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"La Iglesia debe darle mucho más juego a la mujer", Monseñor Darío de Jesús Monsalve

El arzobispo de Cali, Darío de Jesús Monsalve, habló de los retos y desafíos que enfrenta la Iglesia y de la necesidad de que el catolicismo se modernice sin “entregarse a los antivalores”.

20 de febrero de 2013 Por: Redacción de El País

El arzobispo de Cali, Darío de Jesús Monsalve, habló de los retos y desafíos que enfrenta la Iglesia y de la necesidad de que el catolicismo se modernice sin “entregarse a los antivalores”.

Lo peor que puede pasarle a la Iglesia es que sea elegido como Papa alguien que haya estado vinculado a un escándalo. Así lo sostiene monseñor Darío de Jesús Monsalve, arzobispo de Cali, quien asegura que el catolicismo debe asimilar la cultura de la globalización para dejar de perder fieles, sin “entregarse a los antivalores” de la sociedad actual. Monseñor dice que la renuncia de Benedicto XVI equivale a la búsqueda de la unidad y aunque reconoce que el cardenal Rubén Salazar es “un regalo de Dios para la Iglesia de Colombia”, todavía le falta experiencia en el colegio cardenalicio. ¿Qué lectura hace de la renuncia de Benedicto XVI?Es un hecho inusual, y por ello crea mucha perplejidad y búsqueda de lecturas. Creo que es un signo de responsabilidad y sabiduría que ha asumido por el momento difícil que vive la Iglesia, que él mismo ha señalado, opacada por muchas visiones y por problemas muy hondos.¿Entonces su renuncia fue solo para garantizar que su tendencia ideológica no pierda el control de la Iglesia?Aquí renuncia equivale a búsqueda de unidad. Renuncia a sí mismo para favorecer la Iglesia en un momento difícil, que era la sucesión que pudiese llegar en cualquier momento con su muerte y ese servicio a la unidad le da a la renuncia una dimensión grande y significativa.En ese orden de ideas, ¿cuál debe ser entonces el perfil de Papa que debe conducir los hilos en la Santa Sede?Un hombre de mucha fe y de mucha capacidad de unir y de profundizar porque las tormentas se encuentran en el suelo cuando nos volvemos superficiales; y la cultura ahora es la cultura de la superficie, de piel y de poca profundidad y poca reflexión, y eso a la Iglesia también la ha afectado. Necesitamos un sucesor de Pedro, de Benedicto, capaz de provocar unidad para que la Iglesia profundice su identidad y su visión del mundo de hoy, 50 años después del Concilio Vaticano II.¿Cuáles son en concreto esos cambios que demanda la Iglesia Católica?Debe pensar más en la humanidad y menos en sí misma para responder mejor con el Evangelio al momento de vanidad y de crisis que vive el mundo. La cultura actual ha sido calificada como una cultura líquida y la Iglesia va a avanzar en la medida en que asuma con criterio profético, pastoral y con compromiso asuntos como la ética mundial, la recuperación del proyecto de amor en el matrimonio y la familia, la coherencia en la protección de la vida desde su concepción hasta la muerte y el medio ambiente, y convoque a una relación ecuménica de la humanidad frente a estos desafíos. Pero resulta que el mundo de hoy se fija más en los defectos de quienes guiamos la Iglesia que en la riqueza del Evangelio.¿En qué sentido la Iglesia piensa más en sí misma que en la humanidad? Ha perdido mucho calado pastoral; el Concilio Vaticano II puso a la Iglesia muy en el diálogo con la humanidad, en una dimensión muy ecuménica y en una línea muy profética y ese es el marco para una nueva evangelización. Y esa posibilidad de la Iglesia de darle respuesta a la humanidad, es la mejor manera de purificar su imagen.¿Le pesó más a Benedicto los escándalos de la Iglesia o la edad?Ni lo uno ni lo otro. Lo que más pesó fue la esperanza de la Iglesia personificada en Benedicto XVI. El Papa advierte que se viene una nueva primavera para la fe y para los servidores más auténticos y más transparentes en el mundo de la verdad de Dios. Esa verdad de Dios hay que ofrecérsela a la humanidad con coherencia y con transparencia. Cuando el Papa renunció, el Clero en pleno dijo que era una muestra de no estar aferrado al poder. ¿Significa eso que Juan Pablo II se aferró al poder?Son estilos para entender el sacrificio y el obsequio de la fe, la autodonación: Juan Pablo II tenía el estilo de llegar hasta las últimas consecuencias y tal vez un sentido más místico de la misión; Benedicto XVI pareciera tener un sentido mucho más centrado en la misión que en la mística del pastor. Para el proceso de paz en Colombia, ¿conviene más un nuevo Papa de línea conservadora o de corriente liberal?Yo creo que más allá de las tendencias, lo que necesitamos es esa mirada incluyente que recoja las más grandes preocupaciones de cada nación y de la humanidad, y que se acompañe mucho de la Iglesia en cada país; a mí me parece que sería muy tonificante una descentralización en muchos aspectos en la Iglesia, un empoderamiento mayor de las conferencias episcopales y de las provincias eclesiásticas. También se requiere una muy mayor participación de los fieles católicos en la Iglesia, especialmente de la mujer, que de hecho son un número bien significativo en cada comunidad católica. A mi modo de ver, creo que hay derroteros muy interesantes para vigorizar la Iglesia y Colombia necesita sí esa mano tendida de la Iglesia dentro del país y que esté reforzada desde la Santa Sede.Por su respuesta, se intuye que hace parte de la línea liberal de la Iglesia...Estoy en la línea de una Iglesia mucho más comunitaria, en donde el carisma de los laicos, los religiosos y los pastores se relacionen más armónicamente, y que descanse mucho más la Iglesia en los fieles organizados como laicos en la comunidad. Es decir, que la Iglesia sea menos clerical y le den una mayor participación a los fieles; esto no significa el sacerdocio para las mujeres, pero sí que ellas, al igual que los varones, tengan más preponderancia en las decisiones y en los espacios en los cuales la Iglesia va orientando su misión y su diálogo con las sociedades.¿Va a seguir jugando algún papel Benedicto XVI en la Iglesia?El obispo Ratzinger, porque seguirá siendo obispo, no pasa siquiera como emérito porque la renuncia también significa el volver a ese nivel de la ordenación episcopal. En la Iglesia no hay sino obispos, presbíteros y diáconos. En la ley de la Iglesia está contemplada la posibilidad de la renuncia del Papa en el Derecho Canónico y creo que el obispo Joseph Ratzinger, antes Benedicto XVI, va a seguir siendo un orante y un intelectual, y es posible que nos entregue algunos escritos que reflejen, precisamente, esa experiencia y esa madurez que tiene.¿Qué es lo peor que puede sucederle a la Iglesia luego del próximo Cónclave?Creo que se impondrá el discernimiento; las líneas de cardenales que han estado más involucradas en escándalos que ha vivido últimamente la Santa Sede, deberán darle paso a otros que han mostrado en estos años mayor vigor en su fe, en su esperanza, en su caridad y en su calidad pastoral.¿Es este el momento para que elijan a un papa latinoamericano?Queriendo mucho a la Iglesia de Italia, y a los italianos, les debemos tanto, pero el mayor peso de los conflictos de los últimos años recayó en las jerarquías italianas. Hoy el colegio cardenalicio no está tan italianizado y hay corrientes muy amplias europeas, africanas, americanas y aún asiáticas que serían muy interesantes. Pero si el nuevo papa es un italiano, quiera Dios que sea el que más capacidad tenga de sanar heridas y de convocar a la unidad.A propósito de Latinoamérica, ¿por qué ha cedido tanto terreno la Iglesia y ha perdido tantos fieles?Ese es un tema que hay que analizar con calma porque las disminuciones en América Latina contrastan con la crecida en África, en Asia, en Oceanía y en Norteamérica, así como el renacer, débil todavía pero ya esperanzador, en Europa y en algunos países que ya pasaron del vacío de iglesias y parroquias a los cacumenados de adolescentes y jóvenes. Valga decir, por ejemplo, Francia, que en estos días presionó con una movilización en torno a la familia; y creo que en América Latina va ser distinto a la crisis de Europa y se ha marcado una pauta que yo creo que es muy grande para el mundo, como lo fue la última reunión de obispos en Aparecida, Brasil, donde la Iglesia logró para América Latina una concepción muy sencilla y muy fiel al Evangelio de lo que debe ser un cristiano y una comunidad eclesial. Yo sí creo que el discipulado misionero tiene mucho futuro en América Latina.¿Pero cuál es la razón en sí para que disminuyeran los fieles en América?En primer lugar hay que mirar que la cultura con la globalización, el libre mercado y la liberación sexual han golpeado duramente el sistema de valores fundamentado en la fe y ha golpeado todo a las instituciones no solo religiosas, sino civiles y de autoridad. Por eso creo que en la medida en que la Iglesia asimile esa cultura como su espacio, sin entregarse a sus valores o antivalores y lo asuma como el espacio propio para anunciar a Dios y anunciar el Evangelio de Cristo, la Iglesia renacerá, y ese renacimiento ya viene gestándose en América Latina.¿Usted le ve alguna posibilidad al cardenal Rubén Salazar?No hay posibilidad que pueda descartarse; pero lo que podría pensarse es que hay trayectorias mucho más amplias. El cardenal Salazar tiene todas las condiciones, es un hombre excelente, un regalo de Dios para la Iglesia de Colombia, pero hace escasos dos meses que llegó al colegio cardenalicio.

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