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Dudas sobre los guardas cívicos no se detienen

En su primer año de operación, la politiquería y la ineficacia rondan el programa cívico del Alcalde. En la ciudad hay 1.180 guardas cívicos cuya función es trabajar por crear una cultura ciudadana entre los caleños.

26 de junio de 2010 Por: Redacción de El País

En su primer año de operación, la politiquería y la ineficacia rondan el programa cívico del Alcalde. En la ciudad hay 1.180 guardas cívicos cuya función es trabajar por crear una cultura ciudadana entre los caleños.

Miércoles 23 de junio, antes del mediodía. En las afueras del CAM, entre la bahía de acceso al sótano y el puente peatonal de Emcali, un guarda cívico camina de un lado a otro hablando por celular y dos más conversan bajo los árboles, mientras la ciudad se mueve a su alrededor.En la Avenida de los Cerros con 50, frente al centro de salud de Siloé, otro guarda cívico con pito en la boca controla el paso de vehículos y peatones, pese a que el semáforo funciona perfectamente. En la estación del MÍO, en San Fernando, dos guardas más recostados sobre las barandas de acceso conversan con los auxiliares de Policía, de espaldas a los pasajeros que entran y salen de la estación.En contraste, bajo el puente de la Autopista Sur con Calle 23, cuatro guardas cívicos trastean baldes de agua y tierra y se han remangado el pantalón y la camisa para hacer el mantenimiento de la zona verde que hay en ese sitio.Jueves 24 de junio. En la bahía del CAM, un guarda levanta una paleta de ‘pare’ o ‘siga’ junto a la barda del acceso al sótano (trata de evitar que autos y taxis se estacionen en esa entrada) y dos más andan por el lugar. El guarda del semáforo peatonal frente a Siloé sigue controlando el paso de carros y peatones (sin más ayudas pedagógicas que el pito).En San Fernando, un guarda está atento a orientar la gente que ingresa al MÍO y otro habla por celular tras el pórtico de la estación. Y en la Autopista con 23 ya no hay guardas cívicos; se fueron para el ecoparque de Pance a impartir instrucción ambiental a un grupo de escolares...Como ellos hay 1.180 guardas cívicos en toda la ciudad, que supuestamente trabajan por la cultura ciudadana de los caleños, por mejorar la movilidad, estimular el respeto por el espacio público, promover la salud pública y la defensa del medio ambiente. Pero a un año de haberse implementado el programa, que arrancó el 18 de junio del 2009, son más las críticas que los aplausos que despierta la iniciativa. Incluso se dice que a quienes más les sirven los guardas es a sus padrinos políticos, a quienes sí les prestan importantes servicios, como ayudarles a conseguir votos en las elecciones.De hecho, un concejal que reservó su nombre sostiene que los vio repartiendo propaganda política de Mauricio Ospina, hermano del alcalde electo al senado, en la pasada campaña electoral. Y otros se atreven a afirmar que les fijaron cuotas de votos para los candidatos que les señalaban sus padrinos. El veedor ciudadano Pablo Borrero asegura que ese cuerpo de guardas fue creado a expensas de un proyecto que presentó el Alcalde al Concejo, “producto de cuotas burocráticas de los concejales”.Hay quienes dicen que cada concejal tiene una cuota de cinco guardas cívicos (poco más de cien en total). El resto serían cuotas del Alcalde y su hermano.Ospina le ha apostado todo a ese programa. El año pasado le dio $8.000 millones con los que se contrataron 850 guardas por seis meses. Este año destinó $20.000 millones (dos veces más de lo que se necesitaba para salvar a Calisalud), con los cuales se contrataron 1.180 guardas por nueve meses. En agosto próximo se hará una nueva selección y contratación.“Lo peor es que esos son recursos propios del municipio, que salen del pago de los impuestos de los caleños y que terminan en un programa como éste que tiene un claro fondo político”, dijo una fuente del propio gobierno local.¿Labor eficiente?Además de las razones políticas que rodean el surgimiento de los guardas cívicos, las críticas también van dirigidas a la labor que estas personas cumplen.Pablo Borrero dice que “hacen de todo y no hacen nada en especial, muchos son de otros departamentos y no conocen la ciudad y la capacitación que recibieron parece insuficiente”.Arabela Rodríguez, coordinadora del programa Cali Cómo Vamos, advierte que uno de los énfasis de los guardas cívicos es hacer presencia en todas las activi-dades que se realicen en la ciudad y lo que debería exaltarse no es la asistencia, el énfasis debería hacerse en la función y los efectos que generan los guardas cívicos en estos eventos”.En su criterio “cada guarda cívico debería salir de estas actividades, con un formato tramitado donde reporte cómo fue el comportamiento de los asistentes (si se respetaron o no las filas de ingreso, si surgieron discusiones y quejas y cómo se controlaron, etc.). Es decir, la Alcaldía debería estar midiendo en cada una de las actividades que acompañen los guardas cívicos, cómo fue el comportamiento cívico de los ciudadanos”.El sociólogo Hernando Uribe sostiene que “el problema radica cuando estos programas forman parte de las redes clientelistas y de manipulación politiquera. Las flaquezas del programa Guarda Cívico estarían dadas en puntos como los criterios de selección del personal, por ejemplo llama la atención el caso de mujeres muy mayores de edad realizando tareas de control vehicular; y el tipo de capacitación que recibieron”.El concejal Nelson Garcés Vernaza, por su parte, considera que el programa “es una salida inteligente del Alcalde para tratar de atender el problema de la falta de civismo, pero en el fondo creo que los guardas debieron tener una capacitación y un objetivo más claro porque lo que están haciendo es demasiado general”.Sin embargo, el alcalde Ospina ha concebido los guardas como personas “polivalentes”; es decir, que pueden desarrollar una serie de funciones que requiera la ciudad. Hoy trabajan en seis áreas: movilidad, espacio público, salud, medio ambiente, seguridad preventiva y convivencia ciudadana.Pero también hacen de auxiliares de emergencias y bomberos porque ayudan a apagar incendios y estuvieron atendiendo la emergencia por inundación de Petecuy, una labor que compete a los organismos de socorro.Carlos Alberto Rojas, director del Programa de Guardas Cívicos de Cali, lo defiende, aunque reconoce que “tiene algunas debilidades” por corregir.Él asegura que no sabe de burocracia en ese cuerpo institucional porque recibió un grupo previamente seleccionado (lo maneja la Secretaría General de la Alcaldía). Dice que los evaluó y tiene las calificaciones de competencia de cada uno.“Yo sé que allí hay liberales, conservadores, del Polo Democrático y de otros partidos, eso es inevitable y yo me quedo con eso. Pero lo que sí les he dicho es que el puesto y el uniforme no son para hacer política”, advierte Rojas.Una encuesta ciudadana que él mismo contrató en noviembre le dio como resultado que los guardas cívicos son sinónimo de confianza para la gente, referente educativo, de no sanción y son identificables por el uniforme.Pero también arrojó que hay grupos de ciudadanos que no están de acuerdo con los guardas cívicos, porque dicen que “provienen de recomendaciones políticas” y por tanto ese programa habría que invalidarlo. Y porque lo consideran “no eficaz” y muestran los ejemplos de guardas que no hacen nada.“Yo he tomado las críticas y las he trasladado a los guardas para que el programa tenga mejores posibilidades de presencia pública e incidencia en problemas sociales y comunitarios”, señala Rojas.Anunció que se hará una evaluación de resultados en el segundo semestre del 2010, a año y medio de funcionamiento del programa para ver si está generando indicadores de gestión y dejarlo como un programa permanente del Municipio.Lo cierto es que al hacer el corte de cuentas de lo que han sido los guardas cívicos para la ciudad en el primer año, los resultados no parecen muy favorables.

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