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Ellas no quieren superar al género masculino, ni desean parecerse a ellos, simplemente se demuestran a sí mismas y a los demás que no son débiles, que con esfuerzo y valentía todo es posible, hasta realizar trabajos que exigen mucha fuerza física como para ser obrera o técnica de mecánica. | Foto: Foto: Raúl Palacios / El País

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Las historias de cuatro caleñas que brillan haciendo trabajo pesado

¿Es capaz una mujer de cambiar el aceite o embrague de un vehículo? ¿De manejar un bus patrón del Sistema Integrado de Transporte Masivo MÍO? O quizás, ¿de pilotear un avión militar? Relatos.

8 de marzo de 2020 Por: Leidy Oliveros Múnera - reportera de El País

¿Es capaz una mujer de cambiar un aceite o embrague de un vehículo? ¿De manejar un bus patrón del Sistema Integrado de Transporte Masivo MÍO? o quizás ¿pilotear un avión militar? De pronto ¿se atreve a reparar los pequeños y grandes huecos de las vías de la ciudad? la respuesta es sí. Las mujeres son capaces de ejercer trabajos concebidos solo para hombres.

Ellas no quieren superar al género masculino, ni desean parecerse a ellos, simplemente se demuestran a sí mismas y a los demás que no son débiles, que con esfuerzo y valentía todo es posible, hasta realizar trabajos que exigen mucha fuerza física como para ser obrera o técnica de mecánica.

Por lo tanto, con empeño y tenacidad han logrado romper esquemas y estigmas de género. Estas labores tampoco las hace menos femeninas, incluso, le dan un toque y sello especial a lo que hacen. Conozca la historia de mujeres valientes y esforzadas que han dedicado su vida a trabajos ‘pesados’.

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“Somos capaz de lograr todo”

Rodeada de vehículos que están en un taller de una empresa automotriz, en espera de ser reparados o tener su revisión mecánica, se encuentra Sofía Alcaraz Lara. Esta caleña quien es técnica en mecánica está, quizás, en su mejor escenario.

Vestida con un overol de manga larga, botas de seguridad, gafas y guantes, concentrada en su trabajo, Sofía realiza la revisión de kilometraje a una camioneta. Una vez termina, baja el capó del carro y acomoda sus herramientas en el sitio correspondiente.

Este tipo de labores las hace todos los días la profesional de 22 años. El cambio de embrague, filtros, mantenimiento de frenos, revisión de suspensión son algunas de las actividades cotidianas en las que se desempeña con pasión.

“En el taller hago exactamente lo mismo que cualquier otro compañero hombre. Recibo toda clase de vehículos para cualquier tipo de revisión”, detalla Sofía, quien ingresó como aprendiz del Sena hace dos años y medio gracias a que su jefe confió en sus capacidades.

Desde entonces esta mujer hace parte del equipo de 9 técnicos mecánicos que revisan y reparan vehículos. Ella junto con su compañera Natalia Charry, son las dos únicas mujeres que realizan estas actividades.

Lo más difícil de su trabajo, dice, es luchar con los estereotipos "porque un cliente al ver una mujer comienza a dudar o a tener miedo si el trabajo le va a quedar bien, pero yo hago lo mismo que un hombre”, recalca la actual estudiante de ingeniería electrónica.

Cuando Sofía estaba iniciando en este campo laboral, "hacía revisiones de 1000 kilómetros y me las asignaban porque era algo sencillo, y ya luego me fueron aumentando el nivel de complejidad”, comenta.

Y es que esta labor, que no es nada fácil, la ha logrado desarrollar con valentía, porque está convencida que "tanto hombres como mujeres estamos en la capacidad de hacer cualquier tipo de tarea, así los estereotipos digan que esto lo deba hacer un hombre".

A veces las actividades requieren incluir mucha fuerza física, por ello, cumplir roles del área mecánica podría pensarse que es solo para hombres, pero no, “nosotras no queremos superarlos, creo que somos iguales entonces podemos hacer lo mismo sin ser mejor que ellos, todos podemos ser buenos", enfatiza.

Natalia Charry es otra convencida de ello. "Nosotras las mujeres también somos capaces de ejecutar estas labores", asegura la tecnóloga en mecánica.

A todos, agrega, “nos tratan por igual, si a mi toca bajar un motor, al hombre también, por ser mujer no es que no pueda hacer una labor específica, podemos hacer todo", acota Natalia.

Así es como estas dos mujeres les ponen el toque femenino al equipo de mecánica. El orden y el aseo las caracteriza en su labor. "Una voz femenina en medio de tantas voces masculinas es raro, pero alegra el ambiente", aseguran.

“Es la oportunidad de hacer una labor fuerte”

Bajo un sol radiante y fuerte, María Perea Murillo, una obrera de planta asfáltica, de lunes a domingo se encarga, junto con un equipo de trabajo, de reparchear las vías de Cali.

Sí, ella hace una labor que generalmente desempeñan hombres, y aunque ha recibido capacitación para manejar maquinaria pesada como retroexcavadora, no es profesional de construcción, es administradora de empresas, pero la vida se encargó de ponerla en este trabajo en el que ha sido feliz y con el cual ha logrado sacar a su hija adelante.

María lleva 18 años en esta labor que a diario la hace botar gotas de sudor por montones, que le exige de su fuerza física y de su tenacidad para recoger con pala y carreta el material de desecho del hueco vial a rellenar, para echar después la mezcla asfáltica, que se conserva en una temperatura de 178 grados, y posteriormente rastrillar logrando que el hueco quede tapado y nivelado.

Junto a María trabajan hombro a hombro Amelia Prada, quien lleva 30 años como obrera asfáltica; Amparo Caicedo, con 28 años en la labor, María Elena Tovar con 13, además de 11 hombres que ejecutan las mismas tareas que ellas.

Aunque actualmente, María se goza su trabajo, le costó adaptarse a él. Al inicio, recuerda, al alzar la pala el material se le caía encima. Gracias a la perseverancia y apoyo de sus compañeros aprendió a hacerlo bien.

Ama su trabajo y por eso cada día llega a las 7:30 a.m. al taller, donde se cambia su vestimenta femenina para ponerse la de ‘combate’: jean, camiseta manga larga, chaleco, guantes, gorra, zapatos de seguridad y bloqueador. Si no pasa nada extraordinario a las 8:30 a.m. se prepara para salir al sitio de trabajo. Cargan el camión con las herramientas, y salen a esa vía donde permanecen horas bajo el sol. A las 4:00 p.m. están regresando al taller, cuando se presentan inconvenientes pueden estar terminando a las 7 u 8 p.m.

Aunque este “es un trabajo de hombres”, tal como lo asegura ella, María y todas sus compañeras, quienes superan los 50 años, conservan su feminidad que se refleja con algo de maquillaje en sus rostros y una inocultable coquetería. En sus almas llevan esa guerrera mujer que nada le queda grande, ni siquiera cargar 10 kilos de material asfáltico.

“Es un orgullo manejar un bus padrón”

Conducir cualquier vehículo es una acción fascinante para Jessica Joaqui Guzmán, una de las cinco conductoras del transporte MÍO de Blanco y Negro. Por eso será que al bajarse del bus padrón (los que cubren rutas como la P10A) y ver que el vehículo quedó un poco fuera de la líneas demarcadas, decidió encenderlo de nuevo y parquear derecho.

Así es esta caleña de 26 años, a quien la conducción y el mundo automotriz la hacen vibrar, y quizá sea porque su papá desde los 7 años le empezó a enseñar cosas de este campo. A los 15, ya sabía manejar.

Desde hace un año conduce vehículos del MÍO, inicialmente manejó un alimentador y hace poco la capacitaron y ascendieron para conducir un bus patrón y aunque es mucho más grande que el vehículo alimentador, con el que comenzó a manejar, y con mucha más responsabilidad por la cantidad de pasajeros, ella está feliz, su sonrisa y forma de expresarse deja entrever que así es.

“Para mi es un orgullo manejar estos vehículos, es una experiencia que cualquier mujer no tiene. Nosotras somos capaces de hacer lo que hace un hombre y hasta mejor, sin demeritar”, dice esta joven que sueña con manejar un vehículo articulado del MÍO, aquellos que cubren rutas como la E31.

No le tema a manejar este tipo de vehículos quizás porque considera que su trabajo de conducción lo hace muy bien, además “como mujer somos más cuidadosas y precavidas de las cosas, estamos pendientes de que los usuarios se bajen, cuidamos el carro, el motor”.

Jessica es tecnóloga en sistemas empresariales, pero nunca la ejerció porque no le gustaba, “lo mío eran los carros”, por eso decidió encaminar su vida hacia ese rumbo. Se capacitó en el Sena y empezó a buscar trabajo como conductora.

No fue fácil conseguir un empleo porque era muy joven, solo tenía 21 años. De hecho nada ha sido fácil, “pero al que le gusta le sabe”, dice ella con una sonrisa de mujer empoderada de su función.

“Es más difícil ser mamá que piloto”

La aeronave SR 560 fue la primera que voló como piloto la Mayor María Paula Mancera, comandante del Centro Operacional de Excelencia de la Escuela Militar de Aviación. En esta aeronave, que es de defensa, se realizan seguimientos a vuelos ilegales, de narcotráfico.

La Mayor Mancera, a quien le gustaría ser general de la Fuerza Aérea Colombiana, tuvo varias experiencias retadoras en el mencionado avión, pues con esta se hacen las fases de interceptación a vuelos ilegales, la misión es que el piloto se dé cuenta que lo están persiguiendo, “las aeronaves de combates llegan, lo interceptan y muchas veces lo obligan a aterrizar para evitar que siga con el cargamento de droga”, detalla.

Esta piloto militar y administradora aeronáutica, en el 2010, se convirtió en la primera piloto de una aeronave de inteligencia volando en Colombia en la Fuerza Aérea. La aeronave SA 2-37 estaba destinada para misiones de inteligencia, “afortunadamente nunca tuve un hostigamiento”, agrega Mancera, quien también fue la primera instructora de vuelo primario.

La labor que hace con pasión y amor, es su sueño hecho realidad: “ser piloto de la Fuerza Aérea”, pues siempre le llamó la atención la aviación y posibilidad de ser militar. De hecho lo logró. Se siente orgullosa al decir que hace parte de las cinco mujeres que se graduaron en su promoción de 102 personas.

En su trayectoria tuvo obstáculos como la frustración, porque “uno como alumno de vuelo se enfrenta a diferentes presiones, el deseo de salir adelante, pero no todas las misiones de vuelo son satisfactorias, a veces le va bien, otras salen mal, pero la idea es lograr superar esas frustraciones y seguir adelante”.

La primera promoción de mujeres pilotos, recuerda, fue en el año 2000, antes no se permitía que las mujeres ingresaran a los cursos regulares para ser piloto. Incluso, cuando se dio la oportunidad, se presentaron dificultades porque la Fuerza Aérea no estaba acostumbrada a tener mujeres en la escuela, no como cadetes regulares.

Es más se sorprendían que en medio de todos los cadetes, “había una que otra niña, pero ya ahora ha evolucionado mucho. Eso es muy gratificante”, recalca Mancera.

Pese a que todos tienen el mismo overol y uniforme, las mujer se distinguen por estar muy bien presentadas. “La feminidad es algo innato”, asegura la profesional que está casada con un piloto de helicóptero Ángel en la Fuerza Aérea, y tiene un hijo de 9 años.

Y aunque dice que esta profesión es demandante, cree que “es más difícil ser mamá que piloto porque para ser piloto uno siempre está preparado, antes de subirse al avión uno planea las misiones, está seguro de su entrenamiento; con un niño siempre hay cosas inesperadas que le toca ir sorteando con el día a día”, finaliza.

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