Jornada del Pobre en la Capilla de La Milagrosa; un encuentro de dignidad, solidaridad y esperanza

Por Mario Andrés Lozada Tezna.

“Los pobres también tienen derecho a la dignidad”, asegura la hermana Blanca Livia Tamayo, religiosa vicentina, que ha dedicado su vida a los más necesitados. En el contexto de la jornada del pobre, un legado del difunto Papa Francisco que busca hacer sentir especial a los más olvidados de la sociedad, aquellas personas que por uno u otro motivo no tienen las mejores condiciones de vida.

Dicha jornada se celebra cada año en el último fin de semana de noviembre con un espacio donde se atiende con un plato de comida y una atención digna a quienes más lo necesitan.

Este año, las hermanas vicentinas, que peregrinan en Cali desde hace más de 70 años, junto a un grupo de servidores y voluntarios, hicieron pasar una agradable jornada a un grupo de jóvenes en rehabilitación y adultos mayores que hacen aparte de las diversas obras sociales que son acompañadas por esta comunidad religiosa, cuya vocación es servir a los pobres y dignificarlos.

Desde las primeras horas de la mañana, la capilla se llenó de vida con la llegada de decenas de participantes. Los voluntarios, armados de sonrisas y un sincero deseo de servir, se encargaron de organizar cada detalle para ofrecer un ambiente cálido y digno.

El propósito central era claro: hacer sentir valoradas a todas aquellas personas que enfrentan realidades difíciles, brindándoles un momento de alegría, acompañamiento y respeto.

La música también tuvo un papel especial durante la celebración. Las religiosas prepararon cantos alusivos a la esperanza para ambientar el agradable momento.

Para muchos de los asistentes, que suelen vivir jornadas marcadas por la soledad, fue una oportunidad para sentirse integrados, vistos y valorados. La atmósfera creada en la capilla permitió que cada persona experimentara un respiro emocional, un momento para reconectar con la alegría y con la posibilidad de seguir afrontando la vida con alegría a pesar de los momentos difíciles.

La Jornada del Pobre en la Capilla de La Milagrosa no fue únicamente un evento solidario, sino un acto de comunidad. Recordó que la dignidad humana se construye con gestos concretos, con la disposición a mirar al otro con empatía y a reconocer en él una vida valiosa.

Este tipo de iniciativas deja una huella profunda, no solo en quienes reciben la ayuda, sino también en quienes la ofrecen, pues permite experimentar la fuerza transformadora del servicio y del amor fraterno.

Al finalizar la jornada, quedaba en el ambiente una mezcla de satisfacción y esperanza. La comunidad salió renovada, reafirmando que, cuando se actúa desde el corazón, es posible iluminar la vida de los más necesitados.

En Cali, no solo las religiosas vicentinas sirven a quienes más lo necesitan. Cabe destacar que la obra no es solo de la iglesia Católica, sino de las demás denominaciones religiosas, que aportan a la dignificación de todos aquellos que son apartados de la sociedad por su condición de calle, de consumo de drogas o por ser población de escasos recursos.