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La corrupción acechó el primer año de presidencia de Dilma Rousseff

La Presidenta de Brasil tendrá el gran reto de reformar su gabinete. Siete ministros se han ido de su lado.

11 de diciembre de 2011 Por: Andrea del Pilar Barrero | Reportera de El País

La Presidenta de Brasil tendrá el gran reto de reformar su gabinete. Siete ministros se han ido de su lado.

Tal vez Dilma Rousseff no imaginó transcurrir su primer año de gobierno con una mano puesta al lado de su mentor político, el ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva, mientras la otra, paradójicamente, ni siquiera le alcanzaría para contar los miembros de su gabinete que, en menos de doce meses, tendrían que abandonar sus cargos, acechados por los crecientes escándalos de corrupción. Y no es para menos. El decidido apoyo que el hoy ex mandatario le brindó antes y durante la campaña a la actual Presidenta de Brasil, abanderada del Partido de los Trabajadores, PT, no sólo le alcanzó para hacerse al cargo más influyente en uno de los países más prósperos de Suramérica, sino también para que heredara los líos que apenas hoy, luego de ocho años del gobierno de Lula, están poniendo contra la pared la política brasileña. Esa es la visión que se extrae de distintos sectores políticos de Brasil y de expertos internacionales, quienes coinciden en que el castillo de naipes que empezó a construir Dilma Rousseff para sostener su incipiente administración, a la que muchos han denominado “la continuidad de Lula”, se empezó a desmoronar, sin dar espera.Para muchos, esa ola de acusaciones por presuntos casos de corrupción -que ya arrasó con fuerza a seis ministros, marginó de la postura oficialista a uno y tiene en la cuerda floja a otros dos-, habría tocado tierra antes de lo imaginado debido a que buena parte de esos funcionarios involucrados también estuvieron vinculados al gobierno del antecesor de Rousseff. (Ver recuadro). El mismo ex presidente brasileño Fernando Henrique Cardoso criticó recientemente la corrupción en su país ante un medio chileno y sostuvo que “desgraciadamente con Lula hubo más impunidad. Él se mostró complaciente. Siempre dio disculpas ante conductas que no tienen disculpas”.Cardoso, quien gobernó a Brasil entre 1993 y 2005, señaló que Rousseff tiene la voluntad de combatir ese flagelo, nombrando funcionarios que no sean corruptos, y que ya “ha tomado riendas” para controlarlo.Detrás de los escándalos De acuerdo con los expertos, los casos de corrupción que se han destapado en el gabinete ministerial de Dilma Rousseff son también el resultado de un movimiento desacertado en el interior de la coalición del Gobierno que integran más de 16 partidos, todos afines al PT. Así lo considera el analista político brasileño, Geraldo Tadeo Montero, quien le sostuvo a El País que ha habido una “repartición desequilibrada” de las fuerzas políticas para cada uno de los ministerios, que puede atribuirse a la incapacidad de Rousseff para hacer política. “Hay mucho desequilibrio porque más o menos la mitad de todos los ministerios están con personas del PT, directamente ligadas al PT. Hay poco espacio para otros partidos”, indicó el analista.Por eso, agregó que “hay muchos problemas de insatisfacción dentro del Gobierno, que generan las acusaciones de corrupción. Esas son denuncias que claramente vienen de personas que conocen la máquina de gobierno y los hechos”. Y es que dentro del Gobierno de Brasil los ministerios se distribuyen entre las colectividades políticas que conforman la coalición gobernante, a cambio de apoyo al oficialismo. No obstante, aunque en teoría la Presidenta nombra a los ministros con base en un perfil técnico, la decisión de quién obtiene determinada posición resulta de transacciones políticas que se llevan a cabo para que esa coalición de gobierno se mantenga.Ante este panorama, Eduardo Kromfly, especialista en derecho internacional, considera que “el fenómeno de Brasil no escapa del fenómeno universal. Se necesita humanizar más la política, atraerla hacia la verdadera democracia participativa, de la igualdad. Estamos con dos sistemas políticos uno que está en la banca, descansando, el comunista. Y el que se impuso, la economía del mercado y algunos de los poderosos llegan a la administración pública y se aprovechan”.¿Una imagen que se desvanece? Aunque seis de sus ministros han renunciado por presuntas irregularidades dentro de la administración pública, Rousseff hasta ahora no se ha visto perjudicada políticamente, o al menos así parecen demostrarlo las encuestas. Su nivel de aprobación ha alcanzado el 70% en los últimos meses, debido a que muchos brasileños consideran que durante este primer año de gestión ha “limpiado su gabinete” y forzado a los ministros corruptos a salir de su gobierno.El mismo contralor General de Brasil, Jorge Hage, ha dicho que el Gobierno ha profundizado el combate a la ilegalidad: “Es importante que, en los últimos ocho años, Brasil despertó y dio inicio a transformaciones significativas en el área del combate a la corrupción, que continúa y se profundiza en el gobierno de la presidenta Dilma Rousseff”.Sin embargo, una posición distinta permite dilucidar Roberto Ochoa, editor de temas internacionales del diario La República de Perú, para quien han sido precisamente los medios de comunicación de Brasil los que han ejercido el papel de desvelar serias irregularidades. “Rousseff está utilizando este escándalo como si ella estuviera limpiando el poder Ejecutivo, el gabinete ministerial que heredó de Lula. Ella sabía que eran corruptos pero no pudo hacer nada. Ahora se ha visto obligada a aceptar las renuncias de los ministros, por la presión de la prensa”, señaló Ochoa.Según explica el experto brasileño, esta nube de corrupción no afecta en gran medida la gestión de Rousseff, aunque sí crea serias dificultades políticas para su gobierno, sobre todo para la aprobación de proposiciones de ley.“La máquina de Gobierno es una máquina muy grande, tiene criterios y normas muy complejas, que no depende tanto de los responsables políticos. Si se quita un ministro, se pone otro y la máquina sigue funcionando”, afirmó Tadeo.Lo cierto es que éste no fue un buen año para la primera mujer que asumió, desde el pasado 1 de enero, las riendas del país más grande de la región. El 2011 cierra con la imagen deteriorada de un gobierno que se estaba carcomiendo a punta de actos ilícitos y con la duda sobre la fragilidad política de una Presidenta que tendrá que sanar las heridas de su gobierno.Por ahora, Dilma deberá empeñarse en su carrera por sacar adelante la tan nombrada reforma ministerial que prometió realizar el próximo mes de enero, a fin de recuperar la estabilidad de su gabinete y devolver la confianza en su gobierno.*Con datos de agencias.

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