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El signo trágico en la vida de Roberto Carlos

Desde chico, Roberto Carlos ha sido perseguido por algún un sino trágico: su accidente a los 6 años y la pérdida de dos de sus esposas por cáncer.

22 de noviembre de 2015 Por: Redacción de El País

Desde chico, Roberto Carlos ha sido perseguido por algún un sino trágico: su accidente a los 6 años y la pérdida de dos de sus esposas por cáncer.

Roberto Carlos tuvo que rendirse ante la intransigencia de la muerte. Terminó por entenderlo cuando un cáncer de seno le arrebató a su primera esposa, Cleonice Rossi, con quien tuvo a tres de sus hijos. 

Luego de 12 años de matrimonio feliz, la pareja se divorció. Pero Roberto acompañó la agonía de su primer amor mientras ella iba apagándose lentamente hasta fallecer cuando no completaba aún los 40 años. 

La escena le era familiar: a los 25 años había enterrado ya a María Lucila Torres, con quien mantuvo un intenso romance  y de cuya relación nació Rafael, el mayor de sus hijos, a quien solo reconoció meses antes de que María muriera por un cáncer de mama.  

Y la desdicha se las arregló para encontrarlo nuevamente,  años más tarde, y dejarlo ante el doloroso padecimiento de Roberto Carlos II o ‘Segundinho’, su hijo, quien acabó ciego a causa de otro cáncer, esta vez en la retina.

Pero como ha sido siempre un hombre de corazón fácil, Roberto Carlos quiso endulzar con una cucharada de amor el vinagre de sus desgracias y se casó de nuevo, con una bella novia de juventud con quien tropezó  ya  en la madurez: la carismática maestra María Rita Simoes, a quien se refería “como la mujer de su vida” y con quien estuvo unido por tres años.

Porque en 1999 el artista volvió a encontrarse con  la tragedia. María Rita con apenas 38 años perdió, también, su batalla contra el cáncer. Solo había transcurrido una década desde la desaparición de Rossi.  

Pulverizado por el dolor, el cantante  más vendido de todos los tiempos en Brasil  pensó en el retiro musical y en irse de monje. Incluso “estuvo  cerca de diez años sin cantar”, tal como lo recuerda Fabiola Fajardo, quizá una de sus admiradoras más fervorosas en Cali, dueña de una colección en la que atesora unos  30 trabajos discográficos del hombre ‘del millón de amigos’.

Fabiola recuerda que tras la muerte de María Rita, se supo que el artista veló el cuerpo de su amada en el propio hospital donde falleció para no exponer a su familia al acoso de los medios y en esa misma intimidad, rodeado de los suyos, le  cantó a su esposa muerta en un concierto solemne.

Años después, la presión de varios personajes de la industria musical, con quienes gestaría álbumes y giras entrado el siglo XXI, desistió. 

Roberto Carlos en todo caso ha sido perseguido desde chico por un sino trágico. De niño, a los 6 años, perdió parte de su pierna derecha por culpa de un accidente de tren y las precariedades del hogar en el que creció -en su natal Cachoeiro de Itapemirim, una pequeña ciudad del estado de Espíritu Santo- lo alejaron de la posibilidad temprana de una prótesis.

Su biógrafo Paulo César Araújo define, a su manera, esa vida marcada constantemente por la fatalidad: “Pocos seres humanos han vivido experiencias tan fuertes y dramáticas como Roberto Carlos. Perder una pierna, perder al gran amor de su vida y haber sido el más famoso artista brasileño son experiencias muy fuertes para una sola persona”.

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