Los Urabeños desatan una nueva guerra en el Valle del Cauca
Desde hace año y medio Los Urabeños están ingresando a la región. Se pelean territorio y el control del narcotráfico con los Rastrojos.
Desde hace año y medio Los Urabeños están ingresando a la región. Se pelean territorio y el control del narcotráfico con los Rastrojos.
Hasta ahora van 17 muertos. Pero todo el mundo, aunque sea terrible decirlo, espera que el número de cadáveres vaya en aumento porque mientras usted lee esto, en el Valle se está librando una nueva guerra por el control del mundo criminal. Los bandos que se pelean con fusiles, granadas y pistolas automáticas los dividendos que dejan el narcotráfico y las extorsiones en esta parte del país son Los Rastrojos y Los Urabeños, dos de las más fuertes organizaciones criminales de todo el país. La llegada de Los Urabeños a esta región tiene contra las cuerdas a las autoridades porque los hechos de violencia no dan tregua desde agosto. Sólo la semana pasada hubo dos masacres seguidas (una con trece muertos en Buenaventura y otra con cuatro miembros de una misma familia en Roldanillo) y se rumora que asesinatos como los de los dos hermanos del Alcalde de El Dovio, ocurridos el pasado 1 de octubre, tienen que ver con la guerra entre las bandas criminales que están tratando de golpear cada vez más fuerte a la otra.Violencia importadaLos Urabeños no son del Valle. Son un grupo criminal compuesto, según el Ministerio de Defensa, por 1.900 hombres que operan principalmente en los departamentos de Córdoba y Antioquia (Urabá) en donde se dedican al contrabando de drogas, a la extorsión y a los asesinatos selectivos.Pero, el coronel Nelson Ramírez, comandante de la Policía del Valle admite que este departamento es ahora el objetivo de esa banda. Y es que según cálculos de autoridades regionales, en el Valle del Cauca se mueven cada mes un promedio de $10.000 millones sólo por narcotráfico.Lennos Ramos, defensor regional del Pueblo, dice que los Urabeños tienen un plan de expansión territorial desde hace un año y medio, pero que inicialmente su llegada al Valle no tenía mucho qué ver con una ambición de poder, ya que ellos controlan rutas de transporte de drogas, microtráfico y extorsiones en Urabá y sus alrededores.Ramos explica que el confeso narcotraficante Víctor Patiño Fómeque, quien pagó siete años de cárcel en Estados Unidos y regresó hace unos meses a este país, buscó alianzas con Urabeños para tratar de recuperar su poder y cobrar venganza a grupos de Rastrojos que asesinaron a miembros de su familia luego de su extradición.Según versiones de la Defensoría y la Policía Nacional, Patiño Fómeque habría recibido, inicialmente, apoyo de una célula de los Machos, grupo armado que estaba al servicio de alias Don Diego, antiguo miembro del Cartel del Norte del Valle y quien hoy está extraditado en EE.UU. Los Machos son enemigos naturales de los Rastrojos en esta región. El contacto entre Patiño y Los Machos se habría dado a través de Martín Bala, quien es el presunto líder de varias oficinas de cobro en el departamento y quien trabajó de la mano de capos como Don Diego.Martín Bala, en nombre de Patiño, habría pedido ayuda a los Urabeños para combatir a los Rastrojos especialmente en municipios del norte del Valle como La Victoria, Cartago, Riofrío, Ansermanuevo y El Dovio, debido a su poca capacidad de batalla. El objetivo inicial de Patiño Fómeque, Martín Bala y los Urabeños sería recuperar el Cañón de Garrapatas, un punto estratégico para el tráfico de armas y drogas, que hoy está en manos de Rastrojos.Sin embargo, sólo hasta hace dos meses se hizo evidente la presencia de los Urabeños en el Valle del Cauca. ¿Por qué, si su incursión estaba en proceso desde 2011?Una fuente judicial explica que debido a la caída de importantes cabecillas como Diego Rastrojo y los hermanos Javier y Luis Enrique Calle Serna, el grupo de los Rastrojos se debilitó y surgieron disidencias en su interior. Ciudades como Tuluá y Palmira fueron las más afectadas porque la reorganización interna trajo enfrentamientos entre lugartenientes que querían ser los nuevos dueños de la corona.Según la Policía, esta división al interior de los Rastrojos impulsó a los Urabeños a iniciar un plan de control de los negocios ilícitos de la región. En este momento su plan de expansión se está concentrando en Buenaventura y en Tuluá, principalmente. Y los muertos lo evidencian: aunque sólo se han comprobado 17 asesinatos por causa del enfrentamiento entre estas dos bacrim, la Policía confirma que de los 156 homicidios ocurridos en Tuluá y los 67 en Buenaventura durante este año, al menos 70% se refieren a la lucha por el poder.En este momento las joyas de la corona son esas dos ciudades. El coronel Óscar Gómez, quien comanda a la Policía en Buenaventura afirma que los Urabeños quieren ser los nuevos dueños de la salida al mar y, además, fijaron su atención en la minería ilegal.Gómez afirma que en esa ciudad hay al menos 20 Urabeños, que son liderados por un hombre apodado Pony, de quien se desconoce su verdadera identidad. Las autoridades sólo cuentan con un retrato hablado que fue obtenido luego de que se capturaran ocho Urabeños en esa ciudad, la semana pasada.Un habitante de Buenaventura que conoce de cerca el conflicto asegura que la llegada de Pony sacudió los cimientos de la ciudad. La Empresa, una banda de 150 hombres que además comete asesinatos selectivos y se dedica a la extrosión en el puerto, vio en Pony un enemigo con quien no se puede compartir el negocio.La Empresa estaría siendo apoyada por Los Rastrojos, quienes usarían un método de subcontratación para delinquir en esa zona del Pacífico.Los Rastrojos usan a La Empresa para delinquir en cuerpo ajeno y ahora están asociados para combatir a los Urabeños, dice un investigador de la Policía.Se sabe también que al puerto fue enviado alias Mauro, un sicario de alto nivel en Palmira y quien estaría bajo el mando de Martín Bala. Según la Policía Nacional, este hombre habría empezado su vida delictiva en el ELN hace más de dos décadas y ahora comanda grupos de Urabeños.Las autoridades están preocupadas. Ya se crearon grupos especiales para enfrentar a las bacrim en el centro y norte del Valle y más de 600 hombres fueron trasladados a la región para garantizar la seguridad, pero, al parecer la guerra apenas está comenzando.