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Así era Videla, uno de los ejecutores de la más cruel dictadura argentina

"No están ni muertos ni vivos, están desaparecidos", palabras del exdictador argentino que hoy, el día de su muerte, resuenan en los oídos de millones de argentinos que recuerdan con amargura y desconsuelo una época de horror. Un periodo en el que un hombre reflejaba a través de estas palabras sus oscuras convicciones.

17 de mayo de 2013 Por: Elpais.com.co | Resumen Agencias

"No están ni muertos ni vivos, están desaparecidos", palabras del exdictador argentino que hoy, el día de su muerte, resuenan en los oídos de millones de argentinos que recuerdan con amargura y desconsuelo una época de horror. Un periodo en el que un hombre reflejaba a través de estas palabras sus oscuras convicciones.

En los últimos años no ha habido en Argentina un nombre que haya producido más dolor y repudio que el de Jorge Rafael Videla, un hombre que protagonizó el periodo más cruel de la historia reciente del país suramericano.Jorge Rafael Videla, exdictador argentino fallecido este viernes, nació el 2 de agosto de 1925 en la ciudad bonaerense de Mercedes, en el seno de una familia con fuerte impronta política.Videla comenzó su carrera militar en 1942. Tras licenciarse como oficial, ascendió a la sombra del gobierno de la presidenta María Estela Martínez de Perón, tercera esposa del tres veces gobernante Juan Domingo Perón, quien en 1975 lo nombró comandante en jefe del Ejército.El 24 de marzo de 1976, un día que quedará marcado en la memoria de Argentina, Videla lideró, junto a los oficiales Emilio Massera y Orlando Agosti, el golpe de Estado que derrocó a la presidenta y dio paso a una cruenta dictadura de siete años, de los cuales tuvo cinco a su mando. El exdictador reflejó con palabras y acciones las oscuras convicciones que le convirtieron en uno de los principales ideólogos y ejecutores de la más sangrienta dictadura argentina.Ejemplos de su sangre fría hay muchos, como el Mundial de fútbol de 1978, aquel que organizó en su país con el único fin de limpiar la imagen internacional de la Junta Militar mientras se multiplicaban las denuncias por violaciones de derechos humanos.Videla celebraba con entusiasmo los goles de Argentina en la final del Mundial de fútbol de 1978 en el estadio Monumental ante Holanda, a menos de mil metros de un campo de concentración donde las Fuerzas Armadas torturaban y mataban gente.A Jorge Rafael Videla le importaba un rábano el fútbol, pero en aquellos días lo utilizó para crear una imagen falsa de una presunta alegría popular por un título y dar a entender que no existían en la sociedad preocupaciones por otros asuntos."Los argentinos somos derechos y humanos", insistían los anuncios de la dictadura mientras que sus cabecillas, el general del Ejército Videla, el jefe de la Marina almirante Eduardo Emilio Massera y el de la Fuerza Aérea brigadier Aérea Orlando Agosti disponían quiénes tenían o no derecho a la vida.El estadio Monumental, el principal de los seis escenarios del Mundial del 78, está situado muy cerca de la Escuela de Mecánica de la Armada, el mayor centro clandestino de detención, tortura y muerte de aquellos años. A unos ocho minutos andando.Una distancia suficiente para que el eco del grito de una multitud se escuchara con nitidez en celdas oscuras, salas de torturas, en recintos donde parían a sus hijos mujeres detenidas y posteriormente desaparecidas.En ese agujero de la Marina de Guerra donde se instruyó a miles de jóvenes para torturar y matar, se llevaba todo aquello a la práctica mientras la selección argentina superaba a la de Holanda por 3-1 en noventa minutos de juego más treinta de una prórroga.Videla creyó que la puesta en escena era perfecta. Que todo había salido bien. Que se había dado un ejemplo al mundo de armonía y paz en un país que las Fuerzas Armadas estaban "reorganizando" .Le condenaron de por vida por la comisión de delitos de lesa humanidad. Le indultaron. Se reabrieron los procesos en la Justicia, fue condenado nuevamente y pasó parte de su vida en la cárcel, donde murió en un calabozo los 87 años.Desde aquella final con Holanda disputada el 25 de junio de 1978, Videla no volvió a pisar un estadio. No le interesaba el fútbol, como tampoco las vidas de los desaparecidos durante su "cruzada" contra los insurgentes."Un terrorista no es sólo alguien con un revólver o una bomba, sino también aquel que propaga ideas contrarias a la civilización occidental y cristiana", señaló alguna vez.Videla, sinónimo de horror"Se le encontró en su celda sin pulso ni reacción pupilar, por lo que se le realiza un ECG (electrocardiograma) constatándose su óbito, siendo las 08:25 a.m. (hora local) del día de la fecha", señaló este viernes el informe médico oficial, sobre la muerte de quien se convirtió en el símbolo de horror de la última dictadura militar argentina (1976-1983).Murió sin una sola señal de arrepentimiento por alguno de los crímenes que se le atribuyeron. "Dios sabe lo que hace, por qué lo hace y para qué lo hace. Yo acepto la voluntad de Dios. Creo que Dios nunca me soltó la mano", señaló hace dos años quien fue condenado a 50 años por el robo de bebés a mujeres secuestradas por el régimen.Videla llegó a afirmar ante un tribunal que "las parturientas eran militantes activas de la maquinaria del terror" e incluso sostuvo que "muchas usaron a sus hijos como escudos humanos" .Según organizaciones de Derechos Humanos la etapa más negra de la historia reciente argentina, la era de Videla, dejó más de 30.000 desaparecidos."Frente al desaparecido en tanto esté como tal, es una incógnita el desaparecido... mientras sea desaparecido no puede tener un tratamiento especial: es un desaparecido, no tiene entidad, no está ni muerto ni vivo, está desaparecido. Frente a eso no podemos hacer nada.", afirmó sin pestañear en respuesta a una mención del Papa Juan Pablo II sobre los desaparecidos.Considerado el máximo responsable de la 'guerra sucia', bajo su mandato fue asesinada una monja francesa que había cuidado a uno de sus hijos que padecía una minusvalía, recordaba hoy la periodista Miriam Lewin, quien estuvo secuestrada en la Escuela de Mecánica de la Armada (Esma) , el mayor centro de detención clandestina de Argentina.Historias que definen el carácter de un dictador que escuchó sin reacción alguna en su rostro las sucesivas condenas que le impusieron los tribunales por los crímenes de los llamados "años de plomo" : secuestros, torturas, asesinatos y robos de bebés.No conforme con el horror y el miedo sembrado en su país, Videla también estuvo a punto de declarar la guerra a Chile por un conflicto limítrofe que se superó gracias a la mediación del Papa Juan Pablo II.Con José Alfredo Martínez de Hoz como ministro de Economía, Videla instrumentó una política basada en la apertura de los mercados, la liberalización de la legislación laboral y una apertura que acabó por destrozar la industria nacional.Con la economía en recesión, una creciente inflación y la moneda devaluada, Videla fue sucedido al frente de la Junta por el general Roberto Viola el 29 de marzo de 1981.Tras el restablecimiento de la democracia, fue detenido en 1984 y condenado a reclusión perpetua al año siguiente.Lanzó su última provocación el pasado marzo, cuando, desde la cárcel, llamó a los militares a "combatir" para tumbar al Gobierno de Cristina Fernández.Sepultura sin honoresEl cuerpo de Rafael Videla será trasladado a la morgue de Buenos Aires, donde se le practicará una autopsia, según la agencia oficial Télam.Aunque la familia se ha mantenido en un absoluto silencio y se desconoce la fecha y el lugar de su entierro, medios oficiales confirmaron que será sepultado sin honores, de acuerdo a la actual legislación argentina, que inhabilita los funerales de integrantes de las Fuerzas Armadas que hayan estado involucrados en causas de violaciones de los derechos humanos.Con sus silencios ante la Justicia, Videla se lleva a la tumba mucha información que habría ayudado a recuperar la identidad a hijos y nietos de desaparecidos.

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