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Vender desde el propósito: la idea que desafía a las empresas familiares
Esta mirada ha sido impulsada por el estratega mexicano Iván Arturo Quintero, cuyo trabajo con empresas familiares lo llevó a detectar un patrón que se repite con sorprendente frecuencia.
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9 de dic de 2025, 02:24 a. m.
Actualizado el 9 de dic de 2025, 02:24 a. m.
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En la vida de muchas empresas familiares latinoamericanas, la palabra venta suele asociarse a presión, metas mensuales, urgencias acumuladas y decisiones que responden más a la supervivencia inmediata que al propósito. Durante años, esa lógica marcó el ritmo de numerosos negocios que crecieron apoyados en la intuición del fundador y en la capacidad de la familia para sostener cada etapa. Sin embargo, en distintos países de la región comienza a instalarse otra conversación. Una conversación más pausada, más reflexiva, que invita a mirar la venta desde un ángulo menos transaccional y más humano: entenderla como un acto de servicio.
Esta mirada ha sido impulsada por el estratega mexicano Iván Arturo Quintero, cuyo trabajo con empresas familiares lo llevó a detectar un patrón que se repite con sorprendente frecuencia. La dificultad central no suele encontrarse en el mercado, sino en el interior del negocio. Relaciones familiares entrelazadas con decisiones laborales, silencios heredados que pesan más que los números, estructuras que nunca fueron formalizadas porque “siempre funcionaron así”. En ese contexto, la venta se vuelve pesada, desgastante, casi una obligación emocional que absorbe energía y produce poco. Para Quintero, la clave está en el orden interno: cuando la empresa entiende quién es y por qué existe, la venta fluye como consecuencia natural.
Su enfoque se apoya en un método que integra liderazgo personal, posicionamiento estratégico e impacto consciente. No se trata de técnicas aisladas, sino de un sistema que invita a la empresa familiar a mirarse sin filtros y reconocer aquello que la sostiene. Una empresa puede tener excelentes productos o clientes fieles y, aun así, fracasar si su cultura interna está debilitada. También puede tener un enorme potencial comercial, pero perderlo cuando las tensiones generacionales no se resuelven y las decisiones dejan de ser coherentes con los valores que dieron origen al negocio.
El concepto de venta como servicio plantea, antes que nada, una pausa. Una pausa para revisar la historia, recordar qué motivó el nacimiento del proyecto familiar, identificar los valores que se transmitieron entre generaciones y reconocer los desafíos que hoy exigen nuevas respuestas. En esa revisión aparecen contradicciones que son comunes en toda la región: jóvenes que buscan innovar, padres que desean preservar lo construido, equipos que sienten la presión del mercado sin saber cómo ordenarse. Para Quintero, el objetivo no es elegir tradición o modernidad, sino encontrar un punto donde ambas convivan sin anularse.
Su recorrido por Ecuador y Colombia confirmó que muchas empresas familiares no fallan por falta de oportunidades. Fallan porque no cuentan con sistemas que organicen su crecimiento, preparen a los sucesores y transformen la experiencia acumulada en procesos claros. La venta como servicio permite mirar este desafío desde otra perspectiva. Invita a pensar al cliente no como objetivo de una meta, sino como parte de una comunidad. Propone que el negocio sea un espacio donde convivan calidad, coherencia y sentido.
Uno de los aspectos que Quintero destaca con mayor convicción es la relevancia de la cultura empresarial. Ninguna estrategia comercial puede sostenerse sin una cultura interna sólida. La cultura determina cómo se responde a las crisis, cómo se toman decisiones y cómo se define el rumbo. También influye directamente en la experiencia del cliente. Para el experto, una empresa familiar que preserva sus principios está mejor preparada para crecer y adaptarse.
Este enfoque abre una conversación necesaria sobre el futuro de las empresas familiares en Latinoamérica. Un futuro que no dependerá solo de la tecnología o de la eficiencia, sino de la capacidad de construir relaciones auténticas y proyectos que honren su origen.
Para Quintero, la trascendencia no se improvisa. Se construye con decisiones que honran la historia y preparan el camino para quienes vendrán después. Y en esa construcción, la venta deja de ser un fin para convertirse en un puente. Un puente que conecta al negocio con la comunidad y que permite que las empresas familiares vuelvan a aquello que siempre las hizo únicas. Su vocación de servir.
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