Cultura

Hace 130 años nació el cine: cuando las imágenes aprendieron a moverse

El 28 de diciembre de 1895, día de los Inocentes, se realizó en París la primera proyección pública del cinematógrafo de los hermanos Lumière, un hito que marcó el nacimiento del séptimo arte.

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Caliwood
Museo Caliwood | Foto: Fotos: Jorge Orozco / El País

28 de dic de 2025, 04:13 p. m.

Actualizado el 28 de dic de 2025, 04:13 p. m.

Por Hugo Suárez Fiat - Especial para El País

El sábado 28 de diciembre de 1895 es considerado la fecha fundacional en la historia del cine. Ese día, en el Salon Indien du Grand Café, de París, ubicado en el 14 del Boulevard des Capucines, los hermanos Louis y Auguste Lumière, hijos de Antoine y Jeanne-Josephine, ofrecieron la que se reconoce como la primera proyección pública y comercial de su invento, el cinematógrafo.

La sesión, una breve pero decisiva presentación de una decena de pequeñas “vistas” grabadas por Louis, marcó el paso del dispositivo fotográfico a la exhibición de cortos y puso en marcha la industria y la práctica social del cine tal y como se conoce hoy en día.

El Salon Indien du Grand Café, en el boulevard des Capucines, de París, fue el escenario de la primera proyección pública y comercial del cinematógrafo, el 28 de diciembre de 1895.
El Salon Indien du Grand Café, en el boulevard des Capucines, de París, fue el escenario de la primera proyección pública y comercial del cinematógrafo, el 28 de diciembre de 1895. | Foto: Museo Caliwood

Contexto técnico y social

A finales del Siglo XIX la fotografía llevaba décadas, pero el desafío era captar y proyectar imágenes en movimiento, de modo que muchas personas pudieran verlas en forma simultánea. Hasta entonces existían dispositivos como el kinetoscopio, de Thomas Alva Edison, el cual utilizaba películas de 35 milímetros con doble perforación y mostraba secuencias en privado a un solo espectador. Con ese aparato se abrieron sitios públicos en Estados Unidos y Europa, al estilo de los futuros ‘nickelodeons’, que ofrecían la posibilidad de ver películitas, bajo la modalidad descrita.

El padre de los Lumière tuvo la oportunidad de conocer el kinetoscopio en 1894, de visita en París, y a renglón seguido retó a sus hijos para que diseñaran algo mucho mejor, lo cual lograron en menos de un año.

El cinematógrafo, un aparato ligero y multifuncional que servía como cámara, laboratorio y proyector, marcó la diferencia frente a otros inventos de su época.
El cinematógrafo, un aparato ligero y multifuncional que servía como cámara, laboratorio y proyector, marcó la diferencia frente a otros inventos de su época. | Foto: Museo Caliwood

El equipo y su patente

Louis y Auguste Lumière, industriales especializados en material fotográfico (construían placas sensibles a la luz y maquinaria en la fábrica de su padre), desarrollaron un mecanismo que combinaba cámara, revelado y proyección en un único aparato compacto: el cinematógrafo.

Los hermanos consolidaron su idea y efectuaron varias demostraciones privadas y finalmente organizaron la sesión pública del 28 de diciembre.

El nombre que se le dio al aparato fue registrado inicialmente por Leon Bouly, en 1892, pero fue enajenado a los industriales antes de la proyección pionera.

La sociedad parisina del Siglo XIX vivía una intensa vida cultural: teatros, cafés-concierto, conferencias científicas, ferias y bazares en los que la novedad tecnológica encontraba mucho público.

Fotograma de una de las primeras “vistas” de 1895, registros breves de la vida cotidiana que inauguraron los géneros documentales del cine.
Fotograma de una de las primeras “vistas” de 1895, registros breves de la vida cotidiana que inauguraron los géneros documentales del cine. | Foto: Museo Caliwood

El Salon Indien (antiguo recinto usado para jugar billar) ofrecía un marco ideal para una atracción que podía ser considerada una curiosidad tecnológica y un espectáculo de entretenimiento. La tarifa de ingreso a la primera velada cinematográfica costaba un franco y los organizadores contaron con la presencia de amigos y conocidos y la del poco público que fue atraído por la novedad.

El cinematógrafo, patentado en Francia el 13 de febrero de 1895, fue construido por Jules Carpentier acorde con las indicaciones de los Lumière.

Era un aparato innovador, que tenía diversas funciones: primero, servía como cámara (registraba la secuencia); segundo, era un laboratorio portátil (se podían revelar tiras de película con gran rapidez) y, tercero, un evento sorprendente, funcionaba como proyector de imágenes (mostraba lo que estaba en la cinta en la pantalla).

Tales cometidos lo distinguieron de los otros sistemas, los cuales estaban fragmentados. Comparado con otros equipos, era más ligero y transportable, lo que permitía filmar escenas “en la calle” y proyectarlas en distintos lugares.

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Caliwood, primer museo de la cinematografía en Colombia (Cali) | Foto: Instagram @museocaliwood

Utilizaba un sistema de arrastre intermitente eficaz (inspirado en el mecanismo de la máquina de coser) que generaba una proyección más estable y clara, a una velocidad aproximada de 16, 17 o 18 fotogramas por segundo, a la vez que usaba película de 35 milímetros con una sola perforación, en tiras de 17 metros de longitud, material fílmico que fue adquirido en la New York Celuloide Company, a la cual fue enviado un comisionado.

La cinta fue la pregonera del formato definitivo. Tal conjunto de elementos técnicos facilitó que las imágenes captadas por Louis en 1895 (escenas de la vida cotidiana o “vistas” cortas) pudieran ser reproducidas nítida y repetidamente en una sala convencional para un público ansioso y numeroso.

La difusión de la patente francesa en otros países (Alemania, Reino Unido y EE. UU.) confirmó la intención de hacer viable el invento, desde el punto de vista comercial.

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Hugo Suárez Fiat, fundador del Museo Caliwood | Foto: Fotos: Jorge Orozco / El País

La sesión del 28 de diciembre ofreció diez cortos (cada uno de 50 segundos aproximadamente) que hoy son referencias canónicas en la historia del cine porque ilustran los primeros géneros y temas del medio: la documentación de la rutina diaria, la comedia breve, la escena urbana, la pequeña escena doméstica o el acontecer citadino.

Es decir, “la vida como nunca se había visto antes”, según comentó Maurice Pialat. Cuestionado sobre el genial invento, Louis afirmaba con absoluta certeza que “la idea estaba en el aire”.

El cinematógrafo y sus accesorios, después de la primera proyección, se vendía por 1650 francos. Carpentier fabricó 200 en serie y la Sociedad Lumière produjo 1422 filmes entre 1895 y 1905. El camarógrafo más talentoso de la empresa fue Gabriel Veyre. El Museo Caliwood honra la saga de los hermanos con su Cinema Lumière.

El programa

Cada una de las “vistas” respondía a una intención distinta: documental, de entretenimiento, de pequeña comedia, y aportaba elementos que luego se convertirían en recursos usuales del lenguaje cinematográfico.

La primera proyección de la historia incluyó los siguientes cortos: “La salida de los obreros de la fábrica Lumière”, “El espectáculo de equitación”, “La pesca de los peces rojos”, “La llegada del tren a la Estación de la Ciotat”, “Los herreros”, “El regador regado”, “La comida del bebé”, “El juego del salto”, “La Place de los Cordeliers en Lyon” y “El baño en el mar”.

Durante visita al George Eastman House, aparecen Gloria Escobar Lozano, Hugo Suárez Fiat, el curador de la institución americana y Edgardo Zúñiga. Al pie el afiche de “El Regador Regado”.
Durante visita al George Eastman House, aparecen Gloria Escobar Lozano, Hugo Suárez Fiat, el curador de la institución americana y Edgardo Zúñiga. Al pie el afiche de “El Regador Regado”. | Foto: Museo Caliwood

El montaje técnico de la época incluía: la pantalla, una tela tensada (lienzo) colocada al fondo de la sala, mencionando que el tamaño de la misma era limitado, pero lo suficientemente grande para que varias decenas o, según lo que ocurrió posteriormente, miles de espectadores pudieran ver las imágenes en exhibiciones sucesivas.

El cinematógrafo, ubicado detrás del público, empleaba una especie de lamparilla (para iluminar la película) y el recinto tenía la capacidad para mantenerse en la oscuridad.

La sesión completa se componía de diez piezas, por lo que la duración de las proyecciones era de unos diez minutos de película efectiva, a lo que se sumaba el tiempo que se gastaba para la manipulación de las bobinas, la presentación de los cortos y los silencios.

Las crónicas técnicas posteriores describieron que el invento permitía que el operador exhibiera la misma bobina en serie, y la comodidad que ofrecía el cinematógrafo facilitó rodar filmaciones en el exterior.

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Caliwood | Foto: Fotos: Jorge Orozco / El País

Audiencia y recepción

Los testimonios contemporáneos, aunque no abundan crónicas de prensa publicadas inmediatamente, indican que la primera sesión pagada tuvo una asistencia modesta, solo 33 personas, según el Instituto Lumière.

Una de ellas fue el legendario director de cine George Mèliès, quien les propuso a los exhibidores que le vendieran el cinematógrafo, iniciativa que no culminó con éxito, pues fue objeto de una frase lapidaria proveniente de Antoine, el padre: “ese invento no tiene futuro”.

En pocas semanas la sala llegó a albergar miles de espectadores al día y el precio de un franco hizo la sesión asequible a sectores amplios de la población parisina.

París, a finales del Siglo XIX, vivía una intensa efervescencia cultural: cafés, teatros, ferias y espectáculos científicos convirtieron la ciudad en el terreno fértil donde el cine encontró su primer público.
París, a finales del Siglo XIX, vivía una intensa efervescencia cultural: cafés, teatros, ferias y espectáculos científicos convirtieron la ciudad en el terreno fértil donde el cine encontró su primer público. | Foto: Museo Caliwood

Los historiadores del cine coinciden en que el 28 de diciembre de 1895 es un hito simbólico: marca el paso hacia la exhibición comercial y pública en las salas de imágenes en movimiento.

No obstante, estudios rigurosos matizan su carácter pionero: hubo otras experiencias de visionado público y privado y otros inventores (Edison, Reynaud, Bouly) que también aportaron piezas al rompecabezas técnico, científico y social.

Lo que hace singular la sesión de los Lumière es la conjunción: patente práctica, calidad técnica, programa coherente de “vistas” y la iniciativa de cobrar una entrada, esquema que configuró el modelo de exhibición que perdura.

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Museo Caliwood, único en Cali | Foto: Fotos: Jorge Orozco / El País

El impacto del espectáculo fue múltiple: desde el punto de vista cultural ofreció muchos usos (entretenimiento, documentación, propaganda, arte, ilustración, fantasía, recreación, ficción y educación).

Películas posteriores transformarían los géneros incipientes. La opción industrial sentó las bases del circuito de producción y exhibición y estimuló la competencia, con lo cual se aceleró la profesionalización del oficio cinematográfico.

El ámbito estético, merced a la rigidez del plano fijo, se desplazó a un lenguaje más complejo (montaje, movimientos de cámara, edición), pero la sencillez de las primeras “vistas” siguió siendo un recurso expresivo y un registro fundacional.

Muchos de los cortos son conservados, restaurados y exhibidos por el Instituto Lumière y la Cinemathèque Françoise y el 28 del duodécimo mes del año citado, se recuerda, inobjetablemente, como la fecha en que se originó el cine.

Louis y Auguste Lumière, industriales y pioneros de la imagen en movimiento, sentaron las bases del cine como espectáculo colectivo.
Louis y Auguste Lumière, industriales y pioneros de la imagen en movimiento, sentaron las bases del cine como espectáculo colectivo. | Foto: Museo Caliwood

El camarógrafo en el Valle

Félix Mesguisch sirvió de soldado en los regimientos de la infantería del ejército francés, antes de unirse a la empresa A. Lumière et ses Fils, en la que fue asistente del agente Marius Perrigot, encargado de la primera proyección provincial en Lyon, el 25 de enero de 1896, es decir un mes después de la exhibición realizada en París.

Luego, el proyeccionista recorrió el mundo, convertido en camarógrafo de noticias, por encargo de empresas cinematográficas para filmar, entre otros, el funeral de la Reina Victoria, en 1900, y la coronación de Eduardo VII, en 1902.

Fue enviado a Colombia en 1907, por la distribuidora francesa Vistas Gaumount, la cual lo contrató. Filmó el exótico y tropical Río Cauca y rodó siete películas de cine mudo, que son consideradas los primeros documentales realizados en el Valle.

El experto cinematografista falleció el 25 de abril de 1949, en París.

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