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Feria de Aves: viaje al Km 18, una aventura de mucho vuelo

Cali es la protagonista de 'Colombia BirdFair' con uno de los parajes mas bellos para avistar aves. En un recorrido por el bosque de niebla de San Antonio, se pueden observar desde pequeñas especies multicolores hasta corpulentas aves rapaces.

14 de febrero de 2015 Por: Camilo Montaño l Especial para elpais.com.co

Cali es la protagonista de 'Colombia BirdFair' con uno de los parajes mas bellos para avistar aves. En un recorrido por el bosque de niebla de San Antonio, se pueden observar desde pequeñas especies multicolores hasta corpulentas aves rapaces.

Carol Hasenich está inmóvil en medio del sendero. Hace un buen tiempo ha estado mirando con sus binoculares una rama en lo alto del Yarumo. No tiene intención de moverse, está en el lugar correcto, en el momento correcto. A pesar de que la niebla empieza a cubrir su rama, Carol no baja los brazos, está dispuesta a disfrutar hasta lo último del espectáculo que le brinda su ave, una Tangara Xanthocephala que viste plumas azules y presume una hermosa cabeza amarilla. Cuando el ave toma vuelo, Carol toma libreta de apuntes y consigna su observación. La libreta luce un tanto gruesa. Ha de haber visto muchas aves.Carol no es cualquier aficionada, es una norteamericana con 35 años de experiencia observando aves. Ella y su esposo Robert, 'Bob', llegaron hasta Cali para reunirse con los amantes de esta práctica en la Feria Internacional de las Aves de Colombia, 'Colombia Birdfair'. Y es que hasta este domingo, la Sucursal del Cielo es el nido de casi 250 especies exóticas de todo el mundo. La primera cita de esta aventura fue en el bosque de niebla de San Antonio, cerca al kilómetro 18, justo a 30 minutos de Cali. Uno de los lugares preferidos para los amantes del "birding".Vea también Cinco sitios recomendados para la observación de aves en CaliA simple vista, los observadores de aves o 'pajareros' son un grupo extraño de personas. Cuando caminan por un sendero fijan su mirada en la copa de los árboles mientras se mueven desordenadamente; llevan consigo unos robustos binoculares que acostumbran apuntar a lugares donde nadie ve nada y pueden llegar a detener de forma repentina su calmada marcha para tratar de escuchar algo que pocos perciben.Sin embargo, la curiosa rutina de estos aventureros es un método ancestral de cacería, una danza coordinada para descubrir el velo que tiene la naturaleza para esconder a las aves.La cautela, el silencio y la concentración son sus mejores armas para lograr captar en la lente alguna de esas escurridizas especies.Carol y 'Bob' son amantes de la observación y entienden que hay instantes precisos para aprovechar la danza de las aves en el cielo. "Los primeros momentos del día son los mejores para verlas", explica el norteamericano, quien agrega que es en la mañana cuando se encuentran más activas, ya sea buscando comida o transportando material para construir un nido.Conforme el grupo se acerca a la cima los pájaros se vuelven más inquietos, actitud que agradecen los aficionados. Muchos se reúnen a compartir aves, intercambian apreciaciones y tratan de dar con su nombre. A los pajareros con más experiencia, les toma pocos segundos identificar el ave que capturaron con sus binóculos. Observan las patas, el color del pecho, el tamaño de sus ojos, la forma de vuelo, todo, con tal de no equivocar su avistamiento y registrar al ave equivocada.-!Tengo uno!- Todo el grupo, que se encuentra vestido para estar a la altura del safari, se aproxima cautelosamente al hombre que acaba de gritar y que aprieta unos binoculares sobre sus ojos. -¿Qué tienes?- le pregunta un ecuatoriano parecido a Erik Estrada. El hombre, que no ha dejado de señalar en medio de los árboles cubiertos de neblina, contesta en voz baja -Creo que es un comefruta Talabartero- . Xavier, el experto ecuatoriano, dirige su rostro al grupo y señalando en la misma dirección dice -Ampelioides Tschudii- entonces, todos los observadores desenfundan sus binóculos y emprenden la cacería. Xavier comienza a silvar. Todos están inmóviles esperando a que el pájaro responda al llamado. -¿Qué ave buscamos?- Pregunta una mujer que ha estado repasando la mirada sobre el mismo punto una y otra vez. -Un comefruta- responde alguien sin despegar los ojos de un telescopio. Xavier repite su canto y de la densa masa de árboles y neblina, un gracioso pajarito se descuelga para volar. Carol asegura que "Colombia es un país afortunado" ya que tiene muchas especies para conocer, "basta con salir a la calle y encontrarse muchas de ellas". En comparación con Estados Unidos, que tiene aproximadamente 900 especies, Colombia cuenta con poco mas de 1900. En una ocasión, recuerda Robert, una pareja de pajareros suizos vino al país con la intención de avistar mil aves en 8 semanas. Al cabo de las tres primeras, ya habían encontrado 600.Uno de los aspectos más atrayentes del 'birding' es lo barato que resulta ejercerlo. Para salir a 'pajarear', solo se necesitan unos buenos binoculares, una guía de campo, buen oído y ganas de recorrer los lugares más insospechados. Otro de los puntos a favor, tal y como lo dice Carol, consiste en que "no hay que ir muy lejos para avistar aves, en todo lugar se encuentran".El sendero ha llegado a su fin. Y desde la cima de la montaña se puede ver un duro peñasco por el que bailan varias aves. Los asistentes al recorrido no se encuentran desanimados por que este haya terminado, o porque el autobús los esté esperando abajo. Lo bueno con el birding es que al dar la vuelta y regresar, inicia de otro safari, un nuevo recorrido, otra pajareada.Vea también nuestro especial 'A ver aves'

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