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Tres historias dolorosas unidas por la tragedia de Armero

Aunque han pasado 29 años, todavía hay muchas heridas que no se han cerrado y familias que aún buscan a sus seres queridos.

13 de noviembre de 2014 Por: Elpais.com.co | Colprensa

Aunque han pasado 29 años, todavía hay muchas heridas que no se han cerrado y familias que aún buscan a sus seres queridos.

[[nid:480243;http://contenidos.elpais.com.co/elpais/sites/default/files/imagecache/563x/2015/11/tragedia-734.jpg;full;{El País recorrió las ruinas de esta ciudad del Tolima que desapareció del mapa por una tragedia anunciada. Retrospectiva de la catástrofe, los símbolos que la recuerdan y testimonios de sus sobrevivientes.El País}]]

Esa noche, la familia Serrato Silva, que se había reunido en Armero para dar el último adiós a su madre y abuela María Helena Silva de Serrato, se fueron a descansar temprano.

El cansancio del velorio, el entierro y la tristeza en su alma los dejó casi rendidos. Al cabo de unos minutos, una de las hermanas de Juan Carlos Serrato dijo: "está lloviendo".

Pero la sorpresa fue mayor. Al salir, evidenciaron que era otra clase de lluvia, esta era negra y arenosa. Los rumores desde hace algún tiempo sobre una posible erupción del Volcán Nevado del Ruiz los embargó, así que Juan Carlos y unos pocos familiares (muchos provenientes de Bogotá), intentaron salir del pueblo en un automóvil.

Juan Carlos recuerda que al momento de cerrar la puerta de la casa, la energía se fue porque a cinco kilómetros la estación de energía había sido arrasada y era parte ya de una gran masa de lodo. La casa paterna de Juan Carlos estaba ubicada en la calle 18 con carrera 14, cerca al hospital de Armero.

La idea era llegar lo más pronto posible a Guayabal para salvarse de la ceniza. Aún no dimensionaban la catástrofe que la naturaleza estaba fraguando. Al salir a la avenida principal, se formó una especie de caravana. Adelante iba un camión plataforma, donde algunos sobrevivientes trataban de escapar, madres angustiadas lanzaban a sus hijos a este automotor que había sido ‘bautizado’ como ‘La Machaca’.

El carro donde iba Juan Carlos estaba detrás de éste y de otro vehículo conducido por Marcos Abril. La oscuridad y el desespero de más de 30 mil armeritas hizo que algunos carros pasaran sobre cadáveres arrastrados y personas malheridas.

De pronto, la poca luz de la luna que se colaba entre la ceniza, mostró una de las tantas escenas macabras que tuvo que vivir esa noche Juan Carlos: ‘La Machaca’, junto con los niños y algunos sobrevivientes desapareció de su vista. Una bocanada de lodo la arrastró. El carro tuvo que devolverse. Ya no había camino. El único lugar ‘seguro’ era el parque conocido como ‘El Mercadito’; allí, en el único claro, dónde no llegó el lodo debido a que el mayor impacto lo resistió el estadio que bifurcó la avalancha, quedaron junto con las madres que intentaron salvar a sus hijos lanzándolos a ‘La Machaca’.

Esa noche en los barrios Chicó, 20 de Julio, El Mango, entre otros, quedó la familia de Juan Carlos, la tía Dolly, el tío Eduardo y Gildardo con su esposa ‘Toña’ Vera, James, Óscar, junto con otros 60 parientes maternos y paternos.

 

[[nid:367802;http://contenidos.elpais.com.co/elpais/sites/default/files/imagecache/563x/2014/11/armero_0.jpg;full;{Miles de niños quedaron huérfanos tras la tragedia de Armero y cientos de familias perdieron a sus seres queridos.Elpais.com.co | Colprensa}]]

Sin padres

Juan Carlos Serrato y Deisy Barbosa eran novios de infancia y juventud, por cosas del destino, ella se fue a estudiar publicidad a Manizales y su hermano Arnoldo Barbosa a Bogotá, sus padres y familiares esperaban su regreso a Armero para las vacaciones de fin de año.

Esa noche, Deisy recibía la bendición de su madre Belén Ramírez y de su padre Arturo Barbosa, ‘hija, cuídese en esa ciudad (Manizales), pues desde hace tiempo anuncian que el Ruiz quiere hacer erupción’. Quizás estas fueron las últimas palabras que escuchó Deisy, pues a los segundos la comunicación se cortó.

A los cuatro días llegó Deisy a Venadillo, todos sus familiares, unas 60 personas murieron sepultadas; cuenta Juan Carlos que su novia de entonces, a los 18 años, se quedó huérfana. Los padres de Juan Carlos, Víctor Omar Serrato y Flor Alba de Serrato Arias, adoptaron a la universitaria.

Sin rastros de 'Nata'

La historia de Natalia, sobrina de Juan Carlos, también es estremecedora; esta niña, de apenas tres meses de nacida, sobrevivió debido al sacrificio de su madre.

A Francelina Serrato la avalancha no le dio tiempo para huir, ella había llegado desde Bogotá para el entierro de María Helena, lo único que pudo hacer fue tomar a su bebé y antes de que el barro la enterrara, la alzó con una mano y al ras del lodo ardiente quedó la pequeña Natalia.

Algunos vecinos que la conocieron, tomaron a la bebé y a los tres días encontraron a Juan Carlos y le entregaron a la niña. Cuando la familia Serrato Silva pudo llegar a Bogotá, el padre de Natalia, quien no viajó a las exequias, tomó a la menor; sin embargo, desde ese tiempo a Natalia no la volvieron a ver.

Juan Carlos tiene ahora un poco más de 50 años, y en su mente tiene vivos los amargos recuerdos de aquel 13 de noviembre, cuando el Ruiz acabó con más de 25 mil armeritas, entre ellos, sus familiares y también a los de la madre de sus hijas.

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