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Con Ricardo Gareca formó una dupla demoledora en América.

Roberto Cabañas: un mago que dejó huella dentro y fuera de las canchas

Las cabañuelas, su depurada técnica y las provocaciones a jugadores rivales son algunos detalles que marcaron a Cabañas como jugador.

20 de mayo de 2020 Por: Redacción de El País

Las cabañuelas, su depurada técnica y las provocaciones a jugadores rivales son algunos detalles que marcaron a Cabañas como jugador.

"La verdad es que era un mago. Lo que hacía en la cancha, muy pocos lo podían hacer. Era muy técnico, demasiado vivo, inteligente para jugar y tenía la virtud de provocar a los jugadores contrarios y desestabilizarlos".

Así se refieren varios exjugadores que compartieron en el América con el gran Roberto Cabañas, el paraguayo que dejó una profunda huella vestido de rojo caleño.

Su arribo al América en 1985 fue todo un suceso. Cabañas resultó ser otra estrella que arribaba a un equipo que ya tenía en sus filas a Willington Ortiz, la máxima figura del fútbol colombiano en ese entonces; a Julio César Falcioni, un arquero argentino de pergaminos, y que también contó en ese mismo 1985 con Ricardo Gareca, uno de los grandes goleadores del balompié argentino.

"Yo estaba en el Cosmos de Nueva York cuando me llamaron los directivos del América. Si en el Cosmos ganaba 10 pesos, en el América me iban a pagar 100. ¿Quién lo hubiera dudado?", dijo Cabañas en una de las tantas entrevistas que concedió para explicar su arribo al balompié colombiano.

En las canchas colombianas, muy pronto mostró de qué estaba hecho: jugador temperamental, técnico con el balón, goleador, gran cabeceador y hasta provocador sin límites para desestabilizar a los defensas contrarios y sacar provecho de ello.

"Roberto provocaba a los rivales. Hasta en eso era bueno, y los defensas contrarios lo buscaban para pegarle, pero nunca lo cogían; nosotros le decíamos que era un eléctrico porque se les escabullía a todoas", recuerda uno de sus entrañables amigos, Julio César Falcioni.

"Él era un mago de verdad por lo que era capaz de hacer en las canchas. Por eso hizo famoso lo de las 'cabañuelas', que fueron los goles que hizo de media volea o de chilena. Fuera de las canchas era un tipo serio, que se cuidaba mucho", dice Hernán Darío Herrera, otro de sus compañeros en el cuadro rojo.

"Roberto fue un artista con el balón, un jugador dedicado a su profesión, muy técnico y valioso para el equipo", dijo su incomparable compañero en el ataque americano, el argentino Ricardo Gareca.

La anécdota que más marcó a Cabañas en el América fue cuando discutió con el médico Gabriel Ochoa porque el perro del técnico se metió a la piscina donde estaban todos los jugadores rojos.

"Ese día Roberto se descompuso, le dijo al médico que era una falta de respeto que un perro estuviera en la piscina con los demás jugadores; se salió y muy enfadado se fue para su casa", dijo otro exjugador americano que prefirió la reserva de su nombre.

Con el América, Cabañas ganó dos títulos de la liga colombiana (85-86), pero le quedó faltando el de la Copa Libertadores, estando muy cerca en esa final de 1987 ante Peñarol que se perdió por escasos segundos.

Como nunca se guardó nada, el paraguayo quedó muy dolido por ese revés y por eso en cada entrevista aprovechaba para buscar culpables de la que fue una de las grandes derrotas del América.

"Cometimos muchos errores, y errores infantiles. Yo nunca entendí el ingreso de Enrique Esterilla que era un defensa, por Gareca que era goleador y delantero, para mandar a Esterilla como centrodelantero; eso nunca nadie me explicó qué se buscaba con ese cambio", le diio a El País en una entrevista.

Su historia con América acabó en 1988 cuando forzó su marcha al Brest de Francia; de allí pasó al Lyon de ese mismo país, regresó a Suramérica para fichar por Boca, donde fue ídolo, y fue cerrando su carrera en Libertad de Paraguay, Medellín y Real Cartagena.

Su gran sueño, dirigir al América, se le dio en el 2007 cuando se marchó su compatriota y amigo Gerardo González Aquino. Pero la historia como entrenador no fue la misma que como futbolista, y después de una cadena de malos resultados fue retirado del equipo principal.

Cabañas fue una de las figuras de la selección paraguaya en la década del 80, haciendo una gran dupla con Julio César Romero. Entre los dos llevaron a la albirroja al Mundial de México 86, dejando en el camino precisamente a Colombia.Cali, su segunda casa

En Cali, Cabañas estuvo en su salsa. En la capital del Valle echó raíces luego de conocer a Tatiana Zawadzky, exmodelo y reina de belleza, con quien se casó, teniendo dos hijos: Daniel y María Antonia.

Fue un hombre callado, de poco ruido fuera de las canchas; era de los que prefería compartir con su familia y amigos. "Siempre fue de su familia, de estar con los suyos; cada que salía de entrenar se iba derecho a su casa, era un tipo dedicado en ese aspecto", recuerda Falcioni.

El arquero también rememora otra de las anécdotas vividas en las duras y largas concentraciones del equipo rojo.

"Una vez estábamos concentrados y lo sorprendimos en la habitación de Battaglia y de González Aquino hablando guaraní; lo empezamos a molestar y a decirle que se fuera para la calle, que en América todos hablábamos español y que si ellos (los paraguayos) iban a hablar guaraní, entonces que se marcharan; y Roberto solo se reía, tomaba las cosas con mucha calma", manifiesta Falcioni.

Cabañas, después de unos años de matrimonio, se separó, pero siguió viviendo varias temporadas más en Cali, donde se sentía bien, hasta que desde el 2013 tomó la decisión de volver a su natal Paraguay.

Allí fue tentado para trabajar en Cerro Porteño, el equipo que lo lanzó al estrellato, y también dio pasos en el periodismo a través de un canal que lo contrató como comentarias del Mundial de Brasil 2014.

El Mago de Pilar estaba seguramente preparando sus siguientes pasos hasta que la muerte lo sorprendió, dejando una profunda tristeza en el fútbol internacional.

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