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Los dominicos conmemoran 450 años de presencia en Cali
Los dominicos dejaron una huella decisiva en Cali, a partir de la educación y la acción social con la creación del Colegio Lacordaire y el Cottolengo, obras que aún perduran como parte de su legado.
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7 de oct de 2025, 11:00 a. m.
Actualizado el 7 de oct de 2025, 11:00 a. m.
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A pocos años de la fundación de Santiago de Cali por Sebastián de Belalcázar, el Provincial de la Orden de Predicadores en el Nuevo Reino de Granada, fray Alberto Pedrero dispuso en 1575 la creación -a partir del convento de Popayán- de las casas religiosas de Pasto, de Cali y de Buga.
El convento de Santo Domingo, emplazado a pocas cuadras de la actual plaza de Cayzedo pasó a la jurisdicción de la provincia de Santa Catalina del Ecuador en sus primeros años de existencia, sostenido con las limosnas de los vecinos hasta que a comienzos del setecientos se logra terminar la construcción del templo y del convento, se abre la cátedra de gramática y se convierte en punta de lanza de los misioneros que incursionaban en el Chocó.
La comunidad se mantuvo estable durante la independencia, incluso el prior firmó el acta de adhesión a la junta patriótica de Quito, lo que no impidió que el Congreso de Villa del Rosario de Cúcuta de 1821 suprimiera el convento y que sus rentas, a petición del General Santander, sirvieran a la fundación del colegio Santa Librada, igual suerte corrieron los otros conventos dominicanos de la región.
Con ocasión del Primer Congreso Eucarístico Bolivariano, celebrado en la ciudad en enero de 1949 y que dejó honda huella en la ciudad, no solo en su fervor cristiano, sino también en su infraestructura y en el desarrollo urbanístico de Cali, participaron varios frailes, quienes viendo su pujanza y futuro promisorio, pidieron a sus superiores en 1952 el cierre de la casa san Sebastián de Popayán y el traslado de la comunidad a la sultana del Valle, previa autorización del obispo Mons Julio Caicedo, quien gustosamente dio el visto bueno para su retorno.

En septiembre del año siguiente, desde Roma, el Maestro General de la Orden, Fray Manuel Suárez erigió canónicamente la casa con el título de Santísimo Nombre de Jesús y ordenó al Provincial, fray Alberto Ariza, la destinación de los primeros frailes dominicos y su respectivo superior.
Ubicados en la carrera 8va con calle 9na comenzaron su ministerio empeñado en la predicación de retiros espirituales, enseñanza en la universidad, en varios colegios y en las capellanías de las comunidades de las hermanas de la Presentación y de Santa Catalina. Poco después se desplazan a Siloé, el sector más pobre de la ciudad en aquella época y con apoyo de las autoridades municipales, promueven la creación de escuelas y de centros de salud.

Experiencia que va a servir al padre Ricardo López en 1956 para abrir lo que comenzó cómo el Instituto Lacordaire de bachillerato y comercio en un modesto local arrendado y que hoy es el colegio bilingüe del cual han salido egresados centenares de jóvenes caleños, destacados en las más distintas áreas del conocimiento, emprendedores exitosos y ciudadanos de acrisoladas virtudes.
Otro fraile emprendedor, esta vez en el campo social, el padre Alonso Ocampo, se le ocurrió fundar un Cottolengo en 1959 para atender todo tipo de pobrezas. Obra que dirigió con ejemplar dedicación hasta su muerte y que hoy, ha vuelto a verse regentada por un hijo de Santo Domingo.
El convento del Santísimo Nombre de Jesús, reducido a casa religiosa por la escasez de personal en los años ochenta, con el advenimiento del siglo, volvió a ser convento y hoy en día con nueva sede en el sector de Pance y con una comunidad consolidada, mira el futuro con optimismo, mientras consolida su quehacer evangelizador en su prestigioso colegio bilingüe Lacordaire, en la reconocida obra del Cottolengo en Jamundí y en la hermosa capilla de Nuestra Señora del Rosario, restaurada bajo el auspicio de Comfenalco Valle.
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