez. 

Y Luis Florido, de Política Exterior, señaló que  si a la  Cumbre de los No Alineados solo fueron once delegaciones, “que Maduro escuche, es un mensaje que le envía el mundo, que sabe que en Venezuela se viola el derecho a la vida porque no hay acceso a alimentos y medicinas”, expresó.

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