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Así se ‘sobrevive’ en Villahermosa, la cárcel más hacinada de Colombia

Dormir en un escalón, orinar en una botella, respirar un vapor hirviente. A eso deben someterse los presos de Villahermosa en Cali. Testimonio.

9 de febrero de 2014 Por: Laura Marcela Hincapié Serna | Reportera de El País

Dormir en un escalón, orinar en una botella, respirar un vapor hirviente. A eso deben someterse los presos de Villahermosa en Cali. Testimonio.

Caí en la ‘jaula’. Así le dicen. Y eso es, tal cual, una jaula. Un cuadrado de unos ocho metros de ancho y de largo, con planchones para uno echarse ahí, como un animal. Allí meten a los nuevos presos en Villahermosa. Allí nos dejan hasta que nos asignan un patio. Yo llegué un domingo. Fue en noviembre del año pasado. Cada minuto entraba más gente. Al día siguiente, ya éramos unos 70. La ‘jaula’, entonces, parecía reventarse. Teníamos que dormir de lado. Muchos se tiraron al piso y otros, los más de buenas, alcanzamos planchón, una cama de cemento frío donde nos hacíamos hasta 12. Eso sí, ‘emparrillados’, o sea juntando la cabeza contra los pies de otro y los pies contra la cabeza de uno más... Imagínese una tripa de salchichas. Ni con mi mujer había dormido tan pegado. Así pasé tres noches hasta que me mandaron al patio 2.Eran las siete de la noche y llegué a la ‘isla del muerto’, así le llaman a las gradas que dividen el primer y el segundo piso del patio. Cada grada se convierte en una cama. 20 gradas, 20 hombres. Luego me contaron que allí dormían los que no querían colaborar con la limpieza o aquellos que eran muy desadaptados. Caminar en medio de esos tapetes humanos era toda una penitencia. ¡Cuidado le pegas a esa cabeza! ¡Ojo pisas ese brazo! Empecé a entender que la ‘jaula’ no era lo peor que vería.La cárcel Villahermosa de Cali tiene capacidad para 1617 internos, pero el pasado lunes la Personería, en una visita al penal, comprobó que había 6430 presos. Es decir, una sobrepoblación del 300 %. Y la situación tiende a empeorar. La misma directora del centro carcelario, Claudia Giraldo, reconoce que son más los que entran que los que salen: la Policía les traslada a diario unos 10 reclusos. 70 a la semana. 280 al mes. 3360 al año. Aunque una sentencia de tutela de agosto del 2013 -interpuesta por la Personería-, ordenó al Inpec tomar medidas para mejorar las condiciones de la población carcelaria, entre esas un traslado del 50 % de los internos, el fallo no se ha cumplido. El personero de Cali, Andrés Santamaría, cuenta que el hacinamiento ha llegado al punto que algunos patios, como el 1A, tienen 1011 internos y su capacidad real es de 126. Lo mismo ocurre con el patio 2, que puede albergar 186 reclusos y tiene 999. Y a los patios 3, 4 y 5 les sobran unas 2400 personas. En uno de los pasillos del patio 2 me recibió el ‘Pluma’, es decir el patrón, cada uno de los diez patios de la cárcel tiene el suyo. Es una especie de administrador que te dice qué podés hacer y qué no. Muchos creen que los ‘Plumas’ sirven para mantener el orden en la cárcel, porque vigilan que no haya peleas, que se haga limpieza; pero como el poder enloquece, muchos abusan, hasta que se ‘voltea el patio’, o sea que los demás se rebelan y matan al patrón. El ‘Pluma’ que me recibió, un morocho acuerpado, acababa de desbancar a otro, pero ese tuvo suerte. Quedó herido. Ante la falta de vigilancia, los ‘Plumas’ se convierten en los guardianes de los patios. Según datos de la Personería, en la cárcel de Cali solo hay 200 guardas, de los cuales 20 están en labores administrativas. Los restantes deben vigilar a los 6430 internos y a los 2168 condenados que cumplen sus penas en detención domiciliaria. 180 guardas para 8548 personas. Cada uno debe cuidar a unos 47 presos. Misión imposible.En ese pasillo solo había capacidad para 48 presos y éramos unos 120. La imagen se repetía: hombres tirados en el piso como muertos. Y empeoraba: algunos sentados contra la pared, con la cabeza apoyada en las rodillas. En algunas colchonetas se amontonaban hasta cuatro y en las pocas celdas que había dormían unos tres. Y todos esos cuerpos allí, pegados el uno al otro, como un siamés, sudando mugre. El aire no era aire, era más bien un vapor que hervía desde el suelo. Imagine un sauna repleto y cambie el olor a eucalipto por el más asqueroso del mundo: una mezcla de sudor, comida podrida, humedad, orines. Así. Los primeros días dormí sentado. Como una estatua. O sino venían los gritos, los insultos, las amenazas. Aún durmiendo así, como en una lata de sardinas, no podés pegarle a nadie; la gente se levanta endiablada. A las tres semanas, cuando ya cogí confianza empecé a ‘terceriar’, es decir, cuando uno se acuesta en el espacio que queda entre las celdas y el pasillo, en hileras de a tres. Haga de cuenta una caja de lapiceros. Así, rectos, inmóviles. Y bocarriba siempre porque no se sabe quién está al lado.Y ahora sí, la pensadera. Recuerdo que, las pocas veces que lograba desconectarme, el sueño era el mismo: volvía a ser el hombre al que le falsificaron los papeles y lo confundieron con un ladrón. Entonces, veía la sonrisa de mi hijo de 3 años, los ojos negros de mi esposa, la comida caliente en la mesa... Y luego... otra vez el vapor hediondo, los pies sucios y sudados encima de mi cabeza.Cuando ya la espalda se me iba a quebrar del dolor, compré un ‘perrito’: un pedazo de colchoneta. Me costó cinco mil pesos; entera valía 20 mil. Muchos preferían venderla. Cambiaban esa cama por 20 cigarrillos de marihuana. Allá la plata no compra la felicidad pero sí la supervivencia. Las celdas también se venden. Algunos condenados las compran por un millón y medio o hasta dos millones, dependiendo del patio, claro. Porque cada patio es un mundo. En el patio 1 está la gente de billete. Entrar allí te vale un millón, se le consigna al ‘Pluma’ la plata en una cuenta y él gestiona el traslado.Doña Carmen no tiene cómo comprarle una celda a su hijo de 21 años, que entró a Villahermosa hace tres meses. Ella, una vendedora de rifas, solo pudo darle 20 mil pesos para que comprara una colchoneta. Tampoco tiene cómo pagarle la entrada al patio 1. Apenas hace unos días logró que lo pasaran al 9, que es más limpio que el 1b, donde lo habían mandado. Es que allí -cuenta doña Carmen- las ratas y cucarachas le pasaban por encima toda la noche. “Porque el ‘Pluma’ ese no los ponía a limpiar”. Entonces, la mujer tampoco dormía, temiendo que un día su muchacho amaneciera con una cucaracha dentro del oído. “Porque yo vi eso en una película”. Tenía que hacer mis necesidades en un patio, como un perro. Los sanitarios no dan abasto y las duchas menos: en una se bañan hasta 200. En la noche ir al baño es una travesía. No se podía caminar porque el piso estaba tapizado de gente y a pesar de que uno lograra llegar, todos estaban ocupados: así como una grada era una cama, un sanitario también. Muchos se quedaban dormidos ahí sentados, en la tasa. Al otro día amanecían los colchones llenos de los orines de aquellos que no les daba la gana de utilizar una botella. Una de las pocas acciones que está adelantando el Inpec, en cumplimento de la sentencia, es la remodelación de los baños de algunos patios. A la Personería le confirmaron que se están invirtiendo $300 millones en estos trabajos, sin embargo el número de baterías sanitarias seguirá siendo insuficiente. El patio 1A, por ejemplo, que tiene 1011 presos, solo cuenta con 14 sanitarios. Frente a las otras necesidades que tiene el penal -construido en 1958-, como el reforzamiento de las redes eléctricas, pisos, techos, alojamientos; la directora regional del Inpec, mayor Miryam Vargas, explica que el Instituto ya solicitó $11 mil millones, pero los recursos no han sido destinados. Con miles de personas viviendo como animales, antes no hay una epidemia en esa cárcel. Yo siempre tuve miedo de que me diera una enfermedad en la piel porque muchos tenían hongos, les salían hasta en la cabeza y les tumbaban el pelo. Otros tosían todo el día y escupían y moquiaban y contagiaban al de al lado de todas esas bacterias. En los dos meses que estuve en la cárcel nunca tuve ni gripa, pero una semana antes de salir me dio dengue. Sentía el cuerpo hirviendo, como una bola de fuego, y me dolía como si me hubieran dado una paliza con un bate. Pedía a gritos una pastilla, pero el guarda decía que tenía que esperar porque era domingo. Solo hasta el lunes me inyectaron una dipirona. Fue como regresar de la muerte. Suspiré. La Personería constató que en Villahermosa hay seis pacientes de tuberculosis, ocho que requieren diálisis y el patio 2 tiene 40 presos con VIH. Aunque Caprecom entrega los medicamentos a los enfermos terminales y atiende las urgencias, el proceso tarda mucho y no se les hace un seguimiento a los pacientes heridos. En parte, eso se debe a que en la cárcel solo hay cuatro médicos, dos de día y dos de noche. Para 6430 internos. Otra misión imposible. Y los discapacitados están en condiciones degradantes: no disponen de un pabellón exclusivo y requieren la ayuda de otros internos para sobrevivir. Un preso que está en una silla de ruedas confiesa que a veces se queda hasta tres días con el mismo pañal porque no hay quién se lo cambie. Un lunes de enero pasado, luego de 60 días de ese calvario, quedé libre. La Policía comprobó que yo no era un ladrón. Ahora, un mes después y aún con siete kilos menos, cuando cierro los ojos, vuelvo a sentir ese dolor de espalda, ese vapor hediondo, esos pies y esas cabezas pegadas a mi cuerpo... Solo que hoy aquel sueño es real: la sonrisa de mi hijo, los ojos negros de mi mujer, la comida caliente en la mesa...Sin cumplirEl Juzgado 10 Penal del Circuito de Cali, en la sentencia de tutela 096 de agosto del 2013, ordenó que dentro de los siguientes cuatro meses (y hasta los próximos dos años) se hiciera un traslado progresivo de los internos de la cárcel Villahermosa a otros centros penitenciarios del país. Sin embargo, en su reciente visita de seguimiento, la Personería constató que, lejos de reducirse, la población carcelaria sigue en aumento. La entidad también concluyó que, frente a la amenaza de una tragedia como la ocurrida en la cárcel Modelo de Barranquilla, “Villahermosa no está preparada”. Y es que el penal no tiene hidrantes en su interior, “pues Emcali se ha negado a instalarlos”, ni dispone de mangueras ni otros elementos necesarios en caso de un incendio. “Los bomberos han rechazado varias peticiones para visitar la cárcel y evaluar los riesgos”.

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