El pais
SUSCRÍBETE
Gabriel Ochoa Uribe, extécnico de América. | Foto: El País

DEPORTES

¡Feliz cumpleaños, médico! Gabriel Ochoa Uribe, el técnico más exitoso, llega a 90 años de gloria

Gabriel Ochoa ganó 13 títulos como entrenador en varios equipos.

19 de noviembre de 2019 Por: Elpais.com.co

Gabriel Ochoa Uribe cumple este miércoles 90 años de edad. A manera de homenaje al técnico colombiano más grande de todos los tiempos, El País publica once episodios claves de su vida y su carrera deportiva.

1. El mundo de los caballos pudo privar al fútbol de un hombre del talento de Ochoa. Antes de ser futbolista, Gabriel, nacido en Sopetrán (Antioquia), era jockey en el Hipódromo San Fernando, de Medellín, y llegó a ser campeón nacional. Pero siendo un adolescente, superó el peso ideal de un jinete de carreras y debió abandonar la hípica. Quien lo introdujo en el mundo de los caballos fue su padrastro, Ian García, pues su padre, Pedro Pablo Ochoa, había muerto sepultado en un socavón. Era minero. Y Gabriel apenas andaba por los dos años de edad.

2. Tránsito Uribe, la madre de Gabriel, tenía el destino trazado para él. Si ya no era más jinete de carreras, sus estudios en el Colegio San José, de padres salesianos, debían conducirlo por el camino del sacerdocio o, en su defecto, la medicina. Pero Gabriel, obstinado como siempre en sus objetivos, torció en parte los deseos de doña Tránsito. Se hizo futbolista. Se hizo arquero.

3. Una tarde, en el patio del colegio de Gabriel, se apareció Jesús María Burgos, una especie de cazatalentos de la época que no era sacerdote, pero le decían el ‘Cura’ (por haberle sacado sin permiso a su tío, que sí era padre de la iglesia, unas hostias para repartirlas entre sus amigos), y se fijó en ese chico alto, delgado y moreno, de 17 años, a quién le preguntó de qué jugaba. “De nada”, iba a contestar Gabriel. Pero el mismo Jesús se respondió: “decime que sos arquero”.

4. Jesús María Burgos, hábil en el mundo del fútbol, pudo conectar pronto al jovencito que inesperadamente se había vuelto arquero en el patio de su colegio sin haber tenido antes una pelota en sus manos, con Gabriel Álvarez García, encargado de las divisiones menores del Atlético Municipal, que luego sería el Atlético Nacional. Doña Tránsito insistía en que su hijo tenía que ser médico o sacerdote. Gabriel, entonces, le hizo caso en lo primero. Pero sin dejar el fútbol. América de Cali se fijó en él y lo contrató por 25 pesos mensuales de salario, en 1948, bajo la dirección de uno de los tantos maestros que tuvo Gabriel, Fernando Paternoster. Solo cinco partidos atajó Ochoa con América. Porque apareció un señor, tremendo dirigente, llamado Alfonso Senior, que quiso a Gabriel en Millonarios. Y allí fue a parar. Y, simultáneamente, a la facultad de Medicina de la Universidad Javeriana de Bogotá. Doña Tránsito era feliz. Los libros de lunes a viernes. Y los domingos, la pelota. Gabriel ahora ganaba 560 pesos.

5. En 1949 comenzó otra historia para Gabriel Ochoa Uribe. Integró el ‘Ballet azul’, como le decían a ese Millonarios de la época que brillaba mundialmente por los pies de Adolfo Pedernera, Alfredo Di Stéfano, Néstor Raúl Rossi y, más tarde, por las manos del emblemático arquero Julio Cozzi, del que Gabriel, inevitablemente, tuvo que ser suplente. Pero al lado de esa constelación, Ochoa fue campeón del fútbol profesional colombiano en 1949, 1951, 1952 y 1953, y, cómo no recordarlo, primero en el Campeonato de Bodas de Oro del Real Madrid, sobre el que Millonarios se impuso con categoría.

6. En 1955, Ochoa se fue para el América de Río de Janeiro, donde terminó sus estudios de medicina y se especializó en traumatología y ortopedia, gracias al apoyo que tuvo de otro de esos maestros que se le cruzaron en el camino: Martim Francisco Ribeiro. Tres años después regresó a Colombia, a Millonarios, por supuesto, porque ese fue el compromiso pactado con el América de Río, y en una crisis del equipo azul, que se quedó sin técnico, Gabriel, con apenas 30 años de edad, tuvo que asumir las riendas, en 1959.

7. Cuatro etapas tuvo el médico al frente de Millonarios. La última de ellas terminó en 1977. En ese lapso, entre el 59 y el 77, Ochoa conquistó la friolera de cinco títulos de la liga colombiana con el equipo albiazul, además de una Copa Colombia. Formó
jugadores de la talla de Willington Ortiz, Alejandro Brand y Jaime Morón, para citar solo algunos de una larga lista. Pero en el 77 se sintió sin el respaldo de los directivos por nuevos métodos de concentración y entrenamiento que quiso implementar, afirmó sentirse traicionado por los jugadores, entre ellos Willington, y decidió retirarse del fútbol para refugiarse en su consultorio de medicina, en Bogotá.

8. En su consultorio se apareció un día un empresario de origen italiano, llamado Pepino Sangiovanni, y dirigente del América de Cali. Su misión era expresa. Convencer a Ochoa de que entrenara a los ‘Diablos rojos’, para sacarlos campeones como lo había hecho cinco veces con Millonarios y una con Independiente Santa Fe, en 1966. Ochoa se negó. Sangiovanni se rehusó a irse sin cumplir su objetivo. Finalmente lo convenció, con una condición, que fuera solo por un año. Doña Cecilia, la esposa del médico, inseparable e incondicional con él desde hace 64 años, estuvo de acuerdo. Solo por un año. En 1979, ambos arribaron con sus hijos a Cali y desde entonces no se han ido.

9. Entre 1979 y 1991, Ochoa puso al América en la élite del fútbol colombiano y del continente. Luego de darle su primera estrella en 1979, consiguió otras seis, incluido el pentacampeonato entre 1982 y 1986 (un récord que aún se mantiene vigente), y lo llevó a tres finales consecutivas de la Copa Libertadores (1985, 1986 y 1987). En esos doce años que estuvo sentado en el banco rojo, dirigió a jugadores de gran categoría como Carlos Alfredo Gay, Jorge Ramón Cáceres, Alfonso Cañón, Aurelio José Pascutini, Juan Manuel Bataglia, Gerardo González Aquino, Roque Raúl Alfaro, César Cueto, Guillermo La Rosa, Julio César Falcioni, Ricardo Gareca, Willington Ortiz, Roberto Cabañas, Carlos Ischia, Julio César Uribe, Sergio Santín, Alex Escobar, Anthony de Ávila y Jorge Da Silva, entre otros,

10. Pese a dirigir a grandes figuras del fútbol colombiano, hubo dos jugadores que Ochoa no pudo tener en sus filas. Uno de ellos fue Diego Armando Maradona, quien siendo un ‘pibe’ vino a jugar a Cali con Argentino Juniors, en un cuadrangular amistoso con América, en 1980. Ochoa lo quiso. Inclusive, en una cena en el Hotel Intercontinental de Cali, Maradona se puso la camiseta de los ‘Diablos’, entregada por el mismo Ochoa, y dijo que daría una respuesta a la oferta del club en pocos días. Finalmente, Boca Juniors adquirió el pase de Diego y luego lo vendió al Barcelona. Y el otro figurón que quiso el médico, pero no pudo tener, fue Carlos el ‘Pibe’ Valderrama. Sucedió a finales de 1988, cuando el emblemático jugador de la Selección Colombia fue contratado por el Montpellier, pero sus primeros seis meses estuvo casi borrado del equipo. América enfiló baterías por la contratación del ‘Pibe’, como un deseo del médico, pero el ‘Mono’ respondió que, aunque soñaba ser dirigido por Ochoa, a quien cataloga como el técnico colombiano más grande de todos los tiempos, su sangre era “verde”, y regresar de Francia en tan poco tiempo sería un fracaso.

11. En 1991, Ochoa decidió retirarse definitivamente del fútbol. Dijo sentirse hastiado y no quiso regresar nunca más a un estadio. Se arrepintió de no haberlo hecho antes. “Nunca supe si hubiera podido llegar a ser tan buen médico como Beto (su hijo Germán Alberto Ochoa)”, confesó luego. Hoy vive en las afueras del sur de Cali, al lado de su esposa, Cecilia Perea, a quien conoció cuando ella se debatía entre la vida y la muerte en la clínica de la Policía, en Bogotá. Él llegó al centro hospitalario a hacer su internado como médico. Y allí la conoció y la enamoró, con la complicidad de otro médico que luego sería más célebre por sus canciones, el maestro Jorge Villamil. Con doña Cecilia, Ochoa tuvo dos hijos, que se sumaron a los tres de su primer matrimonio y a los tres de su actual esposa, quien había enviudado tras un accidente que la puso en la clínica donde ambos comenzaron ese amor que todavía tienen.

Datos sueltos

Seis títulos como jugador y trece como entrenador tiene en su vitrina el médico Gabriel Ochoa Uribe.

Gabriel Ochoa Uribe encabeza una dinastía de médicos especializados en traumatología y ortopedia, quizás irrepetible en Colombia. Su hijo mayor, Gabriel; y su hijo menor, Germán Alberto, tienen la misma profesión y especialidades. Y su nieto, Nicolás, adelanta en este momento la especialización en traumatología en Bogotá.

Ochoa estuvo a punto de ser secuestrado supuestamente por las Farc, luego de retirarse del fútbol, en Cali. Varios hombres armados ingresaron a su vivienda, amordazaron a los empleados, mataron cuatro perros y lo esperaron pacientemente, porque estaba por fuera de casa. Luego se frustró el intento.

Un bóxer llamado Rocky fue su perro amado. El que lo acompañaba a todas partes, inclusive en los entrenamientos y concentraciones. Por él tuvo un fuerte disgusto con el paraguayo Roberto Cabañas, que se enojaba porque el perro se metía en la piscina con los jugadores.

Su capitán: “Gabriel Ochoa Uribe es más que un técnico de fútbol. Es un hombre que nos enseñó también a ser personas y a construir cualquier objetivo con la disciplina como primera herramienta”: Gerardo González Aquino.

El libro de Ochoa

Tres periodistas de El País (César Polanía, Jorge Enrique Rojas y Hugo Mario Cárdenas) publicaron recientemente el libro ‘Gabriel Ochoa Uribe’, que recoge la vida y obra del médico.

En el libro, editado por Penguin Random House, once personajes perfilan, mediante sendas entrevistas, al afamado técnico. Está disponible en todas las librerías del país.

AHORA EN Futbol Colombiano