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Informe exclusivo: así funcionan las oficinas de sicarios en Cali

En Cali hay doce oficinas de cobro compuestas por mercenarios que se venden al mejor postor para asesinar y robar. Las bacrim y las Farc, el motor de esos vehículos de violencia.

24 de septiembre de 2012 Por: Redacción de El País

En Cali hay doce oficinas de cobro compuestas por mercenarios que se venden al mejor postor para asesinar y robar. Las bacrim y las Farc, el motor de esos vehículos de violencia.

Si hay algo que sirva para definir lo que es una oficina de cobro es el hecho de que sus miembros ofrecen sus servicios delictivos a quien tenga cómo pagarlos. En el caso de Cali hay otro elemento que las caracteriza: hay dos grandes ‘clientes’ cuyo dinero sirve como motor de estas organizaciones ilegales en esta ciudad: las bandas criminales (bacrim) y la guerrilla de las Farc.Las autoridades locales tienen claro que algunos de los asesinatos, atentados con bomba y robos a bancos cometidos en Cali e, incluso, en otras zonas del país, son producto de una alianza maldita basada en lo criminal y lo económico.Aseguran que la ‘terciarización’ de los delitos se ha convertido en una herramienta de los ilegales para extender sus tentáculos, sin arriesgar sus cuellos más de lo necesario.La modalidad es una suerte de ‘outsourcing’ de servicios ilegales. El comandante de la Policía de Cali, general Fabio Castañeda, explica, por ejemplo, que si las Farc quieren dar un golpe sin ponerse en evidencia, contactan a uno de los cabecillas de uno de los doce grupos de sicarios que, según él, hay en Cali hoy.Eso garantiza que si ‘la vuelta’ se cae, si hay capturados, si alguien resulta muerto o herido, la estructura guerrillera no se ve afectada: no pierde uno de sus miembros e iniciar un caso judicial en su contra por violar la ley es casi imposible, ya que no participó directamente.Un hombre moreno, delgado y recio como una guadua dice que él no sabía lo que es un mercenario, pero ahora que se lo explican sabe que él es uno. Vende su macabro talento: matar gente. Matarla rápido, matarla sin preguntar quién es, matarla y escapar. Él, que hizo parte de una de las llamadas oficinas de cobro que operaba en el barrio Mariano Ramos, al oriente de Cali, dice que de ese ‘material’ están conformados estos grupos: de mercenarios puros y curtidos. Algunos de ellos son apenas chiquillos que tienen más muertos que edad.Él dice que los ‘trabajos’ se hacen sin preguntas. Sí se pregunta quién es, sólo porque eso determina el pago. Nada más se averigua.Eso sí, nadie acepta cometer un delito sin que haya unas ciertas garantías: dinero en mano, mucho dinero, porque no se trata sólo de pagar a los sicarios o los ladrones, hay que hacer inteligencia previa, hay que tener listo un abogado en caso de que haya capturas, se necesitan armas que no se puedan rastrear.Es por eso que las autoridades están convencidas de la alianza entre bandas criminales, Farc y grupos de sicarios. El nivel de organización y la sofisticación a la hora de delinquir es apabullante.No cualquiera, entonces, puede ser el cabecilla de una de estas oficinas. El País conoció, por ejemplo, que el líder de varias de las oficinas de cobro más peligrosas de Cali es un hombre apodado Martín Bala y su poder es tal que tiene bajo sus órdenes bandas de Mojica, Manuela Beltrán y Terrón Colorado como la llamada ‘Calle Luna’.Todas muy reconocidas en la calle. Cuando alguien habla de ellas lo hace en voz muy baja, cuidándose de que nadie oiga.Según las autoridades ‘Martín Bala’ es en realidad Greilin Fernando Varón Cadena, quien heredó el apodo de su propio padre, Fernando Varón, quien era, en la década de los 90, uno de los lugartenientes de Iván Urdinola. 'Martín Bala’, el hijo, continuó la senda de su padre y en pocos años él mismo se convirtió en uno de los lugartenientes del hoy detenido Diego León Montoya, alias Don Diego, uno de los líderes del Cartel del Norte del Valle. Y ahora, el poder es suyo y lo está usando en Cali.Pero, no está solo. Sicarios locales afirman que hay otro poderoso capo que tiene un pequeño ejército de gatilleros a sus órdenes. Se trata de alias Palustre, de quien se tienen pocos detalles. Sólo se sabe que delinque en la zona centro de la ciudad y que reemplazó a Carlos Alberto Murillo, alias Galleta, en el control de las oficinas de cobro, luego de que este último se entregara a las autoridades en Panamá. Fuentes judiciales afirman que ‘Galleta’ trabajó de la mano de Javier Antonio Calle Serna, ‘Comba’.Un investigador de la Policía dice que las bandas de ‘Martín Bala’ y ‘Palustre’ están inmersas en una guerra por el control territorial y que, al igual que en el centro del Valle, hay una disputa casi animal para quedarse con las líneas de microtráfico en Cali.Y es que el dinero que se está moviendo con la venta menudeada de drogas parece mentira. El investigador asegura que un solo expendio de drogas puede tener ganancias de entre seis y siete millones de pesos al día.Estas son las pruebas de que detrás de las oficinas de cobro hay un músculo criminal de alta categoría.Cortando cabezas a una hidraSegún la Policía de Cali, en lo que va corrido del 2012 se han desmantelado 6 de las 18 bandas de sicariato que había en Cali.En total se realizaron 120 capturas. Esto podría significar que entre las doce que siguen activas hay al menos otros 240 ‘profesionales’ del delito y el asesinato.Pero, aunque existe una guerra frontal contra estas empresas criminales, parece que los esfuerzos son en vano. Cada vez que se corta una de las cabezas al mostruo, dos más crecen en su lugar. Como la legendaria hidra.Un miembro de inteligencia de la Policía así lo confirma: “Cada que cae un cabecilla, cuatro se pelean su lugar”. En este momento hay una guerra en las calles. La entrega de ‘Galleta’ a las autoridades y el relevo de ‘Palustre’ ha significado muertes.Un sicario que accedió a hablar con El País asegura que se están eliminando a los que no quieren obedecer las órdenes de la nueva administración.Hace dos semanas se presentó un homicidio en el barrio Popular y luego, una semana después, otro en Los Andes. El sicario dice que se trata de un ajuste. De apretar tornillos sueltos. Las autoridades confirman que al menos un 60% de los asesinatos que se cometen en la ciudad son por la guerra de poder entre los grupos delincuenciales.Así que la Policía local admite que el problema es grave. Es que consolidar un caso, recolectar pruebas de que los asesinatos, robos y microtráfico están ligados es una tarea titánica, de paciencia, de horas de inteligencia, de documentación.No es sencillo unir los puntos y determinar que una banda es la responsable de una serie de delitos. Y mucho más aún cuando los autores materiales de muchos de esos crímenes son chicuelos de menos de 18 años.Se ha comprobado que de esas 12 organizaciones de sicarios 7 usan menores de edad para cometer el 60% de sus delitos. Los chicos son usados para matar y robar, para llevar drogas y cobrar micro extorsiones. Aprovechan que el Código del Menor no contempla sanciones represivas para los niños que delinquen.Y las bandas le sacan el jugo a esa situación. Sólo en lo que va corrido de este año ya han sido aprehendidos 31 menores por haber cometido homicidios, 440 más por portar armas de fuego, 60 por lesiones personales y 2 por secuestro. En total se han aprehendido 2.056. Lo dicho. Se corta una cabeza y crecen dos más.Los azotes de CaliEl parche de ‘Zuley’, ese grupo que tuvo la capacidad de atacar al ex ministro Fernando Londoño con una bomba, supuestamente armada en Cali, es apenas una de las bandas que azota la ciudad con su violencia.De acuerdo con la Policía, esta banda que ya fue desmantelada, sirvió como herramienta a las Farc para realizar el ataque a Londoño, en Bogotá. Al parecer cumplían órdenes de alias el Enano, miembro del frente Manuel Cepeda Vargas, de las Farc.Un antiguo miembro de una oficina de cobro en Cali afirma que no es del todo cierto que los de ‘Zuley’ hayan armado la bomba en esta ciudad.Cuenta que en las calles corrió el rumor de que a los del parche se les localizó desde la capital, se les pagó el transporte y un hotel en Bogotá y que allá les dieron la bomba. Incluso, se habló de que alias Carne, quien se encargó de plantar el explosivo en el vehículo del ex ministro, debía morir en el atentado para no dejar cabos sueltos.Pero, ‘Zuley’ es apenas uno de los grupos que administran el terror en la ciudad. Uno de los más conocidos en las esquinas caleñas es el de ‘Los Paisas’. La organización criminal que controla todo el microtráfico de la galería de Santa Elena. Nadie sabe muy bien quiénes son, cuántos son, cómo son, cómo visten. O al menos nadie se atreve a decirlo.Dicen en la galería que aparecen por allí uno o dos días a la semana, se reconocen porque conducen grandes camionetas blancas o negras. Dan órdenes, preguntan, entregan dinero y vuelven a desaparecer. ‘Los Paisas’ manejan la venta de bazuco, marihuana y cocaína, teniendo para cada tipo de droga algo así como un cartel independiente. Hay un grupo de personas ubicadas en un lugar específico de la galería encargadas de la venta de bazuco. Otro grupo se ocupa de la marihuana y un tercer grupo de la cocaína. Un número de entre 15 y 20 sicarios se aseguran de que los jíbaros no roben y de que nadie que no pertenezca a la organización venda drogas adentro de Santa Elena. Entre los jefes, coordinadores de la venta y sicarios, se trataría de unas 50 personas.El centro de operaciones de la organización de ‘Los Paisas’ está en El Planchón, en ese corredor que se extiende desde la Carrera 29 hasta la Carrera 32, exactamente en el extremo de la Calle 26 con Carrera 32: se sigue el caño que desciende por la Carrera 29, al llegar a la antigua carrilera se gira hacia la derecha. La droga que venden ‘Los Paisas’ presuntamente llega del Cauca y es proveída por las Farc. Y el negocio es, por supuesto, muy rentable. La organización lleva más de diez años manejando el negocio en Santa Elena.Las otras doce oficinas de cobro tienen una estructura similar. Se alimentan directamente de la venta al detal de las drogas y se ofertan para cometer delitos a quien les pague. Y así sigue el ciclo, cortando cabezas y con otras dos saliendo en su lugar. Como peleando contra la hidra.

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