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ALCALDÍA DE CALI

"Cali está levantando la cabeza, pero falta el último empujón": Alejandro Eder

Alejandro Eder quiere poner al servicio de Cali su experiencia como alto consejero presidencial para la Reintegración.

26 de mayo de 2019 Por: Olga Lucía Criollo, editora de Poder 
Alejandro Eder quiere poner al servicio de Cali su experiencia como alto consejero presidencial para la Reintegración. | Foto: Wirman Ríos / El País

Hace muchos años, dice, tomó la decisión de dedicar su vida al servicio público. Por eso, durante casi una década se desempeñó como Alto Consejero Presidencial para la Reintegración. Una labor silenciosa, pero no tanto como la que desempeñó durante cinco años sin compartir detalles ni siquiera con su familia.

“Todos los colombianos, sin importar estrato social o lugar de origen, mi familia y yo fuimos tocados por la violencia”, dice hoy Alejandro Eder para explicar ese proceder. Y esa misma razón, la del servicio, lo tiene ahora en la lista de los precandidatos a la Alcaldía de Cali.

Ocho años después de que junto a otras cuatro personas hiciera presencia en algún punto de la frontera con Venezuela para empezar a escribir la historia del proceso de paz con las Farc, este caleño de nacimiento y acento quiere ser protagonista de otro relato.

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“Para poder construir una paz verdadera en Colombia, donde todos podamos vivir en un entorno seguro, con oportunidades de desarrollo y empleo, donde la educación y la salud funcionen, tenemos que fortalecer nuestra democracia”, dice como otra manera de explicar su deseo de guiar los destinos de la ciudad.

¿Por qué quiere ser alcalde de Cali?

Porque nuestra ciudad y nuestro país necesitan transformaciones de fondo y para que puedan ocurrir tenemos que participar en la política y hacerlo de una manera distinta, sin politiquería, sin trampas, pensando en los ciudadanos. Ya es hora de que sigamos consolidando esa filosofía en lo público y eso es algo que yo puedo traer a la ciudad.

Pero es consciente de que eso implica sacrificios como perder la vida privada, no tener descanso, etc...

Hace muchos años tomé la decisión de dedicar mi vida al servicio público porque, como todos los colombianos, sin importar estrato social o lugar de origen, mi familia y yo fuimos tocados por la violencia, por la convulsión por la que está pasando el país. Por eso, a pesar de ser de una familia empresarial, quizás teniendo la oportunidad de haber podido trabajar en el sector privado o en otros países, siempre quise prestarle el servicio a mi país y esa ha sido mi principal motivación. Para mí no es un sacrificio, es una vocación.

Pocas personas saben que usted participó en el proceso de paz...

Yo trabajé ocho años en la Presidencia de la República, cuatro con el presidente Uribe y cuatro con el presidente Santos, en los temas ligados a la reintegración. Fui alto consejero presidencial para la Reintegración y, además, durante cinco años trabajé en el equipo que estableció de manera secreta los contactos iniciales con las Farc, y negociamos en secreto el acuerdo marco que luego se discutió en La Habana, donde estuve dos años en el proceso público, hasta 2014, cuando me retiré voluntariamente.

¿Y desde esa experiencia, ¿cómo ve la implementación del Acuerdo?

Lo que veo es que, como cualquier proceso de paz en cualquier lugar del mundo, el de Colombia es sumamente complejo, tiene muchas dificultades, pero creo que, a pesar de eso, a lo largo de estas casi dos décadas el país ha logrado un cambio importante. No podemos olvidar lo que era Colombia en el 2000, el 2005 o el 2010, inclusive. Era otro país y, gracias a los avances en materia de política de seguridad y de construcción de paz, como la reintegración y los mismos diálogos, tanto con las Farc como con las AUC en su momento, el país está mucho mejor.

Y es optimista hacia el futuro?

Soy optimista frente al futuro de Colombia. El problema que tenemos los colombianos es que siempre estamos mirando para atrás y enfocándonos en pequeñeces. El proceso con las Farc en verdad no era un proceso de paz, era un desarme y desmantelamiento de un grupo ilegal muy poderoso que se llamaba las Farc. Ese proceso, con todo y sus defectos, fue efectivo en ir disminuyendo las Farc y desmantelarlas, pero para poder construir una paz verdadera en Colombia, donde todos podamos vivir en un entorno seguro, con oportunidades de desarrollo, de empleo, donde la educación y la salud funcionen, tenemos que construir todos los días ese proceso y lo construimos fortaleciendo nuestra democracia. Por eso es tan importante que replanteemos la forma como se hace la política, pero también la forma como se administra lo público.

Difícil con la polarización que hay...

La forma como se logra es siendo conscientes de lo altamente imperfecta que es nuestra democracia, es reconociendo que por las fallas de cómo funciona lo público en Colombia y en nuestra ciudad, hay niños que se mueren de hambre, la educación es de mala calidad, los hospitales no funcionan, y eso genera un malestar social que pone en peligro nuestra democracia. La mejor manera de superar la polarización y los problemas de subdesarrollo que tiene el país es buscando una nueva forma de hacer la política, enfocándonos en resolver los problemas, en siempre responder a las necesidades reales de todos los ciudadanos, no solo de algunos, alejándonos de prácticas como la compra de votos, las promesas falsas, envenenar, dividir y fragmentar a la sociedad como estrategias de poder para ganar electoralmente. Tenemos que hacer la política con los ciudadanos, en la calle y pensando en resolver los problemas de fondo. Esa es la propuesta que traigo.

A propósito, ¿cómo ve a Cali hoy?

Con todo y sus dificultades tiene un gran potencial. Cali fue durante mucho tiempo una de las ciudades más respetadas por su pujanza económica, su civismo, sus universidades y la calidad de su gente, pero durante 20 o 30 años, a causa del narcotráfico, la violencia, la corrupción y las malas prácticas políticas, fuimos cayendo en una especie de medioevo donde la ciudad se estancó. Hoy Cali está volviendo a levantar cabeza, pero todavía nos falta un último empujón para llevarla al siguiente nivel, Cali sigue siendo una ciudad a medias... tenemos que recuperar el camino, poner a Cali a marchar bien, recuperando la forma cómo se hace la política y buscando que, desde enero, podamos administrar la ciudad con esos mismos principios y volver a meterle fortaleza institucional para que los problemas se resuelvan.

Por ejemplo, ¿qué propone para mejorar la seguridad en la ciudad?

La seguridad, sin que sea el único ítem en la agenda, tiene que ser la prioridad y tenemos que rápidamente ver cómo blindamos a Cali para que vuelva a ser una ciudad segura... lo primero es volver a Cali la prioridad de seguridad en Colombia, teniendo una mejor interlocución con el Gobierno Nacional, para que podamos recibir las herramientas que necesitamos. Lo segundo, metiéndole más el hombro desde lo local, el actual presupuesto de seguridad de la ciudad es muy bajo... Específicamente yo le pediría a la actual Administración y al Concejo que cuando aprueben el presupuesto del 2020, por lo menos doblen el presupuesto de seguridad, que pasemos de $70.000 a alrededor de $150.000 millones para mejor dotación para la Fuerza Pública, más inversión en inteligencia, en tecnología, en estaciones, es decir, que podamos tener un mejor punto de arranque para resolver la seguridad.

¿De su experiencia por la Agencia de Reintegración, qué aplicaría de manera puntual en Cali?

Si bien se necesita una política efectiva de seguridad, también necesitamos unas políticas que son más sociales para darle salida a las personas que se van por el mal camino o prevenir que se vayan por ese camino. En Cali, el 75 % de los victimarios de los crímenes más complejos tienen entre los 18 y los 25 años y eso quiere decir que los jóvenes de los sectores más vulnerables se están quedando sin oportunidades y terminan encarrilados en una vida delictiva. Entonces, algo que vamos a hacer desde mi Alcaldía es una política de integración social y económica para niños y jóvenes muy bien estructurada, como lo hicimos con el proceso de reintegración para las personas de los grupos armados ilegales, donde puedan tener apoyo sicosocial, acompañamiento para su formación académica y formación para el trabajo, comenzando desde el bachillerato y alineado con las necesidades verdaderas del sector privado, impulsando el emprendimiento, asegurándose de que las actividades lúdicas deportivas estén orientadas a niños y jóvenes para que no pasen tiempo en las calles y puedan irse integrando de manera sostenible a una vida legal.

¿Sí se puede ganar la Alcaldía sin hacer pactos con los políticos?

Estoy seguro de que es posible llegar a la Alcaldía de Cali de manera honesta, sin comprar votos sin negociar puestos ni contratos. Hay muchas personas que me dicen que por qué hablo mal de los políticos, pero yo estoy hablando mal es de las prácticas politiqueras que tanto daño le han hecho al país. Estoy dispuesto a sentarme a trabajar con cualquiera, si vamos a negociar desde un punto de vista programático. Eso no es nuevo para mí. Yo trabajé casi una década en Bogotá y allá también trabajaba con los políticos... Por cierto, he hablado con distintos políticos a los que también les interesa cambiar la forma como funcionan las cosas y quien esté dispuesto a trabajar con esas reglas: ni un peso por un voto, no negociamos con puestos ni con contratos, el que quiera ayudar a que lo público en Cali funcione de una manera distinta, es bienvenido a acompañarnos.

¿Cómo va la recolección de firmas?

Va bien, avanzando. Diría que estamos muy cerca de alcanzar las 50.000 firmas válidas que necesitamos. Por ahí en unas tres semanas o un mes estamos listos. Hemos recolectado más de 100.000, pero para estar cien por ciento seguros queremos tener por lo menos unas 60.000 firmas válidas, entonces todavía estamos acercándonos a la meta.

¿Cuál ha sido el aporte de Sergio Fajardo a la campaña?

Es un apoyo fundamental porque Fajardo ha sido ejemplo de que en Colombia sí se puede hacer la política de manera correcta. En Cali tenemos unos problemas muy serios y ninguno de esos problemas es más grande que nuestra capacidad de resolverlos, siempre y cuando lleguemos al Gobierno de manera honesta, con las manos desamarradas para poder gobernar con las mejores personas y poder resolver los problemas de manera contundente.

“Si nosotros, como nación, fuimos capaces de reintegrar de manera exitosa a más del 80 % de 50.000 desmovilizados, que eran el 76 % analfabetas funcionales, el 90 % con daños sicológicos y sin familia ni amigos, cómo no vamos a ser capaces de integrar a los jóvenes de Cali”.

"Más que estar enfocados en que si el proceso de paz funciona o no, enfoquémonos en que Colombia funcione y, en este caso, enfoquémonos en que Cali funcione". 

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