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La faceta de melómano y ‘disc jockey’ ha sido una constante en la vida de ‘Gary’, quien ha liderado las audiciones en Cali. | Foto: Cortesía para El País

FERIA DE CALI 2017

'Gary' Domínguez, el alma detrás del Encuentro de Melómanos y Coleccionistas

Antes de liderar el evento ancla de la Feria, este caleño fue camillero del HUV, tabernero, músico frustrado y vendedor de discos. ¿Cómo ser gurú de Salsa en Cali?

29 de diciembre de 2017 Por: Felipe Salazar Gil / Reportero de El País

‘Gary’ Domínguez lo cobijó primero el bandoneón que el tambor. En la sala de la casa en la que toda la vida residió su familia, en el barrio El Cedro, su padre solía reunirse con amigos a escuchar tango y música antillana. Pudo haberse liado con ese sonido rioplatense pero, como él mismo dice, ese es un ritmo muy difícil de estudiar y tan frío que lograba helarle la sangre.

Fue a los nueve años cuando por primera vez pudo tocar uno de los discos de acetato de la colección de su papá. Ahí mismo, en la sala de su casa, frente a don Édgar y sus amigos. Allí, a finales de los 60 y en pijama, empezó a escuchar y a hacer magia. Quitar y poner elepés del tocadiscos se volvió, más que un pasatiempo, un reto.
Había que reemplazar los clásicos de Gardel por los de la Sonora Matancera en el momento adecuado o, incluso, cuando nadie lo veía venir. Eso despertaba desde risas hasta uno que otro enojo.

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El primer tocadiscos ajeno que usó ‘Gary’ fue el del profesor Naranjo, su maestro del Colegio Villegas que tenía una miniteca en Aranjuez. Allí empezó a cargar cajas con 300 y 400 discos y, poco después, a conocer el ambiente de los agüelulos. Entonces, lo que empezó como un juego de un niño entre grandes llevó a ‘Gary’ a recorrer las zonas calientes de Cali cuando apenas calzaba talla 38 y tenía 15 años. Empezó a probar tocadiscos ajenos y a tratar de conquistar con melodías los oídos de los visitantes de bares como La 15 o Midnight Sun.

Ya era tarde para el frío Gardel. Los Cané habían ganado el pulso en una época en la que Cali ya estaba abierta al sonido y la gozadera del Caribe. ‘Gary’ no fue ajeno a eso. Al final, el ritmo llamó. El timbal sonó. Entonces, surgió uno de los gurús de la Salsa en Cali.

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Édgar Mallarino -como en realidad se llama ‘Gary’ Domínguez- es una mezcla tan rara como la misma Salsa. Nació de un matrimonio entre un futbolista moreno del América y una paisa blanca. Ella, rumbera y bailadora; él, solo melómano.

Pese a vivir a un paso del Pacífico, su estampa es más Caribe. Así llueva, no cambia sus camisas floreadas, sus pantalonetas y Crocs. Un sombrero de ala corta, una cachucha o una gorra inglesa siempre completan la pinta. Siempre.

Esa misma mezcla que envuelve a ‘Gary’ le movió la chispa por estudiar Comunicación Social cuando el programa ni siquiera lo habían abierto en la Universidad del Valle. Eso lo llevó a estudiar Idiomas, donde se encontró de cara con el inglés, el francés y la lingüística. Una chispa de verano.

“Esa fue una equivocación por donde la mirés, porque imagináte a un tabernero leyendo a Kaplún trasnochado. Eso fue una masacre, solo duré un semestre. Allí empecé a tocar el bongó como autodidacta y a trabajar en el Hospital Universitario como camillero”, cuenta Gary.

Fue Antonio ‘El Pollo’ Burbano quien le dio ‘chico’, junto con Jorge Herrera y Jaime Henao -creadores de La Misma Gente-, de tocar la percusión y formar un grupo ya desaparecido, que se llamó Areíto.

Pero ser músico en Cali no es fácil y ese sueño de tocar bongó para vivir, al menos en la ciudad, no era negocio en el inicio de los años 70. Segunda chispa de verano.

Pero fue ese desengaño el que lo llevó a emprender un sueño: La Taberna Latina, una mezcla entre el sentido de un pub londinense pero con el sabor caribeño; un sitio enclavado en la Calle 5 el que la academia se mezclaba con la cerveza.

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Allí aparecieron las audiciones que hicieron tan famosa la Taberna, en las que en una hoja de papel se registraban las reseñas de los temas de una banda y analizaban las canciones. El sitio estuvo abierto desde 1982 hasta el 2002, cuando ocurrieron tres tragedias que marcaron la vida de ‘Gary’: la muerte de su madre, doña Estela; la separación de su esposa y la muerte de su perra.

Pero en esa misma Taberna, en medio de hojas membreteadas, sandwiches cubanos y público selecto, nació uno de los emblemas de la Feria de Cali. Una chispa que aún perdura.

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Este año el Encuentro de Melómanos y Coleccionistas celebra su versión número veintiséis. El que empezó en 1991 como una ‘junta de locos’ poniendo música gratis en el Parque Panamericano, se consolidó como uno de los baluartes del fin de año en Cali.

Un evento que, como su creador, ha sido errante y ha estado en el CAM, el Parque de los Poetas y el Parque de la Música. Año a año, más de 18.000 personas se congregan en este encuentro a conocer más de la Salsa.

En las paredes de su casa, La Casa Latina, ‘Gary’ tiene 15.000 discos, afiches, sombreros y hasta jarras de cerveza, otra gran afición que lo llevaría a un juzgado de Estados Unidos por violar la prohibición de tomar en público. En este espacio, que más bien parece una casa empotrada en Varadero, aún se conservan las audiciones y la música selectiva.

Dicen quienes lo conocen que ya ‘Gary’ baila poco. Los meniscos le jugaron malas pasadas en su juventud, cuando tratando de imitar los movimientos de ‘Watusi’ y Carlos Paz en la discoteca Honka Monka, terminaba con las rodillas hinchadas.

Hoy, ad portas de sus 60 años, solo pone tango y boleros cuando está triste, para acordarse de sus viejos. Pero hoy no hay tiempo para nostalgias; al contrario, hoy falta tiempo para poner a la gente a bailar.

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