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Compás de espera

Por este país roto, dividido hasta el delirio entre los que prefieren que nada cambie y quienes le apuestan a un cambio totalitario, solo pido un compás de espera en aras de alcanzar la reconciliación.

21 de junio de 2018 Por: Redacción de El País

Por este país roto, dividido hasta el delirio entre los que prefieren que nada cambie y quienes le apuestan a un cambio totalitario, solo pido un compás de espera en aras de alcanzar la reconciliación. Fueron elecciones oscuras, contaminadas por el miedo y la rabia, donde las redes sociales atizaron las más bajas pasiones de lado y lado. Sin embargo, ambos candidatos superaron las votaciones tanto para la Presidencia como para la oposición.

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Solo hubo un sector que no logró coronar su proyecto: el voto en blanco. Tal como sucedió con la ola verde, que se disolvió en las manos de Antanas Mockus, a la ola blanca le pasó lo mismo con Sergio Fajardo que dejó a su cauda a la deriva, mientras los votantes fuimos objeto del bullying en las redes sociales, donde los dos bandos nos señalaban como “petristas vergonzantes” o “uribistas enclosetados”. La tercera vía en Colombia, por ahora, está en cuidados intensivos.

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El domingo que Duque celebró su victoria, llamando a la reconciliación y a la firma de un acuerdo sobre lo fundamental, y a un Petro que admitía sin chistar el veredicto de las urnas, para autoproclamarse, ante una masa heterogénea, como jefe de la oposición, tuve la sensación de que el país había cambiado.

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Sin embargo, al día siguiente de su discurso conciliador, Duque anunció a los cuatro vientos el retorno de la aspersión a los cultivos de coca e impartió órdenes al Senado de poner palos en las rueda a la aprobación de la JEP, mientras el expresidente Uribe, a quien creíamos retirado del mundanal ruido en el Ubérrimo, recorría el hemiciclo, sintiéndose ahora sí dueño y señor de las bancadas, mientras masticaba papitas fritas, como si fuera la Constitución. Así lo vimos antenoche maquinando con las Palomas Valencias y el obsecuente Macías, cómo hacer trizas una Ley que es imprescindible para proteger a las víctimas.

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La sombra de ‘Santrich’ se cernía sobre el centro de la democracia colombiana, donde los honorables padres de la Patria, Claudia López y Ramos, intercambiaban madrazos, similares a las actitudes de los hinchas en el Mundial de Fútbol, donde nuestra idiosincracia intolerante y excluyente se siente aquí y en Rusia. Dios proteja a Colombia.

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PD: Después de la exposición mediática a que fueron sometidas las ministras Gina Parody y Cecilia Álvarez, cuyo patrimonio moral y profesional fue sometido al más duro escarnio público, ahora se archiva la investigación sobre el caso Odebrecht, por ‘falta de evidencia’. ¿Otro falso positivo de la Fiscalía? ¿Quién devolverá a estas dos valientes mujeres su honra?

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