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Malicia indígena

Qué pena con Diego Martínez pero creo que la denominada malicia indígena no debe satanizarse. Los comportamientos no son ni buenos ni malos: depende de cómo se ‘usen’.

25 de junio de 2018 Por: Redacción de El País

Qué pena con Diego Martínez pero creo que la denominada malicia indígena no debe satanizarse. Los comportamientos no son ni buenos ni malos: depende de cómo se ‘usen’. Porque han violado mujeres, ¿el sexo es malo? Porque el dinero compra corruptos, ¿lo satanizamos? La malicia indígena es un comportamiento usado como medida de sobrevivencia en sociedades totalmente desiguales. Sí, leyó bien. Se requiere para sobrevivir (o salir adelante) en lugares completamente inequitativos. Además, no puede desconocerse la historia y los ancestros de exclusión que tiene nuestra historia. ¿Cómo sobrevivir? Con astucia… Entonces esa malicia indígena ha servido en múltiples momentos como forma de sobrevivencia. Explico.

¿Cómo la usaron nuestros compatriotas? Mal, es obvio. Lo que la hizo desmesurada fueron las redes. Con todos los focos encima. Pero las bromas pesadas forman parte de nuestro ancestro cultural. Burlarse de la ingenuidad de los extranjeros es una ‘constante nacional’.

¿Recuerda la canción de Piero ‘Los americanos’, apología de la astucia latinoamericana frente a la ingenuidad ‘gringa’? Entonces no podemos desgarrarnos las vestiduras, ni sacar del clóset al juez interior que cada tuitero lleva al enjuiciar la conducta de compatriotas. Pero como “no hay mal que por bien no venga”, ninguna campaña publicitaria habría logrado hacernos caer en cuenta de algo que llamaríamos ‘responsabilidad social’, sentido de patria, amor por el terruño. Ya hay la conciencia de que ser colombiano no es un acto individual sino colectivo y donde quiera que esté, no sólo soy yo sino que represento una patria. Enhorabuena por los ‘maestros’ que con sus errores nos enseñaron esto.

Así es la vida. La capacidad de caer en cuenta se denomina, en el campo de crecimiento personal, tomar conciencia (que no es inteligencia) y surge muchas veces de errores, sufrimiento o metidas de pata. Pero ‘escoger’ un chivo expiatorio y descargar en su comportamiento toda una responsabilidad social, no solo es injusto sino desmesurado. Y evasor.

Puedo ver en los otros los errores, pero me ufano de ser diferente. ¿Será que sí? ¿Sabe lo que es una broma ‘pesada’? ¿Lo ha practicado? Recuerdo la historia de una distinguida familia cuya hija se iba a casar con un inglés bien inglés. Lo invitaron a la reunión familiar incluidos todos los primos y comida típica con tamal a bordo. Las carcajadas de la parentela todavía resuenan mientras que el educado extranjero intentaba comer el tamal con hoja, para burla de los que lo rodeaban. Ja, ja, tan ingenuo y nosotros tan astutos. ¿Nunca ha participado de una escena parecida?

El humor se mueve por una línea muy delgada entre la burla y la carcajada. ¿Samper Ospina es humorista o es agresor? Matador se burla o hace reír, o ambas cosas. ¿Qué es la vulgaridad? Cuando alguien se cae, cuál es su primera reacción: reírse o ayudar o ambas cosas. Reírse de obscenidades, asuntos escatológicos (pedos, mocos, orines) es madurez, infantilismo, frescura o cinismo. Las líneas divisorias cada vez son más sutiles. Entonces, la solución elemental y simple es practicar la máxima de salud mental (o espiritualidad) que existe, “no le hagas al otro lo que no quieras que te hagan a ti”. De pronto practicaríamos coherencia, asunto bien difícil de vivenciar.

Sigue en Twitter @revolturas

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