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Semblanza del padre que busca la dignidad para habitantes de la calle en Cali

Se llama José González y sus días transcurren de manera intensa entre sus labores como sacerdote de la Parroquia Cristo Resucitado, del barrio La Flora, y la dirección de la Oficina de Comunicaciones de la Arquidiócesis de Cali. También administra la Fundación Samaritanos de la Calle.

24 de marzo de 2013 Por: Claudia Liliana Bedoya S. - Reportera de El País.

Se llama José González y sus días transcurren de manera intensa entre sus labores como sacerdote de la Parroquia Cristo Resucitado, del barrio La Flora, y la dirección de la Oficina de Comunicaciones de la Arquidiócesis de Cali. También administra la Fundación Samaritanos de la Calle.

Sus fans son las amas de casa y sus mejores amigos los habitantes de la calle. Se llama José González y sus días transcurren de manera intensa entre sus labores como sacerdote de la Parroquia Cristo Resucitado, del barrio La Flora, y la dirección de la Oficina de Comunicaciones de la Arquidiócesis de Cali. Además, cuida de una hija: la Fundación Samaritanos de la Calle, que acaba de celebrar sus 15 años de labores al servicio de los más pobres de Cali. Para todos tiene tiempo, los escucha, los recuerda; su buena memoria, al igual que su sencillez, es incomparable. Tanto que no comulga con los homenajes y las celebraciones en su honor. “Eso es de familia, no me gusta. Es más, en esta entrevista yo hubiera querido que todo fuera de samaritanos”. Pese a su popularidad, dice que en Cali “hay mejores sacerdotes y más conocidos que yo”. Sin embargo, aceptó hablar con El País.Padre, usted tiene muchos tocayos...Humm bastantes. Sí, hay mucho homónimo. Eso es terrible, hasta malandros hay. Cuando llego a Miami, que pocas veces voy, me dejan un buen rato ahí, hasta dos horas, he perdido vuelos y al final me dicen ‘No hay problema’.¿Y no lo confunden mucho con su gemelo? Sí, nos confunden muchas veces. Antes de irme a Roma yo casé a mi hermano e invité a mis feligreses para que fueran ese sábado a la ceremonia y constataran que era Hernando, mi gemelo, el que se casaba. Ese día la iglesia se llenó. Otra vez un feligrés me regañó porque me dijo que me había visto por ahí con una mujer, por supuesto no era yo. Muchas veces la gente llega y me pone quejas de los muchachos del colegio del que es rector mi hermano y yo los dejo que me cuenten, porque a mí me gusta escuchar a la gente, y a lo último les digo “que pena, hijito, yo soy José, el padre, no tengo nada que ver con el colegio”. Con ese carisma que tiene, debió tener muchas novias antes de ordenarse...Sí, tuve una novia durante el bachillerato y me enamoré antes de entrar al seminario. Era catequista. Claro que cuando le revelé a ella mi decisión me dijo: ‘Es que se te vé’.¿Qué hecho de su vida despertó su vocación?En Dagua, cuando estaba en la escuela nos llevaban a la misa los viernes. Había un padre español, Juan Salvadó Gomà, que nos invitaba a algunos a que nos acercáramos. Cuando iba a terminar la primaria me preguntó si quería ser sacerdote, le dije que no, pero que quería seguirle ayudando. Me dijo “piénselo”. Pasaron los años, tenía como 12 ó 13 años y le dije que quería ser sacerdote, me invitó entonces a que lo acompañara más porque él era párroco en El Queremal. Cuando terminé tercero de bachillerato me dijo: “Ahora vas a pasar a una parroquia que se llama San Juan Evangelista, en Cali, barrio El Troncal, ahí hay un compañero que necesita quien lo ayude, pero vas a estudiar en un colegio de la Arquidiócesis de Cali, el Mayor Santiago de Cali”. Así llegué a Cali, madrugaba a estudiar y por la tarde estaba en la iglesia.Entonces, ¿hizo carrera de monaguillo?La hice toda. Sabía mucho de la liturgia y de la misa. Esos dos años aquí en Cali me ayudaron a definirme. Entré al seminario el 6 de septiembre de 1981 y el padre me ayudaba con mis estudios. ¿Qué se le hizo más complejo de la formación como sacerdote?Varias cosas: no había celular, pero sí teléfono, pero no podían estar llamándolo a uno; si llegaban cartas, las recibía abiertas; pero podía recibir visitas en cualquier momento. Fue muy duro venir de un mundo abierto, conversando y viviendo en la casa, a estar solo en una habitación.Si no hubiera sido sacerdote, ¿cuál sería su suerte hoy?Es que esto se me fue pegando. Eso de ir a misa y rezar el rosario todas las noches con mi madre, eso va cautivando.¿Qué lo hizo interesarse por los pobres? En Roma, iba caminando hacia la universidad (estudiaba teología con especialización en cristología) y vi a la Madre Teresa de Calcuta con sus monjitas, en una esquina del Vaticano, llevando café y pan a unas personas. Ella no preguntaba nada. Me di cuenta que en Cali a esas personas (de la calle) las querían esconder, como si fueran una vergüenza. Y escribí el proyecto. Con Samaritanos empezamos igual, pero descubrimos otras cosas. ¿Por qué ‘Martes del samaritano’?Cuando volví de Roma regresé al seminario y los martes tenía día libre. Los domingos celebraba misa en el Divino Niño. En un tiempo de Cuaresma invité a los feligreses a donar lo del ayuno y entregarlo un día martes, en la noche, para capturar a las personas que trabajaban. Ahí empezó Samaritanos. Por su labor lo han tildado de alcahueta por dar alimento a los pobres...Por supuesto, no me molesta y lo respeto. Pero creo que desde Cali empezamos a cambiar el lenguaje de la gente al decir que ellos no son ni indigentes ni desechables, sino habitantes de calle, esa ya la posicionamos, es una pedagogía.¿Cuándo llega el periodismo a su vida?En el seminario le ayudaba al padre Héctor de los Ríos López, encargado de Comunicaciones. Me mandaba a las emisoras o a que escribiera la columna del evangelio para un periódico. Yo era canciller cuando mataron a monseñor Duarte, ante eso y las amenazas contra el padre Gersaín Paz, me dejaron encargado de la Oficina de Comunicaciones de la Arquidiócesis y ahí llevo bastante. No estudié periodismo pero tuve prácticas con el padre Gonzalo Gallo, cuando yo era seminarista, me pedía ayuda cuando no tenía a su asistente.Sus días son intensos, ¿cuál es su relax?Hay dos cosas que me gustan: la música, preferiblemente la gregoriana y religiosa, pero me encanta también Ricardo Arjona y Franco de Vita y leer teología y escatología, que habla de lo que sucede cuando uno muere. Siempre tengo un libro conmigo. Con tantas vivencias que tiene, ¿no le han propuesto escribir un libro?Me lo han propuesto y me han dicho que me lo pagan, pero sigo aquello de ‘Lo que ha hecho tu mano derecha que no lo sepa tu mano izquierda’. Detrás de mí hay una cantidad de gente que sirve y ama a los pobres. Yo me alegro de haberlos reunido, pero los que trabajan son ellos, a los que me les quito el sombrero y me les arrodillo.¿Exigente, perfeccionista o sicorrígido?Me gusta exigir y exigirme, pero no soy sicorrígido.¿Qué lo saca de casillas?Rara vez me enojo. Me molesta el incumplimiento, pero no al punto de tratar mal a esa persona o que se me dañe el día.¿Qué lo hace reír?Muchas cosas, me río hasta de mí mismo. Me gustan los chistes, no los morbosos, y me gusta molestar mucho (risas). Yo no soy huraño, soy una persona normal. ¿Qué lo hace llorar?El dolor de una madre porque me destroza el corazón cuando entierran a sus hijos. Me hace sufrir la violencia, la intransigencia y la intolerancia, por ella son muchos de los problemas de Cali.¿Qué sueños hay con Samaritanos?Que sea una política del país que todos asumamos que una persona adicta y de la calle es un enfermo. Me gustaría tener una ciudadela para los habitantes de la calle, que sea del Estado, no un fortín político y donde se atienda a la persona como persona, de seguro la gente cambia y no se hacen ni hacen daño.¿Es cierto que para su trasplante se encomendó a Juan Pablo II?Por cosas de mi Dios, llegaron a la curia las reliquias, Monseñor me hizo llamar y me dijo ‘Quiero que se las lleve para San Fernando, usted me responde por ellas’. Me fui feliz y en el camino le dije ‘Vea, Juan Pablo, usted que pasó por aquí, quiero que me ayude’. Y fue rápido, aunque estuve en lista de espera de octubre a enero.¿Además de ser José, el de los samaritanos, cómo quisiera ser recordado?Como el padre José González.

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