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Las cinco caras del presidente Uribe

Es innegable la aceptación y la buena imagen que durante sus primeros cuatro años de gobierno logró proyectar el presidente, Álvaro Uribe Vélez, entre la opinión pública nacional.

31 de julio de 2010 Por: Redacción de El País

Es innegable la aceptación y la buena imagen que durante sus primeros cuatro años de gobierno logró proyectar el presidente, Álvaro Uribe Vélez, entre la opinión pública nacional.

Es innegable la aceptación y la buena imagen que durante sus primeros cuatro años de gobierno logró proyectar el presidente, Álvaro Uribe Vélez, entre la opinión pública nacional. Fue precisamente esa percepción de hombre optimista, disciplinado y luchador, de la que gozó entre el grueso de los colombianos, la que le significó el aval de los electores para asumir las riendas del país por ocho años.No cabe duda que la reelección fue el reconocimiento a una persona de carácter fuerte, que nunca dio nada por perdido y que con su obsesión por cumplirle al país siguió a cabalidad su lema de campaña en el que prometió “Trabajar, trabajar y trabajar”.Tanto así, que para el país no fue un secreto lo difícil que resultó para su gabinete seguirle el ritmo maratónico de trabajo que impuso. Máxime, cuando iniciaba labores a las 4:30 a.m. y, sin horario de salida, cumplía jornadas diarias de 18 horas.Pero lo que mucha gente ignora, es que detrás de esa figura pasiva, pero a la vez imponente, no sólo se escondía el gobernante que exigía resultados a los militares, que demandaba mayor compromiso de sus ministros y que insistió a través de sus consejos comunitarios en la necesidad de generar empleo y acabar la corrupción y la violencia.En su cuerpo menudo, y aparentemente inagotable, también habita un ser humano que se apasiona con la poesía, amante del campo y la naturaleza, que disfruta la vida cuando monta un caballo de paso fino y que se esfuerza por brindarle el bienestar a su familia y los mejores consejos a sus hijos.Haber sido el Presidente de Colombia lo obligó a apartarse de muchas de las cosas que hacía. De ahí que cualquier instante libre fuera la oportunidad para dar rienda suelta al arriero de sombrero, poncho y carriel. Por eso para muchos no era de extrañar verlo nadando en las aguas del río Guatapurí, comiendo de una olla con los erradicadores de cultivos ilícitos en la Sierra de la Macarena o montando a caballo en cualquier vereda de la geografía nacional.Para aguantar el trajín, tenía la rutina sagrada de hacer algo de yoga después del almuerzo. Y uno de sus ejercicios predilectos era el Chi Kung, una serie de ejercicios respiratorios dedicados a movilizar bajo voluntad la energía del cuerpo. Para sus detractores, en todos sus actos siempre hubo un interés político y una buena dosis de demagogia, para quienes lo siguieron, eran actitudes espontáneas. Lo cierto es que amado por muchos y criticado por otros, Álvaro Uribe es el estadista a quien le cabe el país condensado en su cabeza, pero también el hombre que siente, llora y ríe como un colombiano más.Un fanático de los caballosEl amor de Álvaro Uribe por el campo y en especial por los caballos surgió en sus primeros años de vida, en la finca de su familia en Salgar, Antioquia, donde al lado de su padre, Alberto Uribe, aprendió los secretos de la agricultura y la ganadería. Según Uribe, “conocimientos que debe manejar un buen arriero paisa”.En aquella época, recordó, montar a caballo con su padre no eran muy armónico. “Cuando el caballo hacía un extraño, mi papá no castigaba al caballo sino que me daba un ‘juetazo’ a mí”, dijo con nostalgia.Pero esa afición no sólo la heredó de su padre. Su abuelo materno, don Martín Vélez, tuvo el mejor criadero de caballos de paso en el país.Para Uribe, la vida pública tiene semejanza con la relación del hombre con los caballos. “Ambos exigen mucho equilibrio, no aceptan maltrato ni tampoco zalamería, rechazan al sádico y rechazan al zalamero”, aseguró.En cuanto a las labores del campo, Andrés, el capataz de una finca vecina, le dijo a El Pais que cuando el ex mandatario está en su hacienda “participa con los peones de las labores normales, asiste al ordeño, sale a montar y aparta el ganado”.Sin embargo, dice que es incómodo porque los escoltas revisan todo y dificultan el ingreso a las demás fincas.Su perfilÁlvaro Uribe Vélez nació el 4 de julio de 1952, fue el primero de cinco hijos del matrimonio de Alberto Uribe y Laura Vélez. Se graduó en 1977 de abogado en la Universidad de Antioquia.En 1980 fue nombrado director de la Aeronáutica Civil. Su ingreso a la política lo hizo en 1983, cuando estando en las filas del Partido Liberal fue elegido concejal de Medellín.Durante el gobierno de Alfonso López Michelsen fue secretario general del Ministerio de Trabajo.Además se desempeñó como alcalde Medellín, Gobernador de Antioquia y Senador.El recuerdo de su padre, asesinado por las Farc en un intento de secuestro el 14 de julio de 1983, es una de sus cicatrices más profundas.

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