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Patricia Nieto rompió el silencio tras la libertad de su esposo Sigifredo López

La esposa y soporte de Sigifredo López, habla por primera vez luego de que el exasambleísta recuperara la libertad. Curiosidades halladas en medio del silencio roto.

16 de agosto de 2012 Por: Ana María Saavedra y Jorge Enrique Rojas, reporteros de El País

La esposa y soporte de Sigifredo López, habla por primera vez luego de que el exasambleísta recuperara la libertad. Curiosidades halladas en medio del silencio roto.

Es un asunto curioso: la esposa de Sigifredo López, ese hombre al que la vida ha insistido en arrebatarle el tiempo una y otra vez, no mira el reloj. O no lo mira ahora. No lo mira hoy. Puede que en medio de la entrevista haya sido tan solo una coincidencia, un gesto innecesario en 49 minutos. O puede que no: junto a él, Patricia Nieto también recobró la libertad. Entonces en este momento quizás aquel reloj apenas sea un adorno. A lo sumo, el recordatorio de un pasado azaroso donde el tiempo se iba mientras ella corría en su contra. Los días en Bogotá fueron muy contrarios a los que vivieron en Cali, donde como familia, en medio de todo, se veían muy tranquilos. ¿Esos primeros momentos, cuando a Sigifredo lo trasladan, fueron los más duros?Sí. El traslado, verlo en el búnker, sometido a todo eso. Y luego correr, la angustia de buscar las pruebas, porque nosotros como familia estábamos convencidos de su inocencia. ¿Qué pasaba en ese búnker? ¿Cómo fueron esos primeros momentos?Nosotros llegábamos a orar. Orábamos con él. Él tenía un rosario que yo le había regalado y que todos los días hacía. Luego los hijos estaban en el computador; lo que hacíamos era tenerlo al día de todo lo que estaba pasando en los medios, porque él solo podía tener acceso a un televisor. A veces él tomaba la palabra para decirles a los muchachos que fueran el apoyo mío, de la abuela, que fueran fuertes. Leíamos la biblia y comentábamos la palabra y tratábamos de ver cómo la aplicábamos a lo que nos pasaba. ¿Un reencuentro espiritual?Nosotros veníamos de un secuestro, de una situación muy dolorosa donde yo perdí a mi padre a los seis meses de secuestro, porque él era diabético y somatizó. Era él quien estaba acompañando a los niños en ese momento, era la figura paterna de la casa ante la ausencia de Sigifredo. Entonces después de todo eso nos entregamos a la fe, nos entregamos a creer que Dios nos iba a sacar de todo eso. Y esta vez seguimos el mismo camino, el camino de la fe.¿Esa fe es lo que hay detrás de la madurez evidenciada por Lucas y Sergio, sus hijos? Se lo pregunto, porque son muy jóvenes y asumieron todo con mucha entereza, mucha mesura...Con estas dos vivencias han madurado mucho. Y sí, en su corazón lo que Dios les ha puesto es una fe gigante. En el búnker el papá les contaba del secuestro, lo que le tocó vivir y cómo pudo encontrarse con Dios para poder soportar. Eso fue una enseñanza para ellos, una enseñanza dolorosa, porque verlo ahí fue como otro secuestro, otro secuestro demasiado doloroso.¿Qué era lo más doloroso de todo?Verlo señalado por algo que nunca cometió, que nunca le pasó por su cabeza.Sigifredo se ha referido varias veces al video emitido por un canal de televisión a través del cual fue señalado como culpable de lo que se le sindicaba. ¿Alguien cercano a ustedes llegó a dudar de su inocencia tras la publicación de esas imágenes?Nunca. Los amigos, la familia, las familias de los diputados, todos ellos, que son parte de mi familia, siempre nos dijeron que creían en él.Pero hubo momentos difíciles, el carro que pasó por la unidad donde viven, con gente gritándole asesino...Cuando pasaron por la casa nosotros estábamos en Bogotá. Es que esto despierta odios, pasiones. Así como hubo solidaridad, hay personas que sienten que Sigifredo debe de estar en una cárcel. Pero lo que Dios hace, el hombre no deshace. Incluso hubo señalamientos contra doña Nelly, la mamá de Sigifredo...Cuando se señala a un ser humano como ella, que ya tiene 74 años, es muy doloroso. Ella ha vivido una vida de mucho dolor: le mataron a sus padres, quedó viuda muy joven, toda su vida se dedicó a educar a Sigifredo. Con sus manos, con el esfuerzo de una costurera, fue como lo levantó... Al final entendimos que sólo fueron frases de gente que no conoce lo valerosa que es ella como ser humano.¿Cómo está ella, cómo quedó después de todo esto?Verle la felicidad en el rostro es maravilloso, verla sonreir de nuevo es maravilloso.¿Y cómo está él, Sigifredo? ¿Cómo lo ve usted después de haber tenido que afrontar otro episodio que le robó tiempo de papá, de esposo, de hijo?Tranquilo. Siento que se le ha dado la oportunidad de demostrar su inocencia y eso ha sido fundamental para él. Esto, que era lo que anhelabamos, es lo que le da ahora fortaleza como ser humano. Veo que en su corazón hay perdón, que era algo que yo le pedía a Dios. Sigifredo ha logrado perdonar. Desde el secuestro lo logró y alcanzar eso es, también, otra forma de ser libre.Es un asunto curioso: la gente en la calle se sorprende al verla. Esa gente, alguna gente, tal vez esperaba que en medio de una situación caótica, ella luciera un poco así. Pero Patricia, en todo este tiempo, se ha visto distinta: más delgada, con el pelo brillante, una señora bonita. Ahora, mientras hablamos de eso, ella ríe. Y por primera vez, baja la mirada. ¿En todo estos meses alguien se preguntó que pasaba al interior de esa mujer contra la que el tiempo también se ensañó?Parece una contradicción, pero después de todo se ve rejuvenecida...(Risas) Creo que es por tener tranquilo el corazón. Es la tranquilidad, la paz con Dios. Pero esto me ha pasado no sólo a mi sino a mis hijos, a Sigifredo; gente que me ha dicho: es que yo pensaba verlos derrotados, destruidos y lo que veo es su sonrisa, su rostro iluminado. Lo que yo he contestado siempre es que ese es el reflejo de la fe.Antes de que las Farc liberaran a Sigifredo en el 2009, un día usted me contó que a veces, de camino a casa, tenía que parar el carro y llorar ahí, sola, para que sus hijos no la vieran así. Ahora, cuando todos estaban en la casa de la que no podía salir el ex diputado, tan juntos alrededor del drama, ¿cómo lograba conjurar esos momentos íntimos de fragilidad?Después de haber pasado el secuestro, había más fe. Eso hizo que tuviera más fuerza para enfrentar lo que vivimos. Muchas veces lloré. Yo sola, con mis hijos, los tres. Muchas veces después de hacer la visita en el búnker, Sigifredo sabía que después de haber estado ahí mostrándole la mejor cara, me iba derrumbada. Sabía que muchas veces me iba a llorar y que mis hijos iban a consolarme. Pero igualmente sabía que después íbamos a levantarnos, que íbamos a seguir orando para que él nos siguiera sintiendo fuertes. ¿Cómo eran esos días antes de que Sigifredo recobrara la libertad? ¿Cómo eran sus días en esa casa?Yo vivía muy pendiente de él, de nuestros hijos, de estarlos motivando, estarlos llamando para saber cómo estaban, de organizar el día de la oración, porque todos los días hemos tenido oración en la casa. Los días eran en función de que Sigifredo se sintiera bien en la casa. ¿Y cómo, en medio de todo lo que debía pasar por su cabeza, lograba coordinar una casa? ¿Coordinar pequeñeces como el almuerzo?(Risas) Eso lo compartíamos todos, todos colaborábamos, no me sentí sola con esas determinaciones. Nuestra familia siempre estuvo toda en esa tarea.¿Después de usted soportar siete años de secuestro, luego este proceso, han tenido la oportunidad de planear algo, un espacio para ustedes como pareja, un viaje quizás?Si tenemos la oportunidad, nos iríamos los cuatro y mi suegra para lograr un espacio de descanso después de todo esto que hemos vivido. Pero eso será después: los hijos están estudiando, yo estoy trabajando, él tiene que terminar este proceso... aún no hemos podido determinar qué vamos a hacer, pero sí, sería muy rico tener un espacio así.¿Este dolor los unió más?Cada vez, cada vivencia nos une más. Sí, estamos más unidos, muy fortalecidos como familia.Hábleme de usted. ¿Cómo se siente hoy, más allá de la felicidad evidente? ¿Qué siente ahora mismo?Simplemente siento tranquilidad. La tranquilidad que viene de la fe. Es un asunto curioso. Alguien podría esperar que tuviera otra mirada. Que en los ojos de Patricia Nieto resultara fácil encontrar alguna pena. O rabia. O tristeza. Pero no. Allí hay otra cosa. La mujer que estuvo detrás del hombre al que acusaron de haber planeado la muerte de sus compañeros asambleístas mira, después de tanto tiempo, con amor. ¿Cómo se ama en medio del dolor?Sigifredo ha dicho que ahora el tema de la política en su vida futura se definirá a través de una consulta familiar. Siente que por la política ustedes han sufrido mucho. Sin embargo, cuando uno lo escucha hablar, el político que lo habita se le sale...Sí, eso es algo que estamos por conversarlo con los hijos, con su madre, en un espacio en el que cada uno va a exponer qué es lo que cree será lo mejor para la familia, porque creo que cada uno tiene derecho de compartir lo que piensa en ese sentido y en relación con su proyecto de vida, porque éste no es un proyecto de vida individual sino de familia. Eso, claro, con todo el respeto de lo que Sigifredo aspira como persona, respeto de la forma en que aspira a verse en el futuro.Nadie más podría saberlo: ¿Cómo eran las noches de Sigifredo?En la noche leíamos la biblia y luego él seguía leyendo. A veces hasta muy tarde. A veces lograba concebir el sueño, otras veces no. A veces uno, en medio de las dificultades, encuentra cosas desconocidas de la persona que ama. La reconoce valerosa enfrentando la vida. ¿Qué la sorprendió a usted de su esposo en este tiempo?Yo lo que vi en él fue la fortaleza de su dignidad. Nunca bajó la cabeza, porque era inocente. No fue derrotado ni física ni espiritualmente y eso para mi es admirable. Verlo con ese valor, con esa integridad, para mi fue grandioso.Sigifredo ha dicho que recobró la libertad, pero no la honra, ¿qué tan viable lo ve usted después de tantos señalamientos?Eso hace parte de los que nosotros, como familia unida, tenemos que seguir haciendo. Eso hace parte de la oportunidad que le dan los medios de seguir diciendo que es inocente. Los colombianos deben entenderlo, entender que como familia no tenemos nada por qué ser señalados. Doña Patricia, el amor de ustedes, sobreviviente de pruebas que parecían insuperables, ¿qué es hoy para usted?Algo que cada vez crece más, que cada vez está más fuerte. Los seres humanos somos muy complejos; parece cuento pero, cuando es real, el amor crece en las dificultades.¿Casados cuánto?26 años.¿Cómo fue que se enamoraron?Estudiamos juntos los dos últimos años del colegio y nos enamoramos haciéndonos poesías.Y en medio de todo esto, el ex diputado llegó a escribirle?Sí, llegó a escribirme.

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