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Este es el segundo hecho de gran magnitud que se presenta dentro de una cárcel en Brasil en lo que va corrido de este año. | Foto: Agencia EFE

CÁRCEL

Brutales peleas entre bandas carcelarias dejan al menos 52 muertos en Brasil

16 personas habrían sido decapitadas y las otras 36 habrían fallecido asfixiados por culpa de un incendio dentro del centro carcelario.

29 de julio de 2019 Por: Agencia EFE

Al menos 52 presos han muerto este lunes después de un nuevo y sangriento enfrentamiento entre dos facciones criminales rivales en una remota cárcel del interior del estado amazónico de Pará, ubicado en el norte de Brasil.

Al término de más de cinco horas de motín, las autoridades confirmaron que al menos 52 reclusos del Centro de Recuperación Regional de Altamira, en el sudeste del estado, han perdido sus vidas.

De entre ellos, 16 fueron decapitados y los otros 36 fallecidos han muerto asfixiados a raíz del humo que se propagó por diversos espacios del complejo carcelario después de que los atacantes se encerraran en un salón e incendiaron el local.

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Se trata de la segunda mayor masacre en presidios brasileños en lo que va de 2019.

El pasado mayo, una cadena de enfrentamientos en cuatro diferentes cárceles del Estado de Amazonas dejó un saldo de 55 muertos en menos de 48 horas en la capital de Manaos, también en el norte de Brasil.

El trágico motín de este lunes ha vuelto a reabrir el intenso debate sobre las precarias condiciones de las penitenciarias de Brasil, el tercer país con más reclusos en el mundo detrás de Estados Unidos y China.

El ataque dentro de la prisión de Altamira ha chocado a la opinión pública debido a su ferocidad.

"Fue un ataque localizado y orientado a exterminar integrantes de una facción rival. Ellos (los atacantes) entraron, mataron y prendieron fuego", afirmó el secretario y dirigente de la Superintendencia del Sistema Penitenciario del Pará (Susipe), Jarbas Vasconcelos, en declaraciones a la prensa.

Minutos después, presidiarios de un segundo pabellón, quienes pertenecen a una facción criminal con ramificaciones en todo el territorio brasileño, habrían entonces irrumpido en el local e iniciado un ataque con "armas artesanales", en su mayoría cuchillos, contra los integrantes de la organización rival, más implantada localmente.

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Durante la acción, dos agentes carcelarios fueron capturados como rehenes, pero fueron liberados horas después sin heridas de gravedad.

Al menos otras dos personas resultaron heridas y fueron ingresadas en un hospital de las cercanías del centro de reclusión de Altamira, ubicado a unos 850 kilómetros de la capital de Pará, Belém.

Asimismo, equipos de socorro, de la Policía Militarizada, Civil y del Juzgado del estado se dirigieron al lugar de los hechos y finalmente lograron poner fin al motín.

Familiares de algunos de los reclusos habían realizado a finales del pasado mayo protestas y pedidos para que las autoridades transfiriesen integrantes de una de las facciones a otras unidades de detención.

Pero según Vasconcelos no había ningún "indicativo" de los servicios de Inteligencia sobre una posible pugna entre las dos bandas y, por eso, no estaba prevista la transferencia de presos a otros complejos carcelarios.

Por su parte, la Alcaldía de la ciudad informó en un comunicado que "sigue acompañando la situación en el presidio" y está en contacto con el gobernador regional de Pará, Helder Barbalho, para tomar las medidas necesarias.

En contraste a los números divulgados anteriormente por el Gobierno del estado (de que el complejo tendría capacidad para 200 presos aunque alberga 311), el Consejo Nacional de Justicia detalló en un informe que el presidio mantiene un total de 343 reclusos, más que el doble de su aforo, que es de 163 plazas.

Según el documento, el Centro de Recuperación Regional de Altamira cuenta con condiciones que fueron clasificadas como "pésimas", debido a su situación de superpoblación y escasez de agentes carcelarios.

Desde 2017, Brasil se vio sacudido por una crisis en su sistema penitenciario, que sufre con una superpoblación con 730.000 reclusos y precarias condiciones estructurales y laborales.

En ese año, una racha de pugnas en el interior de unidades penitenciarias se extendió por diversos estados del norte y nordeste del gigante suramericano y resultó en un saldo de 126 muertos.

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