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Pertenezco a Coomeva prepagada desde hace años. También recuerdo cuando se inició y se fue ganando a pulso, la confianza de caleños y vallecaucanos. Se caracterizó por el buen manejo de sus dineros y el cumplimiento de sus pagos.

30 de julio de 2018 Por: Andrés Felipe Becerra I.  / Editor de Orden

Pertenezco a Coomeva prepagada desde hace años. También recuerdo cuando se inició y se fue ganando a pulso, la confianza de caleños y vallecaucanos. Se caracterizó por el buen manejo de sus dineros y el cumplimiento de sus pagos.

Hace varios años empezó el ‘run run’ de que Coomeva se estaba metiendo en camisas de once varas, inversiones en asuntos no prioritarios, gastos excesivos, oficinas super lujosas y otras yerbas que no me corresponde a mí ni juzgar ni investigar. Doctores tiene la madre Iglesia. Pero sí recuerdo cuando uno de sus fundadores, hace tiempo, me comentó con tristeza que a Coomeva o mejor dicho a los directivos de turno se los estaba comiendo la ambición y que algún día se reventaría la burbuja en que se estaban metiendo.

Preocupa la noticia del lunes en este periódico sobre la situación económica de esa institución y las deudas que está arrastrando. La cuerda se rompe por lo más delgado y los que pagan el pato naturalmente son los pacientes de menos recursos económicos. No existe justificación alguna para que en estas entidades cuya razón social es atender la salud de los colombianos, la mayoría se hayan dejado llevar por otras ambiciones y derroteros. Si es cierto lo de Coomeva, las investigaciones, caiga el que caiga, tienen que llegar a las últimas consecuencias. Colombia no soporta ni merece otra ‘quiebra’ y liquidación de empresas prestadoras de servicio de salud.

Solamente por concepto de medicina prepagada estas entidades reciben billones de pesos. Es mucho más lo que les entra que lo que tienen que pagar por enfermedad de sus afiliados. Conozco amigos que llevan pagando, y no cualquier centavo, hace años y jamás han puesto los pies en una clínica sino para visitar algún conocido.

¿Qué se hace el dinero? ¿Cómo lo invierten? ¿En qué se lo gastan? ¿Cuáles son los sueldos? ¿Cuántos empleados tienen y cuantos sobran? Los números no tienen opinión ni emociones. Son números. Y eso es lo que Coomeva le tiene que responder a sus afiliados y dar la cara.

No es con pañitos de agua tibia ni mentiritas piadosas, ni justificaciones extemporáneas. Los caleños y todos los vallecaucanos exigimos una respuesta contundente y honesta. Estamos hartos de mentiras, de que los pobres se mueran por falta de atención médica porque las entidades ‘no tienen plata’.

En Cali y el Valle existen clínicas y hospitales estupendos. Personal médico y auxiliares de enfermería de primer orden. Equipos de alta tecnología. Pero si no les cumplen las obligaciones monetarias, las instituciones que están obligadas a ello no tienen por qué pagar del bulto. No es su responsabilidad ni su culpa.

En lugar de justificaciones, Coomeva tendría que sentir vergüenza por sus malos manejos si es que ha incurrido en ellos. Pero en estos momentos tiene la obligación de dar la cara. Eso es lo mínimo que puede hacer ante miles de vallecaucanos que depositamos nuestra confianza y pagamos las cuotas cumplidamente. ¡Basta ya de corrupción, mentiras y respuestas falsas!

P.D.: Parece que la única reacción del Alcalde de Palmira a mi artículo de la semana pasada sobre Palmaseca fue entrar en cólera y negarle una cita a la Junta de Acción Comunal de la vereda. Sería importante que la Gobernación averiguara sobre este abandono.

P.D2.: Nos van a hacer falta los comentarios sagaces y valerosos de Gustavo Álvarez Gardeazábal. No siempre estoy de acuerdo, pero siempre dejan mucho material para pensar. ¡Gracias Gustavo!

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