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Dago García, el hombre de los taquillazos

Este hombre de cine, llega al millón y medio de espectadores con su comedia ‘Uno al año no hace daño’. El bogotano es salsómano e hincha del América.

25 de enero de 2015 Por: Alda Mera, Reportera de El País

Este hombre de cine, llega al millón y medio de espectadores con su comedia ‘Uno al año no hace daño’. El bogotano es salsómano e hincha del América.

Mientras un puñado de críticos de cine le destrozan sus películas, un millón y medio de colombianos pagan la boleta por ver su nueva producción, ‘Uno al año no hace daño’.Esa es la tragicómica vida de Dago García, el libretista, director y productor de cine que enfocó los últimos 25 años de su vida en hacer reír a los colombianos, no con chistes gringos, sino de sí mismos.Serio en extremo, ahora el que ríe es él, porque de las 24 películas de su carrera y varios éxitos de taquilla, ‘Uno al año no hace daño’ batió el récord de asistencia del cine colombiano como la más vista en el país, y del mismo Dago Producciones, ‘El paseo’ superó el millón de espectadores.Desde la feria de televisión NATPE (siglas en inglés) en Miami, Darío Armando García Granados, atendió a El País vía telefónica.¿Cómo explica el éxito de sus películas?No hay fórmulas. No existe un secreto o una razón para que una película funcione. Es más bien la combinación de historias divertidas que le llegan directo a la gente, con una buena fecha de exhibición, una buena campaña de promoción, y tener una buena película que toque alguna fibra del público.¿Y con la de ‘Uno al año no hace daño’?Creo que (el trago) era un tema con el cual estábamos en deuda. Los colombianos tenemos una costumbre de volverlo todo celebración e involucrar en ella algo de licor. Es algo tan cercano y vivencial, que creo que gran cantidad de público se identifica con el tema, y si además, logramos burlarnos del tema, pues va a verla como ha hecho. En el reparto no hay divas ni vedettes...Teníamos claro que para esta comedia necesitábamos buenos actores y buenos comediantes. No pensamos en que fueran estrellas ni estuvieran posicionadas como vedettes, si tenían cartel o no. Dijimos: vamos a elegir un elenco con el que nos sintamos tranquilos porque van a saber contar la historia, recrear los personajes y sacarle el máximo provecho a las situaciones del guion y así fue. ¿Qué diferencia la comedia criolla de Dago García y la del pastelazo de Hollywood?Hay muchas formas de hacer comedia y cada quien escoge una con la cual se siente cómodo. La que hacemos nosotros es muy emocional. Esto significa que no nos reímos de la gente, sino con la gente. Hay un gran respeto hacia la clase media y la clase popular de la cual hablamos, que hace que la comedia divierta sin afectar sensibilidades.¿Qué le ha traído pasar de libretista a gran ejecutivo del Canal Caracol?(Risas) Problemas no, lo que me ha dado son grandes enseñanzas. Cuando uno está del lado de la producción, mira con cierto recelo y hasta con desconfianza el estamento ejecutivo, pero estar dentro me demuestra que cuando hay que tomar decisiones, armar presupuestos, proyectos, también se deben invertir grandes dosis de creatividad, de audacia y de sensibilidad y eso era lo que yo traía del área de la producción. Por fortuna la experiencia ha sido buena. Me ha tocado es aprender otras cosas del negocio y de la vida.También ha tenido fracasos ¿Lo han llevado a la quiebra?Claro que hemos tenido películas con las cuales no nos ha ido bien ni como hubiéramos querido. Nos gustaron mucho La Esquina, El Escritor de Telenovelas, Ni te Cases ni te Embarques, pero estuvieron por debajo de nuestra expectativa. Implicaron problemas económicos, pero no hasta la quiebra, porque somos muy juiciosos con las finanzas y cuando nos va bien, guardamos un fondo, previendo una emergencia. Por fortuna, el 85 o 90 % de las películas ha funcionado.Los críticos del país le descuartizan sus películas, dicen que no tienen trama ni profundidad, que no hay historia ni estética...Creo que estamos en orillas diferentes. Hago entretenimiento y la crítica está más cercana a los criterios del arte. Evaluar productos del entretenimiento con herramientas del análisis del arte hace que la evaluación no sea positiva. No me gusta controvertir con los críticos, respeto su trabajo, ellos tienen su visión del mundo y el cine, y yo la mía. Mi compromiso va dirigido a hablar con el gran público. Todo análisis siempre es lúcido, imagino que desde su perspectiva tienen razón, pero habría que evaluar si este otro quehacer también es válido, tiene sus reglas, su forma de evaluar y de comunicarse. ¿O son intelectuales a los que se les sube el estrato y les molesta verse como somos los colombianos? No, no, no. No creo que haya pose intelectual, ni mala intención o desprecio por el gran público, sino que estamos en una ruta distinta.¿Qué película suya le ha dejado huella?Todas son importantes, pero hay varias que sin ser las favoritas, han significado algo y son las más cercanas. El Carro me gusta mucho porque me descubrió cuál era el tono y la estructura de las que iba a hacer luego. El Paseo 1 porque fue la primera con la que pasamos el límite del millón de espectadores. El Escritor de Telenovelas es muy personal, y El Control, es muy emotiva. ¿Qué anécdotas lo han marcado?Cuando iniciamos e hicimos Posición Viciada, sobre el mundo del fútbol y como estábamos próximos a la Copa América en Colombia, estábamos absolutamente convencidos de que íbamos a cambiar la historia del cine colombiano y a tener millones y millones de espectadores y solo hicimos 9000. Cuando le dije eso a Ricardo Coral, el director, me contestó: “Ponga usted 9000 personas en una fila y mire a ver dónde da”.¿Su pasión por la salsa lo lleva a bailar?Buen bailarín no soy y no es que me guste mucho bailar la salsa, me gusta es escuchar la salsa. Eso viene de familia y de la Universidad (es comunicador social del Externado), donde gente con afinidad por la música terminamos en coleccionistas y oyentes habituales. Fui disjockey siete años de Quiebracanto, un sitio de salsa brava en Bogotá, época que recuerdo con nostalgia y que me enseñó mucho. Cuando viajo siempre voy en búsqueda de esas joyas de la música y me precio de tener una colección importante.¿De cuántos discos?Debo tener más de mil discos de salsa y me ufano de tener la obra completa de un músico que admiro, Eddie Palmieri. Este año fui de vacaciones en Nueva York y me fui a Harlem, a un almacén donde encontré una grabación rarísima de él que no tenía y con esa completé su obra. Esa es mi joya de la corona.Su esposa María Mercedes Sánchez es periodista. ¿Participa ella en su oficio?Ella es la primera que lee los guiones y ve los primeros cortes de las películas. Es mi primera crítica y mi primera fan. Le creo mucho, confío mucho en su criterio, en su percepción. En cada película siempre hay algo de ella, su opinión y su ‘feedback’.¿Conquista con ese sentido del humor que destella en sus películas y telenovelas?No, alma de conquistador no tengo y no sé porqué la gente piensa que soy muy serio. Es tan compartida esa opinión que ya estoy por creérmela. No uso el humor en la vida cotidiana. No sé si eso es lo que me lleva a que en las películas haya unas fuertes dosis de humor, quizás como un complemento de lo que no hay en la vida diaria. No soy un tipo que esté a toda hora haciendo chistes ni dándoselas de gracioso. Para nada.¿Y usted también con ‘Uno al año no hace daño’, pierde la cuenta?No. Luego de mi época de trabajo nocturno en Quiebracanto, rumbeo y salgo muy poco. No tomo mucho, tengo una vida bastante zanahoria, pero cuando lo hago, me gusta el tequila, que descubrí cuando viví en México. En la película todos pierden algo por una borrachera o un guayabo. ¿Le ha pasado?Que recuerde, no. No sé si en medio de una borrachera algo pasó de lo que no me di cuenta y me perdí ese pedacito de mi vida. No recuerdo haber perdido ni una oportunidad ni un amor por culpa del trago. ¿Es hincha de Santa Fe o de Millonarios?De ninguno. Soy hincha del América de Cali. No sé, soy bogotano de origen boyacense, pero desde niño me gustó el América. Creo que por jugadores que admiré en su momento, como José Ramón ‘la fiera’ Cáceres, Battaglia, Gareca, Falcioni, toda una generación que me llevó a ser su hincha. Es rarísimo, pero sí, soy hincha del América.¿Y ahora que está en la B?Estamos pasando por un mal momento. Nada que hemos podido regresar a la A y eso no está bien, ya es hora de que un equipo que siempre fue grande y siete veces campeón, regrese a la A. América es para que esté peleándose el campeonato y la Liga. El equipo merece mejor destino.¿En qué condiciones escribe guiones?Tengo una disciplina muy de oficina. Ha sido mi trabajo durante más de 25 años y así lo he asumido. No creo que la inspiración sea sentarse a esperar. Defiendo el oficio de quien disciplinadamente se sienta todos los días a una hora fija al frente del computador y empieza a exprimir la memoria y la imaginación en busca de las historias. No necesito condiciones especiales de trabajo, lo único que hago es que madrugo mucho.Perverso en la casaDiego Armando García Granados, más conocido como Dago García, es el hombre más serio que conocen, dicen sus allegados.Él mismo admite que se siente en fuera de lugar cuando hay más de cinco personas alrededor. “No soy amigo de los grupos grandes ni de los cocteles, no me siento muy cómodo cuando hay multitud ni soy amigo de las fiestas, prefiero los grupos pequeños, la comunicación cercana”, dice el hombre que hace un mes le saca carcajadas al público justamente con una película sobre las típicas celebraciones de los colombianos.Este mismo hombre que se ha dado el lujo de estrenar una película cada 25 de diciembre hace 12 años, no existe en las redes sociales. “Huyo de esos fenómenos. No tengo ni Facebook ni Twitter, solo un correo electrónico que uso por trabajo, recibo libretos y mando correcciones y otras comunicaciones, pero no soy usuario ni fanático de las redes”, declara.El actor Waldo Urrego, protagonista de ‘Uno al año no hace daño’, conoce a Dago desde que era el joven y muy serio guionista de Jorge Barón Televisión. Urrego ha sido testigo de su evolución de libretista a director, productor y ahora a Vicepresidente de Producción y Contenidos del Canal Caracol, mientras actuaba en muchas novelas escritas por él. “Dago es un loco apasionado por su trabajo, siempre tiene la película clara y lo logra. Es una persona seria, muy disciplinada y con una capacidad extraordinaria para concentrarse en lo que está haciendo y eso es lo que hace que un equipo de trabajo funcione”, explica Urrego, quien gracias a la disparatada historia de Dago García, logró su primer rol protagónico (algo impensable si siempre ha hecho de malo), justo en cine y con un taquillazo.Urrego lo describe como un tipo serio, pero rumbero, sin complicaciones, con mucho talento y con buen sentido del humor. “Pero es muy serio y no es raro, porque hacer humor es algo serio y el talento le permite hacer reír”, dice.Se refiere no solo a que Dago no sea un constante tomador de pelo en la vida real, sino a su profesionalismo. “La seriedad del trabajo es lo que aflora en la gente profesional y eso aflora en Dago permanentemente”, resume, y añade que eso es lo que se siente en esta película.Y así es en su casa, donde este devoto del Niño Jesús del barrio 20 de Julio de Bogotá, comparte con su segunda esposa, María Mercedes Sánchez, sus dos hijas: una de 25 años, abogada, otra de 17 años, y una nieta de 7 años. “Vivimos todos felices con mi señora, tengo una vida familiar tranquila, bastante armoniosa que es lo que me da el equilibrio perfecto”, afirma.Sin embargo, sus hijas Juanita y Sarita, deben escuchar su sermón cada fin de semana, para que cada vez trasnochen y rumbeen menos y madruguen más a hacer algo productivo o creativo.Una costumbre quizás heredada, pues sus amigos lo reconocen como rumbero, aunque hace mucho tiempo atrás. “He compartido con él mi pasión por la rumba, él organizaba anualmente una fiesta de salsa que era muy importante y tenía unos efectos muy significativos en este mundo”, dice el actor Waldo Urrego.Pero a Dago nadie le dice nada, ni siquiera por su incapacidad para ayudar en la casa. “Para todos los oficios de la casa soy perverso”, dice según su propia expresión. “Soy incapaz de cambiar un bombillo, soy absolutamente negado para los oficios domésticos, para la cocina. Allí sí que estoy en el lugar equivocado y me sacan de mi zona de confort”, confiesa sin pudor.Así es el hombre que trascendió luego de que Julio César Luna y Antonio de Brigard les abrieran las puertas a él y a Luis Felipe Salamanca, su socio durante 16 años. “Ellos nos dieron las primeras oportunidades de trabajar en Punch, nos dieron su apoyo y nos condujeron en ese camino”, reconoce hoy Dago, el libretista de series de televisión con buena audiencia como La Saga, Negocio de Familia, Pecados Capitales, La Guerra de las Rosas, La Sombra del Deseo, entre muchas otras, al punto que se define como un hombre de televisión que hace películas. Ser o no ser comercialColombianada. Patética. Chabacana. Folclorista. Burda. Tosca. Estos son solo algunos de los calificativos de los críticos de cine sobre las películas de Dago García.“Dago García ha manejado una fórmula para hacer cine. Películas baratas con reparto televisivo, historias simples en la que la clase media se observa en toda su descomunal chabacanería. Ordinariez y un eterno sentimiento de resignación son las condiciones dramáticas que siguen las películas de Dago”, escribió el crítico de cine de El País, Juan Carlos Romero en una de sus columnas.Pero, el mismo Romero, docente de cine de la Universidad Autónoma de Occidente, UAO, le reconoce que es el productor más prolífico y exitoso del cine colombiano en los últimos 25 años. “Lo curioso es que tanta experiencia no garantiza nada en materia de valoración artística”, sentencia. Sin embargo, un director de cine de autor tan prestigioso como Sergio Cabrera defiende la labor de Dago. “Su cine es un tipo de cine que debe existir, genera industria, trabajo y diversión. Yo busco un cine más experimental o más arriesgado, pero es más difícil encontrarle público; me da gusto que en el país también haya un cine comercial, eso ayuda a la industria cinematográfica, que exige que se forme un público colombiano”. Cabrera conoce a Dago desde que trabajó en el Canal Caracol y hasta dirigió historias de él como La Mujer Doble o El Último Beso. “Sus películas son sanas, no apela a ningún tipo de manipulación, trabaja el humor, es un cine muy coloquial y exitoso”, opina de su colega, que cuando quiere hacer una película no le importa mandar a construir un barco descomunal, como hizo para La Esquina. O el viejo auto que compró para El Carro. O el enorme órgano que mandó a hacer para Mi Abuelo, Mi Papá y Yo. Ante semejantes encartes, el barco lo tuvo que quemar, el carro casi no lo vende y el órgano forma parte de la decoración de la sede de Caracol porque no cabía en ninguna parte. Cabrera dice: “Nadie está a salvo de los críticos, mis películas también las critican, pero me parece injusto que se le critique por hacer cine comercial. El cine debe ser comercial, es una industria diseñada para ganar dinero. Yo también quisiera hacer cine comercial y que mis películas tuvieran éxito, no se puede culpar a una persona de tener éxito”.Waldo Urrego, quien ha visto el desarrollo de la carrera de Dago García, dijo que con su evolución el hoy productor en la industria cinematográfica, ha puesto sobre el tapete una discusión válida. “Dago ha pasado de unas películas más ligeras a otras con un contenido y con una estructura superiores a las que hizo antes. De hecho, esta película ‘Uno al año no hace daño’, es más elaborada, más compleja y más significativa que otras anteriores de él”, dijo. Dago confiesa que ha intentado cambiar de género: “De hecho, nuestras tres primeras películas fueron de drama: La Mujer del Piso Alto, Posición Viciada y Es Mejor ser Rico que Pobre”. No funcionaron, pero hoy apoya otros proyectos independientes.El desarrollador de videojuegos y aplicaciones apps, Mauricio Hernández, celebra que García estrenará este año una película animada. Se titula ‘Reguechicken’, en la que los personajes son un gallo cuyo padre es campeón en las peleas, pero él está en contra de la violencia, y una gallina que vive loca por el reggaetón. Hernández escribió en su Facebook: “Al margen de que sea Dago García, (...) debemos decir que este tipo de cosas son las que pueden hacer que definitivamente crezca y se consolide la incipiente y a veces compleja industria de los videojuegos y la animación en Colombia”.

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