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El Gran Limonar pasó de ser un barrio residencial a uno comercial

De jueves a domingo en la Carrera 66, entre Autopista Sur y Avenida Pasoancho, se observan carros estacionados con equipos a alto volumen, andenes convertidos en parqueaderos y jóvenes que consumen drogas o se manosean en un parque frente a la iglesia. La música en discotecas retumba.

23 de julio de 2010 Por: Redacción de El País

De jueves a domingo en la Carrera 66, entre Autopista Sur y Avenida Pasoancho, se observan carros estacionados con equipos a alto volumen, andenes convertidos en parqueaderos y jóvenes que consumen drogas o se manosean en un parque frente a la iglesia. La música en discotecas retumba.

Carros estacionados con el equipo de música a alto volumen. Andenes convertidos en parqueaderos. Vendedores ambulantes ofreciendo dulces y cigarrillos. Música que retumba en las discotecas. Jóvenes que consumen drogas o se manosean en un parque frente a la iglesia. Este es el panorama que se observa de jueves a domingo en la Carrera 66, entre Autopista Sur y la Avenida Pasoancho, en El Gran Limonar, según sus moradores.En los diagnósticos del Dagma, este barrio pasó a ser uno de los diez sectores más ruidosos de la ciudad.La comunidad sostiene que en menos de un año el tradicional y apacible Gran Limonar residencial se convirtió en un punto comercial, especialmente de vida nocturna. Añade que diez negocios son los generadores de invasión en los andenes, ruido y ventas ambulantes.“El impacto social y auditivo es horrible. Sobre la Carrera 66 los clientes ubican los carros en las entradas de las casas y cuando llega el propietario a las 8:00 p.m. no puede guardar el vehículo o no tiene como salir en caso de una emergencia”, expresó una ama de casa. Igualmente, sostuvo que “cuando la rumba termina, la gente se queda en los carros con las puertas abiertas o se va para el parque que está frente a la parroquia Santa María del Camino y lo convierte en motel”.Además, las discotecas colindan con los patios de algunas viviendas, siendo mayor el impacto auditivo.Otro aspecto crítico es la inseguridad. La percepción de los moradores es que los atracos callejeros están en aumento. “En abril pasado fue hurtado un carro a unas personas que estaban en un bingo, hace 20 días tres delincuentes armados entraron hasta el despacho parroquial, donde una señora hacía un trámite, con revólver le quitaron el bolso”, relató otra madre de familia.Incluso, a su vecino El Limonar llegan los efectos de los raponazos. “En la mañana o al mediodía le quitan las pertenencias a los peatones”, añadió un residente. Hace cuatro meses El País denunció que el cruce del semáforo de la 66 con Pasoancho era sitio de prostitución infantil. Niños de 13 años que aparentemente venden cigarrillos, pero en realidad ofrecen sus cuerpos. Los pequeños son acompañados por sus padres en esa actividad ilícita.Una profesional resume la situación concluyendo que “la problemática de Granada no la trasladaron aquí”. La directora (e) de Planeación Municipal, María Grace Figueroa, sostiene que están analizando las casos para establecer a qué horas este sector se le salió de las manos a las autoridades.Operativos de control El director del Dagma, Carlos Rojas, sostiene que siete establecimientos de diversión han sido cerrados por contaminación auditiva. Se trata de un estanco, un restaurante, tres videos bar y dos bares en las carreras 66 y 56. “El problema es estructural, de revisar y modificar el POT, hay negocios que tienen permisos, pero violan las normas ambientales. Como en la ciudad no hay zonas habilitadas para estas actividades, eso lleva a que haya muchos sectores con impactos negativos”, explicó Rojas. Por su parte, la directora (e) de Planeación Municipal, María Grace Figueroa, agregó que “estamos revisando los usos del suelo de los locales, si tienen permisos falsos, voy a revisar el POT a ver si esa actividad califica y en qué condiciones están para entrar a regular con la Secretaría de Gobierno”.

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