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“Oposición de rumores le hace daño al país”: Daniel Pécaut

Daniel Pécaut cree que aunque muchos no están comprometidos con el proceso de paz no le ve otra posibilidad distinta al éxito. Santos afrontará una doble oposición de izquierda y de derecha, advierte.

20 de julio de 2014 Por: Margarita Vidal Garcés | Especial para El País

Daniel Pécaut cree que aunque muchos no están comprometidos con el proceso de paz no le ve otra posibilidad distinta al éxito. Santos afrontará una doble oposición de izquierda y de derecha, advierte.

El sociólogo y filósofo, nacido en París, Daniel Pécaut, cumple este año medio siglo de haber venido por primera vez a Colombia. En 1964 aterrizó aquí, invitado por la Universidad Nacional, justo cuando surgía la llamada República Independiente de Marquetalia, fundada por Manuel Marulanda Vélez, alias Tirofijo, y el país lo atrapó. Interesado en estudiar el conflicto y la sociopolítica colombiana, desde esa fecha casi no pasa un año sin regresar y es, hoy por hoy, uno de los más importantes investigadores de la realidad nacional. Es director de la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales (EHESS), de la capital francesa.Ha escrito ocho libros sobre Colombia, de los cuales el más reciente se titula ‘La experiencia de la violencia: los desafíos del relato y la memoria’. En 2007 recibió la nacionalidad colombiana y dice a quien lo quiera oír, que no solo le encantan Colombia y la calidez de sus gentes, sino que este es un país que, hasta cierto punto, conoce más que el suyo.¿Cómo está viendo el proceso de paz?Veo que la gente sigue escéptica frente a las conversaciones de La Habana y que hace poco por apoyarlas. Eso es grave porque en este momento en Colombia los partidos casi no existen como fuerzas organizadas, ni hay grandes líderes que puedan apoyar el proceso con su prestigio. Pero, aunque Colombia es un país de individuos y de micro-solidaridades a nivel de barrio, también ha demostrado a veces ser una sociedad participante, que cuando le ofrecen propuestas atractivas responde. Lo malo es que a menudo esa misma gente se siente frustrada y decepcionada porque muchas cosas no le cumplen y entonces descree de los procesos. Hoy yo no veo a una mayoría comprometida en favor de la paz. Por otra parte, esto también puede deberse a que el conflicto no molesta a muchos sectores.¿Qué quiere decir con eso?Que a la gente que vive en Bogotá o en otras grandes ciudades lo que les molesta es la delincuencia o la violencia cotidiana, pero no el conflicto armado como tal, que solo es conocido y sufrido por quienes viven en la periferia: el campo, en las zonas mineras, el Chocó, Nariño, etc., territorios bastante desconocidos en Bogotá y otras capitales.¿Está hablando de las élites, o va más allá?También hay sectores de las clases medias a los que les parece mucho más fácil mantener esa guerra lejana que no los afecta, pagando sumas enormes a las Fuerzas Armadas para que peleen y hagan lo necesario para mantenerlas a raya. Y es obvio que mientras haya una presencia tan grande de fuerzas militares y de policía, no habrá movimientos sociales de protesta, sino una aparente tranquilidad de la cual se aprovechan esos sectores de la élite y de la clase media que le menciono, que se ha convertido en una clase media muchas veces acomodada, producto de la buena situación económica del país.Bueno, con apoyo o sin apoyo, ya se han evacuado tres puntos de la agenda de La Habana y se entra al cuarto. El escepticismo que menciona se debe a que la gente no les cree a las Farc. ¿Piensa que esta vez sí van en serio?Este proceso es de una seriedad como nunca la había habido y también creo que no hay posibilidad distinta al éxito. La mayoría de los altos mandos de las Farc están en La Habana y me parece que deben tener mucho miedo de una desbandada, si no firman un acuerdo que les permita a sus combatientes rasos pensar que tienen un futuro. Ya muchos han desertado y otros se han ido a las Bacrim, o a la delincuencia común. También creo que el gobierno nunca ha tenido negociadores de una calidad y seriedad tan grandes como los actuales. Sin embargo, son muchos los problemas pendientes todavía, entre ellos la Justicia Transicional, para ver qué penas van a pagar. Un tema sumamente complejo y delicado. Yo soy de los que cree que no se puede castigar a todos los que hicieron cosas tremendas, pero que sí hay que castigar los crímenes de lesa humanidad, los delitos atroces y algunos casos de crímenes de guerra, de manera ejemplar.¿Y cómo ve la incorporación de las Farc al ejercicio político?Es indudable que en Colombia una inmensa mayoría experimenta un odio intenso por las Far. Por eso me parece que no habría que darle prioridad a la presencia del grupo guerrillero en el Congreso, sino que habría que darles antes un papel territorial, que tampoco resulta tan sencillo. Por eso las Zonas de Reserva Campesina son fundamentales para que los desmovilizados tengan una presencia política y social.Pero eso no va a ser fácil porque, si uno analiza la última votación, descubre que muchas zonas que han estado bajo influencia de las Farc por muchos años, votaron por el Centro Democrático de Uribe, prueba de que la gente está harta de las Farc. Por eso veo mucho más sensato que el gobierno trate de encontrarles una forma de poder local, antes de pasar a intervenir en la política nacional para aspirar al Congreso.Pero ellos están pidiendo participación directa en política, una vez desmovilizados; ¿qué otra alternativa vería usted?La impopularidad de las Farc a nivel nacional es tan grande, que no se puede pensar que puedan tener la capacidad de ser elegidos por voto popular, de manera que es posible que se pudiera buscar una salida con personas simpatizantes de esa guerrilla, personas afines que pudieran ocupar el lugar de la UP, diezmada a través de una matanza tremenda.¿En quién piensa usted, quizás en Piedad Córdoba, por ejemplo?Sí. Ella lidera su Marcha Patriótica y yo pienso que representa una proximidad con las Farc, sin que -hasta donde yo conozco- haya tomado nunca un fusil. Y en el mismo caso estarían Iván Cepeda y otros militantes de izquierda. Yo creo que hay que escoger a ese tipo de dirigentes, así sea a disgusto de muchos, porque son personas claves en un pacto de paz del país con las Farc.Puede que no haya mucha simpatía por ellos, pero la verdad es que representan un punto de vista contestatario y de oposición saludables para la democracia. Es bueno que estén presentes en el debate para que los colombianos aprendan a discutir sin matarse y se acostumbren a que hay personas que piensan distinto y a respetar ese pensamiento, así como exigen respeto para el propio.¿Cómo le pareció el primer gobierno Santos?Me ha parecido un gobierno bueno y como me interesa la política de paz, considero importantísimo que el Presidente hubiera ido preparando y abriendo camino para que -a través de leyes como la Ley de Víctimas y la Ley de Restitución de Tierras, que no son cualquier cosa, e incluso la Ley de Justicia Transicional- la negociación pudiera avanzar y progresar sobre bases sólidas.Parece que la economía va bien, ¿qué tan sostenible la ve?Creo que a pesar de que la industria no atraviesa una buena situación, hay en el país una cantidad importante de actividades terciarias como el desarrollo minero, para poner un ejemplo, que será durante la próxima administración un factor preponderante en la economía. Colombia tiene otras exportaciones mineras y hay un auge de la inversión extranjera. Por otra parte, siguiendo la tendencia de algunos países de América Latina, una de las metas del gobierno será desarrollar las exportaciones agrícolas por medio de empresas medianas. El gran desafío es permitir el desarrollo y fortalecimiento de una agricultura campesina y, a la vez, una agricultura exportadora, de grandes dimensiones, como la de palma africana, por ejemplo.¿Cómo vislumbra la segunda administración santista?Con más desafíos que la primera porque tiene que adelantar unas negociaciones que siguen muy difíciles todavía con las Farc y a eso tendrá que sumar las conversaciones con el ELN. El posconflicto traerá unas exigencias monumentales en materia económica, de reformas y de leyes, para no hablar del debate sobre el referendo o el mecanismo que se acuerde para refrendar los acuerdos de Cuba. Deberá lidiar con una doble oposición - de derecha y de izquierda- en el Congreso y hacer reformas importantes en el agro, en educación, en salud y en justicia, por lo menos.¿Y en cuanto al tema urbano?Colombia es un país hoy casi totalmente urbanizado y el gobierno tendrá que invertir mucho en las periferias de las grandes ciudades. En las comunas de Medellín, Bogotá y Cali sigue habiendo una situación social muy difícil que en un momento dado puede ser explosiva. Además tiene que hacer presencia sobre el conjunto del territorio porque si se va a apoyar en el desarrollo minero, es fundamental mirar hacia el Chocó y algunas zonas de Antioquia donde la minería ilegal está desatada, y brindar seguridad a las compañías legales. El gobierno deberá tener presencia no solo militar o de policía, sino de justicia y de inversión económica y social en vastas regiones. Son desafíos sumamente fuertes.¿Y cómo anticipa al presidente Uribe encabezando la oposición de su partido?Uribe parece estar decidido a conformar un sistema de oposición ideológica, pero también teórica sumamente fuerte y no descarto que pudiera tener éxito porque aquí hay mucha gente que le tiene miedo a cualquier acuerdo. Creo que si la oposición se adelanta en términos democráticos, el país saldrá favorecido, pero el problema sería una oposición complotista a base de rumores, decidida a utilizar toda clase de armas, como las acusaciones de “castrochavismo” que ya hemos visto. A mí me parece que Uribe puede crear un movimiento de oposición no solamente teórico, sino con base en rumores y acusaciones, como ocurrió en la campaña y eso le hace mucho daño a la democracia. ¿Va a seguir la guerra sucia? Me parece que existe el peligro. Mirando quiénes están al lado de Uribe, a veces uno piensa que están decididos a todo y que hay un aspecto de secta en la manera como impone a sus seguidores una disciplina de hierro.

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