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Leopoldo de Quevedo y Monroy (centro), acompañado de los miembros del colectivo literario Plenilunio. | Foto: Foto: cuenta de Facebook de Milton Fabián Solano / Especial para Gaceta

POESÍA

Canción de la añoranza y otros poemas de Leopoldo de Quevedo, homenaje

Compartimos con los lectores de Gaceta una selección de poemas inéditos de Leopoldo de Quevedo y Monroy, poeta fallecido recientemente en la ciudad de Cali, donde fue un activo protagonista de la cultura. Estos poemas, que se encuentran entre sus últimos escritos, se comparten con la autorización de la familia del poeta.

4 de julio de 2021 Por:  Leopoldo de Quevedo y Monroy, especial para Gaceta

José Leopoldo Quevedo Monroy, más conocido por su obra literaria como Leopoldo de Quevedo y Monroy, falleció el pasado miércoles 23 de junio en Cali, a sus 81 años. Reconocido en el ámbito cultural caleño y nacional, Leopoldo de Quevedo fue miembro del colectivo literario Plenilunio, invitado a diferentes versiones del Festival Internacional de Poesía de Cali y a otros eventos literarios nacionales, desde sus columnas en medios como Proclama del Cauca y colaboraciones en otros medios como Gaceta y Letralia, fue un importante difusor de la obra de poetas locales y nacionales, contribuyendo al reconocimiento de jóvenes talentos.

Para Milton Fabián Solano, director de la Fundación Plenilunio, “Leopoldo fue un amplísimo amigo, crítico y con una chispa de humor en su personalidad, además un sensacional profesor. Su poesía siempre genera reflexiones y sonrisas, y nostalgias. Como ensayista fue muy fino, escribió más de 15 artículos sobre poetas regionales en la revista Plenilunio. Abrazaremos su recuerdo, su generosidad y enseñanzas siempre”.

Antes de dedicarse a la literatura, Leopoldo de Quevedo, nacido un 7 de junio de 1940 en Guachetá (Cundinamarca), estuvo vinculado por 17 años al sacerdocio, haciendo parte de la congregación de misioneros claretianos, y ejerciendo como párroco en diferentes lugares del país. El relato de su abandono de la vocación religiosa quedaría consignado en su primer libro ‘Memorias de un cura casado’ (1999). En efecto, el escritor sería el primer ex-cura casado por lo civil en Colombia, en 1970. Así formaría una familia de seis hijos que lo acompañarían en su carrera profesional y vocación literaria. Después de establecerse en Cali, estudiaría Derecho en la Universidad Libre, y se especializaría en educación en Univalle, dedicándose a la docencia en estas y otras universidades como la Autónoma de Occidentes y la Santiago de Cali.

Su obra literaria está compuesta, además de sus memorias, del libro de ensayos breves ‘Sobre los cuernos del tiempo’ (2008), ‘Versos sacros y profanos’ (2005), ‘Cotidianidad en re-verso’ (2006), ‘De sones y melancolías’ (2011), así como de un poemario inédito ‘Canción de la añoranza’ y numerosos artículos dispersos en medios literarios.

Canción de la añoranza

AÑORANZA I

Mirar a lo lejos
sin rumbo
como esperando
esperar sin certeza
como una tumba
sin flores
tener los ojos
hambrientos
la boca
abierta
el corazón
llorando
y el amor
allá lejos
con el jardín
lleno de rosas
y el corazón
con hielo

AÑORANZA II

Ay, de tus ojos duros
que han escondido su verde
ay, de las esperanzas rotas
ay, de la vida
pedazo de retazo raído
ay, de un pecho inflamado
por un día
que nunca llega
ay, corazón,
sigue llorando
ay, pecho,
que no descansa
ay, pies
con muletas chuecas
ay, sueño
que impide
soñar
ay, pájaro herido
en medio
de un cielo largo
y con nubes
negras

AÑORANZA III

Todavía se oye
el canto del alma
de un pájaro
sin nido
un viento huracanado
lo sacó
en la mitad
de un mediodía
con tormenta
no tuvo tiempo
de alistar sus alas
ni de avistar el rumbo
su corazón
hecho pedazos
y su garganta
seca por la ventisca
apenas si pudo
articular un pío
voló a un árbol
que el destino puso
en su camino
y desde allí
canta gimiendo
el pajarillo
no ha cesado de
elevar sus ojos
por encima de torres
y montañas
añorando
el calor de su morada
pasa las noches
en vela
y a trancones dormita
a la madrugada
espera el alba
para volar
sin rumbo
no sabe si el espacio
donde pasaba
las noches
y donde alegraba
la vecindad
con sus gorjeos
junto a las alondras,
mirlas y petirrojos
aún existe
han pasado días,
semanas y meses
desde entonces
¿cuánto tiempo más
vivirá este cantor
condenado a
anochecer sin poder
estar junto a su pajarita?

Otros poemas

LLAMA DE AGUA

Mis ojos
han naufragado
el timonel
está a la deriva
mis ojos arden
y escuecen
parecen como dos luceros
que dijeran
no queremos
titilar
nos pondremos
a arañar
en vez de guiñar
y hacer soñar

LA TABERNA DE DON LUIS

Nosotros no tan muchachos
como ovejas trasquiladas
por el trabajo de la maestranza
todos los días consagrados a Venus
salíamos amarrados a una botella
a la hora que abrazaba Selene a las estrellas.

Venus no estaba de visita en la esquina
donde el bonachón don Luis
pero de lejos nos oía.

Íbamos sonrientes a bogar con Baco
y a gastar unas monedas
que todavía no habíamos ganado.

Don Luis, mago de tabernas y cobranzas
nos servía amplia mesada de cebada
como si fuera el servidor del melenudo Baco.

Palma, Guerrero, Raúl Román,
Ovidio, Ramón Rengifo y yo más otros
que acolitaban el rito de la bebida
empezábamos el rosario de chistes,
y chascarillos en medio del saboreo
de la boca de las botellas
en la esquina del Popular en Cali.
Unos eran piadosos y los más groseros.

Unos reíamos de medio lado
y otros lanzaban su quijada al aire
después de haber quemado la semana dando clases.
Había que reconfortar muchas gargantas
y darle brillo a dientes y muelas
en la francachela y el sonido
del vidrio y la alegría.

Corrían las chanzas con la anécdota
y las horas se iban haciendo lerdas
como las lenguas y el bolsillo.

Cuando los caballos del sol
se asomaban por detrás de la media noche
los ojos estaban trastornados
el habla tartamudeaba
y la tierra giraba sobre las sillas,
el piso y los rincones.

Don Luis entonces con la escoba nos barría
y quedábamos arropados con el frío del parque.
Oh, qué noches tan sagradas las del 82
aquellas de San Martín de Porres
cuando la taberna brindaba con
nuestros libros dormidos debajo de los brazos.

A las dos de la mañana un carro
llegaba furtivo y rescataba las sobras
para alzarlas y llevarlas en volandas
a desocupar el vientre como avión en picada
en el mar de los sargazos de la cama.

MÚSICA Y LUNA

En “Evocación”, lugar de música y taberna en Cali

Ya la gata
golosa
bailó
en la pista
sus huellas
de seda
quedan
el acetato
llora
y sus lágrimas
sobre la noche
brillan
la puerta
su canción
ha cerrado
detrás del acorde
final
de regreso
el baile
vuelve
a un corazón
sin sueño

“EVOCACIÓN”

En el bar de la 5ª
entre taconeos
y firuletes
el tiempo
no tiene arrugas
la vida
se hace niña
y los recuerdos
bailan
Dagoberto
entre discos
ríe
y la cerveza
en las lenguas
resbala
la música
abre la
puerta
el bayo caballo
sus lagrimones
desgrana
unos soldados
desfilan
sin rumbo
mientras en casa
mi amor
me espera

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