¿Corremos peligro? El agujero negro supermasivo que fue descubierto por el telescopio Webb

Los agujeros negros son uno de los fenómenos más enigmáticos y misteriosos del universo. Estas regiones del espacio, cuya gravedad es tan intensa que nada, ni siquiera la luz, puede escapar de su atracción, han desconcertado a científicos y astrónomos durante décadas.

Aunque se encuentran a millones de años luz de la Tierra, su existencia plantea interrogantes sobre su impacto en nuestro planeta.

Es así como el telescopio espacial James Webb de la Nasa realizó otro descubrimiento asombroso: detectó un agujero negro supermasivo activo a una profundidad nunca antes registrada en el universo.

El agujero negro se encuentra en CEERS 1019, una galaxia muy antigua que se formó probablemente 570 millones de años después del Big Bang, lo que la convierte en una galaxia de más de 13.000 millones de años. Los científicos se quedaron perplejos al comprobar lo pequeño que es el agujero negro central de este objeto celeste.

“Este agujero negro mide unos 9 millones de masas solares”, según un comunicado de prensa de la NASA. Una masa solar es una unidad equivalente a la masa del Sol de nuestro sistema solar, que es unas 333.000 veces mayor que la Tierra.

Eso es “mucho menos que otros agujeros negros que también existieron en el universo primitivo y que fueron detectados por otros telescopios”, según la NASA. “Esos colosos suelen contener más de mil millones de veces la masa del Sol, y son más fáciles de detectar porque son mucho más brillantes”, puntualizó también el comunicado.

El tuit detalla que “los datos de Webb muestran que el agujero negro CEERS 1019 está ingiriendo mucho gas y su galaxia está produciendo nuevas estrellas. Se ve una cantidad notable de estructura (3 grupos brillantes), lo que sugiere que tal vez en realidad estamos viendo galaxias fusionándose”.

La capacidad de enfocar un agujero negro tan tenue y distante es una característica clave del telescopio Webb, que utiliza instrumentos muy sensibles para detectar luz que de otro modo sería invisible.

Los investigadores no solo localizaron este fascinante agujero negro, sino que también descubrieron otros dos cercanos que parecen haberse formado unos 1.000 millones de años después del big bang y que también eran ligeros en comparación con otros de ese periodo.

También se registraron 11 nuevas galaxias con pruebas del sondeo CEERS (Cosmic Evolution Early Release Science) del Webb, también dirigido por la Universidad de Texas en Austin.

¿La Tierra corre peligro por el agujero negro?

La idea de que un agujero negro pueda representar un peligro para la Tierra puede parecer aterradora, pero hay varios factores que protegen a la humanidad. En primer lugar, los agujeros negros se encuentran a distancias astronómicas, y el más cercano conocido, V616 Monocerotis, se halla a unos 3.000 años luz de distancia. La probabilidad de que un agujero negro esté lo suficientemente cerca para afectar a la Tierra directamente es prácticamente nula.

Sin embargo, existen escenarios teóricos en los que un agujero negro podría suponer una amenaza para la Tierra. Si un agujero negro estuviera en curso de colisión hacia nuestro sistema solar, su presencia podría desestabilizar las órbitas de los planetas, lo que potencialmente causaría caos y alteraciones gravitatorias en nuestro vecindario cósmico. Afortunadamente, hasta ahora no se ha detectado ninguna evidencia de un agujero negro en ruta de colisión con la Tierra, ni de que pueda pasar.

Además, existe la posibilidad de que algún día podamos enfrentar la amenaza de un agujero negro generado artificialmente. Si bien la tecnología necesaria para crear agujeros negros está muy lejos de las capacidades actuales, es importante tomar en cuenta los posibles riesgos antes de experimentar con fuerzas tan poderosas y desconocidas.